“Ahora estamos en la cabeza de las personas”, dijo a Sala de Redacción Thomás Bertón, vicepresidente del Colectivo Trans del Uruguay (CTU), en referencia a que una parte de la población sigue con “odio o miedo” al colectivo trans. En cambio, valoró que la otra parte se “animó a acercarse” a las personas que son parte del colectivo.
Por su parte, Rodrigo Falcón, integrante de Trans Boys Uruguay —organización fundada en 2014 enfocada en varones trans— concuerda en que, desde la vigencia de la llamada ley trans, la realidad de las personas ha mejorado mucho. A pesar de esto, lamentó que la norma “hoy no se cumple en su totalidad”. Al respecto, ilustró que en el campo de la salud no se cumple con la obligación de que cada prestador tenga un equipo interdisciplinario para la atención de las personas trans. En suma, sostuvo que dicha obligación se da con menor frecuencia en prestadores privados de salud y en el interior del país. Por su parte, Bertón alertó que “están habiendo faltantes de hormonas en diferentes centros de ASSE [Administración de los Servicios de Salud del Estado], sobre todo en el interior”.
El artículo 5 de la Ley Integral para Personas Trans sustituyó la obligación de recurrir a procesos judiciales para efectuar el cambio de nombre y sexo. Ahora ello se resuelve a través de procesos administrativos, lo que, según Bertón, confirma la idea de que la normativa anterior “validaba muchas violencias”. Cambiarse de nombre supone reconocer la identidad, tanto para la subjetividad propia como para el ojo ajeno: “Valida quienés somos en el aspecto público y administrativo”, planteó, y afirmó que este proceso fue más sencillo gracias a la ley, que está vigente desde 2018 y fue reglamentada en 2019. La nueva normativa significó un avance en materia de derechos para la población trans del país, a la que buscó proteger, dar atención y reparación, además de propiciar la inclusión laboral, social y a nivel de salud. Sin embargo, distintos referentes de esta lucha aseguran que el cambio principal que trajo esta ley está vinculado con la visibilidad que dio a la población trans.
Cambiar la cabeza
Según Bertón, “para avanzar en la lucha es necesario un cambio cultural”. “Por más leyes que nos amparen y nos defiendan, necesitamos que cambie la mentalidad de las personas en relación a cómo se paran frente a nosotros”, agregó. Acerca del cupo laboral trans, que está contemplado dentro de la ley, el activista aclaró que no alcanza únicamente con los cambios legislativos si todavía existen empleadores que no quieren contratar a personas trans. Según evaluó, ese tipo de cosas ocurren por motivos culturales, porque “aún hoy existen personas con la mente cerrada, que piensan que somos monstruos”, remató.
En 2021, el CTU lanzó un servicio telefónico de asistencia, escucha y orientación psicológica para la población trans y trans no binaria. En el contexto de la pandemia de covid-19, dicho servicio fue un aporte frente a la incertidumbre que trajo consigo el aislamiento físico. El grupo también llevó a cabo una olla popular a la que se acercaban 192 personas todos los días. “El apoyo que obtuvimos fue de sindicatos y, en varias ocasiones, del Plan ABC de la Intendencia de Montevideo”, recordó Bertón.
“La gente empezó a soltar más de la cuerda”, dijo, en referencia a que el Estado no brindó apoyo al colectivo ni para la comunidad trans en general. Al respecto, consideró que existe un recorte por parte del Estado, que “atraviesa directamente a las poblaciones más vulneradas”.
Además, el vicepresidente del CTU expresó que, si bien en el gobierno anterior “no todo era color de rosas”, sí existía “un tire y afloje”. Sin embargo, aseguró que en el gobierno de turno percibe una “libertad de cerrarnos puertas o de tratarnos como quieran”. En este sentido, el activista indicó que actualmente envían 497 canastas a población trans de 13 departamentos y calificó como “fuerte” la ausencia de financiamiento estatal para cubrir ese tipo de necesidades.
Imposiciones para ser
En un proyecto de ley titulado “Alteraciones gramaticales y fonéticas en institutos de enseñanza y entes públicos”, la diputada de Cabildo Abierto (CA) Inés Monzillo busca la prohibición del lenguaje inclusivo en centros educativos y entes públicos. Según publicó en su cuenta de Twitter, el objetivo de la iniciativa es hablar “correctamente nuestro idioma”.
Desde el CTU afirman que con esta propuesta se elige “perpetuar y validar prácticas violentas” que atentan contra la expresión de la identidad. “Es muy difícil vivir cuando están reprimiendo tu identidad”, dijo al respecto Bertón, quien entendió que el lenguaje inclusivo no se impone, se permite.
“Estamos planteando que se permita ‘el ser’, porque ya tenemos bastantes luchas cuando, por ejemplo, una persona trans va a un centro educativo y no se respeta su identidad de género, como para que ahora te digan que hablar con la ‘e’ está prohibido”, continuó. Además, aclaró que es un tema que incumbe a las personas no binarias y que, si se prohíbe su uso, se las invisibiliza. En la misma línea, Falcón calificó al proyecto de ley como una pérdida de tiempo, tanto de parte de CA como de los colectivos trans al “tratar de hacerles entender que, más allá del lenguaje, no aceptan lo distinto”. “El lenguaje es importante, pero más importante es lo que demuestran con este proyecto de ley. En ningún momento hubo un acercamiento de parte de ellos ni para este tema ni ninguno en lo referente a la diversidad”, expresó.
Dimensión expresiva
Colette Spinetti es bailarina, profesora de literatura y presidenta del CTU. Según manifestó a Sala de Redacción, “al igual que el arte, ser trans es una expresión”. Actualmente se encuentra trabajando en el proyecto Transversalizando el género, que funciona en las Escuelas de Formación Artística del Sodre (ENFAS), con el objetivo de acercar la formación artística a las personas trans.
La idea del proyecto se basa en generar espacios amigables en los que esta población no se sienta juzgada ni discriminada por su identidad y que algún día “las personas trans no tengan la necesidad de aclarar quiénes son” para ingresar a las ENFAS, comentó Spinetti. El proyecto está destinado a alumnos y docentes e incluye la realización de talleres en los que se trabaja sobre identidad de género. En particular, se enfoca en cuestionar una idea muy vigente en el mundo de la danza y el canto: la del binarismo.
“Tenemos que repensar los métodos en los que educamos y formamos el cuerpo y la voz”, explicó Spinetti, y agregó que la recepción que recibe es muy positiva. “Quienes fuimos formados en el binarismo crecimos con la idea de que en la danza hay ciertos roles para hombres y otros para mujeres, pero en la actualidad esto no es tan así, con las nuevas generaciones es distinto”, valoró. Si se acepta que en la danza hay pasos para hombres y otros para mujeres, la activista se preguntó “qué pasa cuando te encontrás con un cuerpo que transita la identificación en el género autopercibido”. “Ahí empieza el conflicto”, concluyó.