Son pocos. No más de cincuenta. Entre los manifestantes promedian como máximo 20 años. Los carteles que exhiben reclaman medidas urgentes contra el cambio climático con algunas frases bastante conocidas: “Estamos viviendo en este planeta como si tuviésemos otro donde vivir”, “Se acaba el tiempo”, “La Tierra no está muriendo, la estamos asesinando”.
Al inicio de la concentración, Martín, de 18 años, se dirige hacia sus pares (megáfono en mano), mientras un diluvio se desprende del cielo en las inmediaciones del Palacio Legislativo. La crítica a la expansión de los monocultivos forestales, la preocupación ante el aumento del nivel del mar y las inundaciones, el reclamo a los países del norte global para que reduzcan drásticamente los gases de efecto invernadero y la lucha contra la explotación de hidrocarburos en Uruguay, son algunos de los principales ejes reivindicativos de la proclama. Así es una marcha de Fridays For Future. Una más (y tal vez a escala), entre las tantas marchas del movimiento a nivel internacional.
-¿Qué queremos?- pregunta la joven que encabeza la marcha.
-¡Justicia climática!- responde el resto.
-¿Y cuándo la queremos?- vuelve a preguntar.
-¡Ya!
Suena más a pedido desesperado, que a una verdadera impugnación al orden establecido. Salvo para algún que otro peatón que pasa por el lugar y se detiene a intentar comprender de qué se trata, la marcha parece invisible para una ciudad que como cada día a las cinco de la tarde se encuentra en plena rutina.
Fridays For Future Uruguay tiene 15.700 seguidores en Instagram, una de las redes sociales con mayor cantidad de jóvenes. Sin embargo, en la manifestación sólo participan algunas decenas. La indignación virtual (y tantas veces viral) en torno a la cuestión climática, no siempre se traduce en las calles. Se ve en la poca concurrencia, pero también en la superficialidad de algunas consignas que circulan en internet. El “activismo” de las redes sociales (que suele poner el foco en los cambios de conducta individuales y la promoción de un consumo supuestamente amigable con el planeta), hace poco o nada de ruido en términos prácticos y sólo alimenta la idea hegemónica de que el mundo puede cambiar “si cada uno pone su granito de arena”. Nada más individualista. Al menos, este puñado de jóvenes, partiendo de una preocupación genuina, sí sale a las calles a expresar un deseo de cambio.
Radiografía del movimiento
¿Qué pensará ese peatón que pasó caminando por el Palacio Legislativo y se detuvo unos segundos a observar cómo un pequeño grupo de jóvenes se manifestaba contra el cambio climático? Lo primero que podría preguntarse es quiénes son. Lo segundo, qué quieren exactamente. Lo tercero, por qué lo hacen en ese lugar. Y, por último (porque así se suele pensar lo político), si son de izquierda o de derecha.
Para responder estas interrogantes, debemos retrotraernos en el tiempo a fines de 2018 y principios de 2019 cuando Martín Ēttlin, un joven -como cualquier otro- de Colonia de apenas 16 años, se enteró de la existencia de Fridays For Future (cuya fundadora fue la joven sueca Greta Thunberg, quien se hizo mundialmente conocida por sentarse frente al Parlamento de su país con un cartel que decía: “Huelga escolar por el clima”), y se puso en contacto para formar un grupo en Uruguay. Desde ese entonces, el movimiento ha desarrollado algunas iniciativas en nuestro país y convocó, en diversas oportunidades, a la juventud uruguaya a manifestarse contra el cambio climático y la degradación ambiental.
Como todo movimiento social con estas características, su número de integrantes no es fijo y fluctúa en función de cuántas personas asisten a las actividades. Aún así, según explicó a Sala de Redacción Martín Laspiur, integrante del movimiento (el mismo del megáfono al comienzo de la crónica), existe un “grupo oficial” integrado por veinticinco personas, donde “se organizan todas las acciones diarias y a largo plazo”.
Si el peatón que se detuvo a observar la marcha fuera un tanto desconfiado, también podría preguntarse si algunos grupos económicos están detrás de este movimiento para obtener beneficios. En el caso de Uruguay, según indicó el integrante del moviento, no reciben “ningún financiamiento ni apoyo económico”, a tal punto que han llegado a comprar con dinero de su propio bolsillo un megáfono y ropa que los identifique.
Por otra parte, en el terreno de los principios, según Laspiur son principalmente tres los pilares que definen a Fridays For Future Uruguay: la “política apartidaria”, la “educación ambiental” (es decir, brindar talleres de concienciación ambiental en escuelas o liceos) y hacerse escuchar (aunque se interrumpió por la pandemia) todos los viernes. La forma y el contenido coinciden: este no es un movimiento que apueste por romper con lo establecido, sino más bien lo contrario. Las acciones que desarrollan los jóvenes activistas (imposibles de encasillar ideológicamente), parten de la base de que es posible que, a través de las vías institucionales y ejerciendo “presión social”, se concreten los cambios que el planeta necesita.
Para cumplir con sus objetivos, este colectivo ambientalista se relaciona con otras “organizaciones que cuidan el ambiente y la biodiversidad”, tales como No Más Plásticos, No Más Colillas y Karumbé (Centro de tortugas marinas), aunque también tiene vínculos con UNICEF (Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia) y la Organización de Naciones Unidas (ONU).
En el epicentro de la discusión
Tal es el grado de relaciones entre Fridays For Future y la ONU que, durante la reciente Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26) celebrada en Glasgow, el grupo de Uruguay envió una delegación de tres activistas.
Las jóvenes uruguayas que viajaron a Escocia participaron de diversas reuniones y manifestaciones con sus pares de otras partes del mundo, presenciaron los discursos de diferentes líderes políticos e incluso tuvieron la posibilidad de dialogar informalmente con la intendenta de Montevideo, Carolina Cosse. Tanto Cosse como la ministra de Economía y Finanzas, Azucena Arbeleche, estuvieron en la conferencia presentando las líneas a seguir de Montevideo y Uruguay en materia climática y ambiental.
A su vez, paralelamente al desarrollo de la COP26, la delegación de Fridays For Future Uruguay participó de la Conferencia de la Juventud (COY16), un encuentro que “nuclea las actividades y opiniones de los jóvenes de alrededor del mundo en relación al cambio climático”. En la declaración final de la conferencia, elaborada con el aporte de “más de 4000 jóvenes de 135 países”, se le exige a los gobiernos que “diseñen políticas climáticas alineadas a las directrices científicas”, “garanticen un flujo de 100.000 millones de dólares hacia acciones de mitigación y adaptación para países en desarrollo”, y “tengan en cuenta los impactos naturales y sociales de la explotación de combustibles fósiles”, para ir hacia una “transición energética justa hacia fuentes de energías limpias y renovables”, entre otras demandas.