Cae el sol un nuevo 20 de mayo. El segundo que es atravesado por la pandemia y, por eso, en lugar hacer la tradicional Marcha del Silencio por la avenida 18 de Julio, Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos convocó a manifestarse con pequeños gestos desde la virtualidad y en distintos puntos del país. En el barrio montevideano de La Aguada, la plaza Luisa Cuesta se suma con la una proyección en un edificio cercano.

Una a una las personas se acercan a la plaza, que se encuentra en la intersección triangular de las calles Lima, Arturo Lezama y Francisco Acuña de Figueroa. Es una tarde fría, pero el calor de la gente se hace notar.

La gente se ubica en los distintos rincones de la plaza a la espera de la proyección. Los tapabocas dominan el paisaje y la gente se mantiene a distancia. La organización de Familiares comienza a poner margaritas de papel en distintos lugares de la plaza, acompañadas de velas. En las rejas que rodean la cancha, cuelgan una pancarta con las fotografías de todos los detenidos desaparecidos. 

No es casualidad que ocurra en este espacio. Luisa Cuesta, quien le da el nombre a la plaza, fue integrante de Familiares y una de las figuras más importantes en la lucha por verdad y justicia. Su hijo, Nebio Melo Cuesta, era militante del Partido Comunista Revolucionario. Fue secuestrado el 8 de febrero de 1976 en un bar de Argentina por la Policía Federal y nunca se volvió a saber de él. Luisa Cuesta murió el 21 de noviembre de 2018 a los 98 años, sin saber qué ocurrió con su hijo.

La convocatoria, hecha a través de las redes sociales de la plaza, pidió que quienes se acercaran lo hicieran con alimentos para las ollas populares; en una mesa, se recolectan firmas para derogar la Ley de Urgente Consideración. Todo esto ocurre mientras varios niños corren por la plaza, jugando entre risas. La gente observa y toma fotos, sentados cada uno en su lugar mientras conversan. Algunos juegan un partido de básquetbol en la cancha, otros aprovechan para sacar a sus perros. 

Cae la noche pero las luces de la plaza no se encienden, como única fuente de luz quedan las velas colocadas cerca de las margaritas y los focos de los edificios y calles cercanas. Cada tanto el flash de una cámara irrumpe en la oscuridad. Todo sucede ante la atenta mirada de Luisa Cuesta, quien quedó inmortalizada en la plaza por un mural realizado por José Gallino.

Todos esperan a las 19:30, hora designada para la transmisión en directo organizada por Familiares y retransmitida por varios medios. En los minutos previos empieza a sonar música en los parlantes ubicados cerca del mural. Todas son canciones relacionadas con lo que se conmemora en la fecha: cantan Larbanois y Carrero y Leon Gieco. La gente se empieza a concentrar, con distancia, en la vereda de la plaza más cercana al edificio donde se hará la proyección.

A las 19.30, una a una comienzan a proyectarse las imágenes de los rostros de los desaparecidos, mientras que a través de un parlante se dice su nombre y el grito unánime de “presente”, compuesto por las voces de todas las personas que en los días previos enviaron su audio. A medida que pasan las fotos, tímidamente, las personas que están en la plaza se suman al grito. El silencio entre foto y foto es sepulcral, solo se escuchan a lo lejos los ruidos de autos, que son interrumpidos rotundamente por el grito de “presente”. Cada tanto algún auto pasa por las calles que rodean la plaza y baja la velocidad al ver lo que sucede, quizás como gesto de respeto, quizás simplemente para ver qué pasa.

Una vez que se proyectan todas las fotos, suena el Himno Nacional y la gente empieza a cantar. Al principio lo hacen unos pocos, pero a medida que avanzan las estrofas, más personas suman su voz. El “tiranos temblad” es cantado con especial vigor y varias personas levantan el puño, como se hacía durante la dictadura cuando, esa era una de las pocas formas de manifestarse sin que los represores se dieran cuenta.

Finaliza el himno y un aplauso ensordecedor se extiende por un tiempo considerable. Al principio las palmas están descoordinadas, todas suenan en tiempos diferentes como quien aplaude cuando termina una canción. Mientras el aplauso se hace más largo las palmas empiezan a sonar al unísono, un aplauso compuesto por todos los presentes en la plaza.

El logo de Familiares se proyecta en el edificio con la consigna que reza “Por verdad y justicia”. Se encienden las luces de la plaza.

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