La Liga Femenina de Basketball (LFB) comenzó este fin de semana con el mismo formato y equipos del año pasado, aunque para esta edición se sumó el Club Atlético Tabaré, que ya competía en formativas. Por primera vez, se definió entre los clubes la composición de los planteles. A los dos cupos permitidos para jugadoras extranjeras, se votó un límite de ocho fichas mayores, es decir jugadoras mayores de 19 años, por lo que tendrán que completar los 12 cupos con jugadoras que todavía tienen edad de formativas (U19, es decir menores de 20 años).

Gloria Daners, presidenta de la liga femenina, dijo a Sala de Redacción que este es de los “cambios más importantes” ya que los clubes pretendían continuar con el recambio generacional y con el desarrollo de las jugadoras para dar un “salto fundamental en sus carreras, su formación y su experiencia”. Esta resolución hace que los clubes con formativas puedan dar a esas jugadoras un lugar en el primer equipo y motiva a los que todavía no tienen a crear sus formativas.

Desde la asunción de Daners como presidenta en 2020, el femenino ha crecido exponencialmente. Según sostuvo, haber jugado el torneo durante la pandemia fue clave para su difusión, ya que fue el único que se disputó en Sudamérica, y también “abrió las puertas a la llegada de extranjeras de elevadísimo nivel que sin duda han sido claves en esta evolución”. Por otro lado, el streaming fue parte de estas innovaciones, ya que a través del canal de Youtube de la LFB se transmitirán los partidos en vivo, además de los partidos finales en televisión. 

Malvín buscará repetir el título, mientras que 25 de agosto, Aguada, Defensor Sporting, Hebraica Macabi, Juventud de Las Piedras, Lagomar, Remeros (Mercedes), Tabaré, Urunday Universitario y Yale intentarán impedirlo.

El crecimiento no fue solo de nivel: en este período también se sumaron instituciones como Urunday Universitario y Yale, que iniciaron su camino con categorías formativas. Los dos proyectos tienen mucho valor porque “han apostado al desarrollo de las ramas femeninas formativas” y han tenido repercusión “sosteniendo la pirámide de jugadoras y estabilizando las participaciones en mayores”, agregó la presidenta.

La primera flecha

A nivel del club debutante y luego de competir cinco años en formativas, Tabaré va a disputar su primera LFB. En este sentido, Daners alabó este proceso por ser “imprescindible para el crecimiento deportivo y la evolución del femenino en general, para su estabilidad, el correcto recambio generacional y una mejor planificación y organización. Asimismo, destacó el hecho de que todos los participantes del año pasado continúan en competencia, algo que no había sucedido en las últimas ediciones, cuando un número considerable de jugadoras se trasladaban de un equipo a otro.

La noticia de que Tabaré se sumaría a la LFB llegó sobre fin de año y generó en las jugadoras alegría y entusiasmo, además de la responsabilidad que el desafío conlleva. Según Santiago Rodríguez, entrenador del primer equipo, en cuanto a la estructura no hubo cambios, aunque en las prácticas se transformó “el nivel y la intensidad que pusieron. Para el entrenador era “necesario” dar el paso, ya que “varias jugadoras estaban prontas y necesitaban jugar la LFB para seguir desarrollándose”.

El proyecto del indio de Parque Batlle tuvo su comienzo en 2019 y ha logrado una estabilidad en las competencias formativas. El club ha priorizado la evolución de la infraestructura y eso se ve reflejado en las horas de cancha que tienen los planteles femeninos, que cuentan con la misma cantidad de horas que el masculino. Este crecimiento hizo que las jugadoras “se quieran profesionalizar”, por lo que la manera de apoyar esa decisión “era presentarse en la LFB”, sostuvo Matías Varela, coordinador del equipo femenino de Tabaré. 

Según Varela, que Urunday y Yale transitaran las formativas les sirvió como “espejo” de la situación de Tabaré, ya que “tener esos proyectos de formativas que pasaron a competir nos permitió tomarlos como base para seguir un camino”, que se potenció en diversas reuniones y charlas con ambos clubes en las que “nos ayudaron a incursionar en este nuevo mundo”, agregó.

El plantel está conformado en su mayoría por debutantes, aunque también llegaron jugadoras que supieron ser campeonas en otros clubes. En este sentido, Rodríguez sostuvo que esa mixtura permite acompañar el desarrollo sin perder nivel y con foco en buscar “cualidades de liderazgo y ganas de aportar sin tener tanto protagonismo”. Una de las referentes, Camila Dos Santos, campeona con Bohemios en 2018, decidió cambiar de club esta temporada ya que la cautivó el “potencial del proyecto”, porque “este grupo en un futuro no tan lejano va a estar compitiendo a un gran nivel”, y se propone acompañar con su experiencia a las más chicas, que “me escuchan y prestan atención”. Las ganas y el compromiso se ven reflejadas en las palabras de Sofía Melone, jugadora U19, que dijo estar muy emocionada”, “con muchas ganas de competir” y de “darlo todo para ganar y aprender”.

En cuanto a los objetivos planteados, la palabra “competir” fue factor común, pero el resultado no lo va a marcar la posición en la que se termine. La intención es “competir todo el año y aprender para los que vengan”, señaló Melone, y “forjar nuestra identidad y una idea de saber a qué juega Tabaré”, fue el énfasis de Dos Santos. Para el entrenador, el objetivo de este año ya estaba cumplido y era el de competir. Desde la dirigencia “nos pusimos el objetivo de celebrar que por primera vez en la historia del club se va a presentar un equipo femenino de mayores”, pero también aprovechar instancias ante los equipos de alto calibre para “llevarnos aprendizajes que nos sirvan”.

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