“Dentro de la masculinidad sufría cierto rechazo y no terminaba de encontrarme dentro de la feminidad”, cuenta Nicolás, y agrega: “Empecé a comprender que no me sentía amparade por ningún espectro”. Conocer la no binariedad le llevó a ver que otras personas atravesaban procesos similares. Encontrar esta comunidad le hizo encontrar respuestas.
Creció en un hogar encabezado por mujeres o, en sus palabras, una “familia matriarcal” y nunca se le impusieron actividades y juegos que comúnmente se destinan a niños: “nunca fui el niñe al cual apenas es chique lo mandan al baby fútbol o cosas por el estilo”. Su familia siempre le permitió hacer lo que le gustaba y desarrollar su personalidad libremente.
“Eso me ayudó a tener una idea de la masculinidad bastante distinta”, tan así que en su adolescencia descubrió el drag, una práctica performática que exagera la feminidad impuesta socialmente. Esta experiencia le llevó a pensar que “es posible, siendo hombre, proyectar feminidad en algún sentido”. Su familia le acompañó durante todo el proceso: “que mi familia lo tomara de forma tan natural me ayudó a encontrar más respuestas”.
Uruguay no cuenta con políticas públicas enfocadas en la población no binaria y no es una opción incluida en el Registro Civil. En Argentina, en cambio, a la hora de marcar el género en el DNI, existe la opción de utilizar la “X” para las personas no binarias. Sin embargo, los activistas disidentes de Uruguay buscan que se conciba la opción “NB”, ya que argumentan que no son una X, son personas no binarias. Para Nicolás, la identidad se encuentra invisibilizada en nuestro país, ya que “las cosas son para gente cis o para gente trans”.
El género es el conjunto de expectativas y creencias construidas en base al sexo biológico. Es una construcción social. Es decir, se relaciona con cómo se espera que actúen las personas según su sexo. Las personas de género no binario son aquellas que asumen una identidad por fuera del binomio masculino/femenino. Cami González, integrante del colectivo No Binaries Uruguay, explicó a SdR que las personas no binarias no se identifican “con lo que es ser hombre ni con lo que es ser mujer”. En cambio, pueden “fluir entre ambas identidades” o “crear una nueva identidad”.
Si bien a veces utilizan pronombres masculinos o femeninos, promueven el uso de pronombres neutros como “elle”, pero es importante preguntar con qué pronombres se identifican. Es por eso que el lenguaje no binario no sexista (conocido como lenguaje inclusivo) es defendido por estas identidades.
“Volver al closet”
En diciembre del año pasado, la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) aprobó la Circular Nº 4/2022 para definir los criterios para el uso del lenguaje inclusivo. Allí se aclara que “debe propiciarse siempre un lenguaje que se ajuste a las reglas del idioma español” y se alienta a buscar “mecanismos tendientes a evitar cualquier sesgo discriminatorio en la comunicación”.
El Bloque Trans y Disidente presentó un comunicado para expresar su rechazo a la circular por violentar a las “infancias no binarias y disidencias sexogenéricas”. Su postura es que el lenguaje inclusivo es necesario para que “sus identidades sean respetadas y reconocidas por el Estado y la sociedad”.
La diputada cabildante, Inés Monzillo presentó a principios de abril un proyecto de ley para prohibir el lenguaje inclusivo en instituciones educativas y entes públicos. El fin, según dijo a SdR, es que no se hagan alteraciones gramaticales o fonéticas al idioma. Monzillo opinó que modificar el idioma “no es incluir” y que incluir es “tolerarlos, aceptarlos y no preguntar cómo se perciben”. Además agregó que “si por cada género vamos a poner una palabra en especial entonces vamos a tener un abuso” en el idioma.
El gremio de estudiantes del IAVA rechaza el proyecto de Monzillo, según dijo a SdR la estudiante Lucía Archetti. Afirmó que el gremio utiliza lenguaje neutro y cuenta con una gran población de identidades no binarias. “Con la prohibición del uso de pronombres neutros también se está prohibiendo la expresión de género de nuestres compañeres”, consideró. Defendió, además, que las personas no binarias “tienen derecho a vivir su identidad libremente en sus centros de estudios”.
Consultada respecto al proyecto de ley, la profesora de literatura y militante del colectivo Ovejas Negras, Collette Spinetti, comentó a SdR que prohibir el uso de este lenguaje significa dejar de lado a “todas aquellas personas que no se sienten dentro del binomio masculino/femenino”, lo cual trae como consecuencia acotar “el objetivo de la educación”. Aprobar este proyecto equivaldría a “volver al closet”, dijo González, ya que el lenguaje y los pronombres con los cuales prefieren nombrarse también son parte de sus identidades. El proyecto de ley no permite una discusión real con quienes se está “interpelando directamente en cuerpo y vivencias”, consideró, ya que “quienes dan la discusión no son personas trans ni personas no binarias ni disidentes del género”. En nombre del colectivo, González expresó que no quieren “nada de nosotres sin nosotres”.
En Uruguay han existido otros proyectos de ley que buscaban prohibir el uso del lenguaje inclusivo en instituciones educativas. En 2018 Ope Pasquet presentó un proyecto similar al de Monzillo, pero no tuvo apoyo. Surgió a partir de un artículo publicado en el diario El País que afirmaba que tanto alumnos como profesores lo utilizaban. Pasquet volvió a presentar un proyecto relacionado al idioma en 2020, pero cambió el foco. Se buscaba hacer del idioma español el idioma oficial del Uruguay y el proyecto permitía la prohibición del lenguaje inclusivo.
Para la lingüista Verónica Viera, en los hechos no se puede prohibir el lenguaje inclusivo porque “hay una necesidad comunicativa diferente”. Destacó que es un tema que despierta el interés de los estudiantes y que “no se puede pensar que alguien que habla con lenguaje inclusivo desconoce las reglas del sistema lingüístico”, ya que es necesario saber conjugar y reflexionar sobre el lenguaje. También aseguró que si bien el uso del lenguaje inclusivo es ideológico, todas las visiones de la lengua lo son, y se preguntó por qué prohibimos un uso en vez de promover los derechos de los hablantes a ser participantes activos de la construcción de la lengua.
La Real Academia Española (RAE) ha rechazado el uso del lenguaje inclusivo y su director, Santiago Muñoz, quien también es presidente de la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE), afirmó a El País de España en 2020 que este tipo de variantes “estropean” a la lengua. La Academia de Letras uruguaya, en tanto, no ha tomado una postura al respecto. Sin embargo, cuando se discutió el proyecto de Pasquet en 2020, el presidente de la Comisión de Asuntos Lingüísticos, Adolfo Elizaincín, dijo al semanario La mañana que el lenguaje inclusivo no existe.
A pesar de sus anteriores declaraciones, Muñoz, en su reciente visita a Uruguay, declaró, al momento de ser nombrado visitante ilustre de Montevideo por la comuna, que “son los hablantes quienes deciden cómo evoluciona su lengua” y comentó que es “tanto un debate lingüístico como un debate político”, ya que hace “más visible el tema de la desigualdad de la mujer”.
El lenguaje inclusivo no es exclusivo al idioma español y su prohibición tampoco. En 2021 Francia prohibió su uso en instituciones educativas. Sin embargo, en otras partes del mundo se han aceptado, de formas distintas, los pronombres neutros. La Academia Sueca oficializó el pronombre neutro “hen”, que surgió en los años sesenta gracias al movimiento feminista y se agregó al diccionario oficial debido a su uso generalizado. El gobierno de Bélgica, por su parte, ha promovido el uso del lenguaje inclusivo en escuelas y entes públicos.