Ayudada por el contexto de pandemia, durante 2021, la multinacional de ventas web Amazon, con sede en Estados Unidos, batió un récord en sus ingresos por ventas: 469.822 millones de dólares, de acuerdo a datos de la revista Forbes. El número supera ocho veces el PBI de Uruguay, que en 2021 ascendió a los 59.320 millones de dólares, según datos del Banco Mundial.

Uno de los días de mayor facturación para la corporación fundada por Jeff Bezos es el mundialmente conocido Black Friday. La fecha, que este año tendrá lugar este 25 de noviembre, nació en la década de 1960 en Estados Unidos. En aquel entonces, las calles norteamericanas se abarrotaban de ávidos compradores en los días posteriores al Thanksgiving -que los hispanohablantes conocemos como Día de acción de gracias-, especialmente sobre el fin de la semana. Con el tiempo, la efeméride fue acuñada por empresas a lo largo y ancho de todo el globo como estrategia de ventas. 

En el marco del próximo Viernes Negro -la traducción es indudablemente más transparente y menos elegante-, una coalición internacional de más de 70 organizaciones sociales (entre las que se encuentran Greenpeace y la Internacional Progresista) convoca, por tercer año consecutivo, a denunciar las políticas empresariales de Amazon. Así, el movimiento Make Amazon Pay (Hacer Pagar a Amazon), denuncia que la empresa “exprime a las comunidades, al no pagar ningún impuesto sobre la renta en Europa” y “exprime a lxs trabajadorxs”. Según consta en su página web, la coalición denuncia la rebaja de los salarios reales y la precarización de los trabajadores mediante la aplicación de “tácticas antisindicales”. Asimismo, alerta que Amazon “exprime nuestro planeta” y que las emisiones de CO₂ (dióxido de carbono) generadas por la empresa aumentaron un 18% en 2021.

La cuenta, por favor

“Amazon puede pagar, pero sólo lo hará si se lo exigimos”, advierte la convocatoria, que se presenta como un movimiento de “trabajadorxs y ciudadanxs divididxs por la geografía”, pero unidos en el “compromiso de hacer que Amazon pague salarios justos, sus impuestos y por el impacto que tiene en el planeta.” El llamado invita a manifestarse para “convertirlo en el día de hacer que Amazon pague”. La web también muestra un mapa con más de 50 puntos de manifestaciones en todos los continentes. En diálogo con Sala de Redacción, James Schneider, director de comunicaciones de la Internacional Progresista, explicó que, desde el surgimiento de la iniciativa, la coalición “ha aumentado la capacidad de convocar trabajadores para tomar medidas y unir las diferentes luchas”. En ese sentido, se mostró expectante sobre el despliegue de huelgas y protestas en todo el mundo: “será el conjunto de acciones más grande que hemos tenido hasta ahora”, afirmó. 

La convocatoria tiene la particularidad de cohesionar diferentes causas sociales: reclamos laborales, justicia impositiva y ecología. “Nuestra tarea es unir estas luchas que pueden parecer muy diversas”, dijo el político inglés. “A primera vista, podríamos preguntarnos qué tiene en común alguien que trabaja en un depósito en Nueva York con un indígena sudafricano que protesta contra el derribo y hormigonado de su tierra sagrada”, planteó, y sentenció que “hay una cosa que les une, y es que Amazon es su oponente”. Schneider consideró que “Amazon es un actor tan poderoso en la economía global, que se abre camino desde la extracción, producción, fabricación, logística, ventas y marketing”, lo que configura una cadena de producción que genera en total “más emisiones de CO₂ que el 75% de los países del mundo”. En esta línea, cuestionó que Bezos, principal accionista de la compañía, “trate de hablar bien del clima”, y haga alusión a entregar su fortuna para frenar la crisis climática “sin explicar a quién ni cómo”.

Consultado al respecto de la persecución a los trabajadores agremiados aplicada por la empresa, Schneider aseguró que “ante cada esfuerzo por armar un sindicato, Amazon utiliza todo tipo de tácticas antisindicales”. En específico, expresó que el año pasado detectaron una “operación de espionaje antisindical” por parte de Pinkerton, una empresa integrante del Grupo Securitas, en Alabama, Estados Unidos. Del mismo modo, afirmó que tras la filtración de un borrador de la aplicación interna para los trabajadores de Amazon en dicha localidad, comprobaron la existencia de mensajes intimidatorios para los sindicalizados. Asimismo, Schneider hizo referencia a la precarización laboral en las empresas que conforman la cadena de producción de Amazon. Si bien dichos puestos de trabajo no dependen directamente del gigante de ventas, aseguró que la empresa debería hacerse cargo: “tiene la responsabilidad sobre cada proveedor que fabrica productos para Amazon”.

Usted invita

En cuanto a la evasión fiscal, el director de comunicación de la Internacional Progresista consideró que Amazon es “extremadamente eficaz en la planificación fiscal” y en el “desplazamiento de los beneficios de una jurisdicción a otra”. También mencionó la experticia de la empresa en la búsqueda de subvenciones estatales que según cifras difundidas recientemente por Make Amazon Pay, ascendieron a “5.000 millones de dólares en subsidios por parte del gobierno de Estados Unidos y 1.500 millones de euros” recibidos por los estados de la Unión Europea. Consultado respecto de un posible “impuesto a la renta mundial” anunciado en 2021 por el G7, el foro de siete de las economías más poderosas del mundo, Schneider ironizó: “parece que estaba bien para la agenda”. En ese sentido, opinó que para poder gravar a las multinacionales es necesario que “los gobiernos del mundo sean presionados por las fuerzas progresistas, por los grupos de ciudadanos, sindicatos y partidos políticos “. 

Nicolás Thevenet, economista y docente de la Facultad de Información y Comunicación, explicó a Sala de Redacción que las empresas con magnitudes como la de Amazon cuentan con “grandes bufetes de abogados y asesores contables para asesorarse en cuestiones claves”, como juicios laborales, así como también “hacia dónde llevar el dinero para tributar menos”. Así, los conocidos paraísos fiscales -jurisdicciones con condiciones impositivas muy bajas- canalizan el grueso de los beneficios de dichas empresas. Una vez que el dinero es alojado en destinos como Chipre o Luxemburgo, es reinvertido en otros negocios por empresas de servicios financieros especializadas. Según Thevenet, de esta manera se configura una “doble ganancia”, ya que no sólo se pagan menos impuestos que en el lugar donde se generaron los beneficios, sino que se accede a un “asesoramiento preferencial sobre dónde invertir de la mejor manera” y poder ensanchar la suma aún más.

Con respecto a los impactos de la fuga de capital en el mapa de la economía global, el economista reflexionó que “los grandes perdedores son los países que tienen alojados a las empresas”, por lo que en el caso de Amazon, Estados Unidos es uno de los “perdedores”. Si bien aclaró que existen distintas interpretaciones económicas sobre la presión fiscal sobre la renta y que algunos sostienen que los impuestos “frenan las inversiones y la innovación tecnológica”, aseguró que los resultados de los estudios sobre mercados digitales “muestran que las tasas de competencia e innovación han decrecido” tras el advenimiento de monopolios tecnológicos como el de Amazon.

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