El conflicto entre la Federación de Trabajadores de la Industria Láctea (FTIL) y la Cámara de la Industria Láctea del Uruguay (CILU) lleva más de un año debido a la falta de acuerdo en la negociación del convenio colectivo de los Consejos de Salarios, y se profundizó en las últimas semanas tras las medidas sindicales tomadas por la FTIL: paros parciales de dos horas y cuatro horas -como mínimo- por trabajador, enlentecimiento de las exportaciones lácteas y el trabajo a reglamento, que implica que no se harán horas extras, cambios de turno, ni tampoco trabajarán en descansos o feriados y no se desempeñarán en áreas distintas a sus puestos habituales.

Según informó La Diaria, el sindicato se adherirá al paro general parcial que anunció el PIT-CNT para el próximo 7 de julio de 9.00 a 13.00; los trabajadores concentrarán en la sede de la CILU para “realizar una volanteada y jornada de difusión del conflicto en los sindicatos del interior”. Además, desde el lunes 4 al viernes 8 de julio entregarán volantes y pintarán muros en diferentes zonas del interior del país y la zona metropolitana.

Desde la FTIL justifican que el paro de actividades se realiza por la pérdida del salario real que sufrieron los trabajadores de la industria durante 18 meses y el vencimiento, hace seis meses, del convenio firmado en los Consejos de Salarios con el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS), según expresaron a través de un comunicado emitido el 13 de junio. Además, agregaron que todavía no hay una fecha establecida para la próxima instancia de Consejo de Salarios, y que están en desacuerdo con la posición de la CILU de que exista una cláusula de paz, que la FTIL considera “abusiva”, según se lee en el comunicado.

Sin embargo, la CILU cree que no es abusiva, ya que, “si los salarios están acordados en el convenio, lo que está acordado debe cumplirse y no se deberían tomar medidas por reclamos adicionales”. El secretario ejecutivo de la CILU, Ariel Londinsky, expresó a Sala de Redacción que “la conflictividad en el sector lácteo ha sido permanente en los últimos años, a pesar de que teníamos una cláusula de paz”, que no permitía tomar medidas sindicales por reclamos de salario durante el período acordado.

Además, Londinsky advirtió que “el desabastecimiento va ir creciendo si se incrementen las medidas sindicales” por parte de la FTIL, y agregó que desde la CILU entienden que estas son “abusivas”, porque “no se deberían tomar medidas mientras está abierta la instancia de negociación de los Consejos de Salarios”. 

Propuesta y negociación

Ante la falta de acuerdo, el MTSS elaboró una propuesta a comienzos de junio que implica, según detalla un comunicado de CILU, “la recuperación salarial en 24 meses de un 4,82% del período puente de la pandemia” y “casi 3% se recupera en los primeros 12 meses”. También se destaca la realización de ajustes semestrales y correctivos anuales por el Índice de Precios al Consumo (IPC) por un plazo de cuatro años, una partida especial de 2.000 pesos mensuales durante 2025, último año del convenio, en función del crecimiento de un índice que mide los litros leche sobre las horas trabajadas. 

Por último, contiene una cláusula de paz que los trabajadores rechazaron por segunda vez, lo que hace que se tenga que proceder a una tercera instancia de negociación o votar finalmente la pauta que propuso el Poder Ejecutivo. Luis Goichea, integrante de la FTIL y secretario de la Asociación de Obreros y Empleados de Conaprole (AOEC), explicó al portal de noticias Todo el Campo que la FTIL desestima la propuesta del MTSS porque “no se condice con lo que ha sido la historia de los Consejos de Salarios”. “Todo está trabado por la cláusula de paz”, aseguró. 

Sin embargo, Londinsky aclaró que “la mayoría de los convenios de todas las ramas de actividad tienen cláusula de paz del estilo que propone el MTSS” y dio como ejemplo las cláusulas acordadas en la industria láctea en 2013, 2016 y 2018; esta última ya había generado medidas sindicales y paros por parte de los trabajadores. Por último, Londinsky advirtió que “el aumento de salario es cuatro veces menor a lo que se está proponiendo en el convenio y no están aceptando los trabajadores”.

Un conflicto que salpica

Este conflicto ha generado consecuencias en los distribuidores, productores, trabajadores, comerciantes y los propios consumidores de la industria láctea. Ante las últimas medidas gremiales ejecutadas por la FTIL, los productos y subproductos lácteos comenzaron a faltar nuevamente, y ello preocupa a los comerciantes: “Es un conflicto que nos golpea mucho”, expresó a Sala de Redacción Daniel Fernández, presidente del Centro de Almaceneros Minoristas, Baristas, Autoservicistas y Afines del Uruguay (Cambadu).

Por otra parte, Fernández enfatizó en que estas consecuencias traen un mayor problema en los barrios más carenciados: “En los barrios humildes la gente no puede pagar la leche más de 37 pesos, que es lo que vale” y ello hace que si solo encuentra leche en caja, que es más cara, los compradores deban dejar de adquirir otros productos. Pero no es sólo la falta de productos lo que le preocupa a Fernández, sino también los horarios de llegada, ya que con el actual “distorsionamiento de mercado, en vez de llegar a las ocho de la mañana llegan en la tarde”, algo que “los perjudica porque la organización es distinta”.

