Pese a los esfuerzos colectivos de varias instituciones en los últimos años, el campo del cine accesible uruguayo permanece aún muy incipiente. “Trabajamos con organizaciones de la sociedad civil para mejorar la experiencia con el cine, no solamente en la cuestión del acceso. Creemos que el disfrute también debería ser un elemento a tener en cuenta”, mencionó a Sala de Redacción Leticia Lorier, docente e investigadora de la Facultad de Información y Comunicación y responsable del Núcleo Interdisciplinario de Comunicación y Accesibilidad (NICA). Si bien la representación de las personas sordas en la gran pantalla ha crecido en los últimos años, existen algunos debates respecto a cómo y quiénes cuentan las historias. 

Desde el NICA se destaca la importancia de observar a la comunidad sorda a través de una perspectiva sociolingüística, lo que implica visualizarla como una comunidad idiomática. Esto no es menor para el núcleo, que plantea que la lengua de señas es lo que une y da identidad a las personas sordas. La que se impulsa es una mirada que pone el foco en lo que sí tiene la comunidad, que es la lengua, y no en lo que le falta, que es la escucha. Es también desde esa mirada que parte el resto del accionar del NICA, que trabaja en los procesos de producción de accesibilidad con traductores sordos desde el día uno de la creación audiovisual.

Sin embargo, Lorier señala la necesidad de producir contenido audiovisual en lengua de señas uruguaya (LSU), puesto que lo que tiende a suceder con más frecuencia son los procesos de interpretación. “Falta producción en lengua de señas, que la accesibilidad sea en el sentido contrario. Si un
audiovisual es producido en LSU, entonces, la accesibilidad es al revés”, dijo Lorier.

Florencia Fascioli, responsable del Programa de Accesibilidad Audiovisual de la Universidad Católica del Uruguay, habló con Sala de Redacción sobre la producción directa en lengua de señas como un
campo muy interesante por desarrollar. “Hay un posicionamiento político sobre cuál es la lengua base del audiovisual y cuál será la traducida. Pone a la lengua de señas en otro lugar del discurso y eso tiene una fuerza en sí misma que puede equipararse a la producción en lenguas minoritarias en otros países”, señaló. Además, mencionó que este tipo de producciones otorgan representación y valor
cultural a los colectivos lingüísticos.

La existencia de una pluralidad y diversidad de experiencias es una pieza fundamental para comprender mejor a la comunidad sorda. Así lo plantea a Sala de Redacción el argentino Federico Sykes, quien es director del Festival Internacional de Cine Sordo de Argentina (Ficsor). El propio Sykes inició dicho proyecto en 2016, a partir de la necesidad de contar con un evento enfocado en posibilitar el acceso audiovisual a la comunidad sorda. A través del tiempo, el festival fue creciendo, al igual que las películas producidas desde el vamos en lengua de señas. Respecto a los orígenes de la iniciativa, Sykes rememoró que cuando planteó la posibilidad de ver películas en lengua de señas “las personas sordas sintieron que realmente era accesibilidad, porque es su lengua y es parte de su identidad”.      

Accesibilidad para todos

El NICA señala que los estudios y las acciones en torno a la accesibilidad de los últimos diez años son capaces de demostrar que el campo es mucho más amplio de lo que se suele pensar. En ese sentido, no está circunscripto a un grupo en particular, porque los destinatarios finales de los contenidos tienden a quedar por fuera de las lógicas evidentes. “Cuando las películas tienen accesibilidad se amplía la diversidad de destinatarios, allí entran los contextos, las trayectorias socioeducativas, los consumos culturales, la diversidad lingüística, incluso también los momentos vitales”, comentó Lorier.

Consultada sobre qué acciones se pueden implementar a nivel de políticas públicas para mejorar la situación del audiovisual accesible, Lorier mencionó la atención a las carencias en la formación de profesionales. Al respecto, señaló que se trata de un nuevo campo con nuevos roles y entornos laborales que requieren de formaciones adecuadas. La docente también destacó la necesidad de incentivar la investigación en el área, ya que existe una gran carencia de información. Por ejemplo, mencionó que no se cuenta con un archivo nacional de cine ni de cine accesible. “Falta también pensar en términos de calidad, porque a veces se habla de accesibilidad o de incluir la herramienta de audiodescripción o interpretación en LSU, pero no se indaga en cada parte del proceso, tampoco en si finalmente resulta accesible”, señaló. 

Representaciones

La representación de las personas sordas en el cine fue impulsada en los últimos dos años a través de películas de Hollywood como El sonido del metal (2020) y la más reciente ganadora del premio Oscar a mejor película: Coda (2021). Sin embargo, Fascioli expresó la importancia de cuestionar el tratamiento que se le da a la temática y las historias que deciden contarse. “Poner el tema en agenda tiene un valor en sí mismo, pero después hay que ver hasta qué punto esas historias no siguen reforzando determinados lugares históricamente construidos”, indica. En la misma línea, Lorier llamó a cuestionarse si, cuando aparece alguien con discapacidad, la temática narrativa identitaria de la persona debe estar atravesada únicamente por esa particularidad. 

Sykes evocó el recuerdo de un niño de ocho años proveniente del pueblo argentino Saladillo, que estuvo presente en 2016, durante la primera realización del Ficsor en Tigre. El niño nunca había tenido la oportunidad de tomar contacto con otras personas sordas y ese día en el festival, además de poder intercambiar con personas de la comunidad, pudo ver una película en lengua de señas española. Al finalizar la función, el niño se le acercó a Sykes y le preguntó si las personas que salían en la película eran oyentes, a lo que respondió que no, ya que se trataba de una película en la que los actores eran sordos. Ante el estado de incredulidad del niño, Sykes le presentó al director de esa película. Pese a que
hablaba lengua de señas española, se pudieron comprender a través de la gestualidad. “El niño quedó emocionado y sorprendido, se dio cuenta que de verdad yo le estaba diciendo que las personas sordas pueden actuar, que no le estaba mintiendo. Eso es un ejemplo que él pudo tomar para el futuro, para pensar que puede hacer otras cosas”, reflexionó Sykes.

El camino de la representación y la accesibilidad es percibido como un proceso eterno para Sykes, pero considera que lo mejor es pensar a los materiales audiovisuales de manera accesible desde el punto de partida. En ese sentido, destacó la importancia de establecer un proceso colaborativo con la comunidad sorda en la producción. “Nada de nosotros sin nosotros”, es uno de los mensajes fuertemente impulsados para que se comprenda que estar presentes en el ámbito cultural también es su derecho.

En términos de representación, Lorier entendió que en Uruguay se ha trabajado por caminos interesantes. Uno de esos es el documental Mirador, que fue estrenado el año pasado como parte del ciclo de cine accesible y que tiene a tres protagonistas ciegos. Más allá de esta y otras iniciativas, la distribución del cine accesible aún dista de ser la ideal.

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