Respecto a la cantidad de leche para distribuir, Goichea expresó semanas atrás a M24 que la empresa Conaprole tenía “más de 200 mil litros de leche fresca que se niega a distribuir”. En cambio, la vocera de la Asociación Nacional de Distribuidores de Productos Lácteos de Conaprole (Andiprolac), Natalia Pena, explicó a Sala de Redacción que esto no es cierto y aclaró que la leche no está envasada cuando hay que ir a buscarla en la madrugada para llegar a los comercios.

“Ellos seguramente se incorporan a trabajar a las 22.00, que es cuando entra el turno y se ponen a envasar leche, y a las cuatro de la mañana quizás hay 40.000 litros de leche envasada, pero esa cantidad no da para toda la red”, agregó Pena, y específico que “hay faltantes en casi todos los códigos de leche”. “No nos entregan leche en cajas, ni ultras, ni deslactosadas, ni de hierro”, ni tampoco los derivados como manteca, Lactolate y yogures. 

El conflicto también trajo efectos negativos para los trabajadores, ya que hace cuatro meses la Andiprolac tomó la decisión de realizar envíos al seguro de paro. “Los trabajadores son jornaleros, se buscó enviarlos por algunos días y a otros no. Como tenemos menos mercadería, distribuimos en la zona de forma diferente y generamos otra forma de trabajo para tratar de no enviar a nadie al seguro de paro”, señaló Pena.

“Estamos haciendo los máximos esfuerzos para no hacer envíos al seguro, porque necesitamos a la gente y entendemos sus necesidades”, agregó, pero adelantó que “si se mantiene el conflicto durante mucho tiempo habrá envíos al seguro y empresas que van a cerrar”. La extensión del conflicto preocupa a los implicados directos y a quienes afecta indirectamente: comerciantes, productores y distribuidores; estos últimos no han recibido noticias de las soluciones que tanto Conaprole, la CILU como los trabajadores pueden darles.

“No nos dicen nada, solo vemos que la rentabilidad de las empresas no está funcionando, tenemos que pagar los aguinaldos, los salarios y los ingresos bajan notoriamente”, expresó Pena, y agregó que los precios no se condicen con la realidad que se está viviendo: “No han subido, la última suba fue hace como dos o tres meses, y fue una suba de 1 o 2%, fue muy baja, no fue significante”.

Capítulo aparte

A pesar de que la problemática ha sido en toda la industria láctea, “la empresa más afectada es Conaprole, porque las otras marcas están en la calle. A nosotros no, no tenemos mercadería y te empiezan a quitar mercado”, explicó Pena. 

Desde el 1 de abril, la AOEC decidió realizar protestas que se mantienen hasta hoy para reclamar, además de lo ya mencionado, un aumento salarial de 40% para 170 trabajadores que se ocupan del mantenimiento de la plantas número 8 y 21, por entender que el nivel de tecnificación aumentó, según explicó a Todo el campo Leandro Galarraga, presidente de la Asociación Nacional de Productores de Leche. “Los productores no podemos seguir siendo rehenes”, manifestó, y recordó que el salario más bajo de la cooperativa “es tres o cuatro veces el salario mínimo nacional”. “Una suba del 40% nos parece un abuso total”, expresó.

Al igual que Galarraga, el presidente de Conaprole, Gabriel Fernández, expresó a El Observador que Conaprole es la empresa láctea que “paga mejor” en el país y “tiene un nivel de remuneración muy bueno para Uruguay”. En ese sentido, aclaró que no van a dar el aumento salarial por incorporación de tecnología: “Nos parece que no es válido; la incorporación de tecnología es para mantener la mano de obra y las posibilidades de seguir comercializando”.

Ante la falta de acuerdo, los trabajadores de Conaprole decidieron volver al paro de actividades, trabajo a reglamento y asambleas y, como consecuencia, se generó una vez más el desabastecimiento de algunos productos y subproductos lácteos en los comercios. Desde Conaprole acusan a los trabajadores de provocar esta situación, mientras que la AOEC cree que la empresa “una vez más emite un comunicado público responsabilizando al sindicato de la mala gestión de algunos jerarcas” y pretenden “en forma solapada que los ciudadanos tengan que consumir otras leches más caras, afectando especialmente a los hogares de menos recursos”, según expresaron a la radio M24.

Esta semana la situación conflictiva en Conaprole se profundizó, ya que la AOEC resolvió realizar un paro de 24 horas este viernes, ante “el despido de una trabajadora de la Planta número 1, con 15 años de trabajo, sin ningún tipo de sanción”, según informaron en un comunicado. A su vez, rechazaron las declaraciones públicas que hizo el ministro de Trabajo y Seguridad Social, Pablo Mieres, porque entienden que está “tomando partido por las empresas, cuando debería buscar alternativas y mediar para resolver el conflicto lácteo”.

En una conferencia de prensa, este miércoles Mieres declaró: “El sindicato iba a recibir en un acuerdo salarial la recuperación completa de su poder adquisitivo en un plazo bastante breve y en un convenio a cuatro años. Lo que pasa es que no quiere firmar una cláusula de paz. No quiere firmar nada que le impida mañana volver a hacer conflicto por lo que se le cante”.

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