Licenciada en Educación Física y técnica de fútbol con una maestría en Gestión Económica y Derecho en el Deporte, Graciela Rebollo ha sido esencial en el desarrollo del fútbol femenino del país. Actualmente trabaja en Liverpool F.C. y en el Departamento de Niñas de la Organización Nacional de Fútbol Infantil (ONFI). En entrevista con Sala de Redacción repasa su acercamiento al deporte, su crecimiento profesional en el fútbol femenino y la relevancia que tomaron eventos tales como el mundial de Azerbaiyán 2012 y el que tuvo como sede a nuestro país en 2018. Sin dejar de lado ese crecimiento, relata las dificultades individuales, familiares y sociales que se presentaron en su camino, centrándose en el rol de mujer en el fútbol y las barreras culturales que persisten en un ámbito -aún hoy- primordialmente masculino.

-¿Por qué elegiste la educación física como carrera profesional? 

-La educación física vino con el tiempo. Yo soy la única mujer con dos hermanos varones, nos criamos al aire libre y trepándonos a los árboles, tuvimos experiencias motrices muy ricas. Con el tiempo, tuve la oportunidad de participar en campeonatos escolares e interliceales, en disciplinas como gimnasia rítmica y natación. Después seguí estudiando, hice sexto de ingeniería y entré a la Facultad de Química, pero me vi dentro de un laboratorio con túnica, con aparatos alrededor y me sentí como gato enjaulado. Entonces salí en el primer semestre a entrenar y a dar el examen de ingreso en el Instituto Superior de Educación Física. 

-Se podía entrever una veta de ayuda hacia el otro. 

-Sí, sobre todo guiar, eso me gustó desde chica. No era que me hacia la crá ni nada por el estilo. En el Instituto salvé el examen, en el ranking quedé en el número treinta y dos. Treinta entraron en Montevideo y surgió la posibilidad de ir a Maldonado, cuando me dieron los resultados me emocioné mucho por todos los esfuerzos de mi familia, y terminé yendo. Mi vieja que se desvivió por nosotros, mi padre laburando pila, era la primera vez que me independizaba con 19 años. El apoyo de mis viejos y de mis hermanos fue fundamental en ese momento.

-¿El lugar de la mujer en la educación física y en el deporte ha cambiado?

-Creo que en el deporte en general ha cambiado, y con ello la estructura y la sociedad. Acompañar a mis hermanos al fútbol infantil era estar sentada, aburrida y a veces probaba alguna pelota al costado de la cancha mientras mis hermanos jugaban al fútbol. A mí me encantaba pelotear en el campito de casa o en la vereda, jugaba al cordoncito o al “Richard” en la calle porque no podía entrar en el fútbol infantil como hoy en día está estructurado, sin lugar a dudas hay una evolución. Yo tenía que ser la divina nena gimnasta… Mis viejos no tenían la culpa, fueron criados así, pero me salí con la mía, terminé yendo hacia la educación física en donde toqué todos los deportes y experimenté lindas vivencias. Al tener hijos, llevé al varón al fútbol infantil y la niña iba con nosotros; se volvía a repetir la historia de mi vida. Pero esta vez el técnico invitó a mi hija a jugar. Ahí por suerte no se vivió lo mismo, la nena terminó jugando. Hoy tiene 24 años, sigue jugando al fútbol y es profesora de educación física como yo.

-Dentro del deporte, vos te enfocas en el fútbol ¿Cómo comenzó ese camino?

-Acompañar a mis hijos al fútbol en el club Colón e involucrarme con los orientadores técnicos fueron actividades que me acercaron a la profesión y por eso decidí hacer la tecnicatura. 

Me recibí como técnica de fútbol en el 2009, fue todo muy rápido porque en 2010 estuve involucrada al femenino, como ayudante técnica en un proceso de selección. En julio del 2011 me dieron una selección luego de presentarme en AUF para una sub 17 y en el 2012 jugamos un sudamericano y clasificamos a un mundial. Me involucré tarde porque decidí que mis hijos crecieran y tuvieran una familia, es decir, apoyar esa parte que es más importante en la vida.

-¿Cómo fueron tus primeras experiencias en la selección femenina?

-Muy intensas. Era la primera vivencia que tenía como seleccionadora y en muy poco tiempo se logró acceder a la final del sudamericano 2012 y clasificar a un mundial, siendo la primera vez que se hacía a nivel femenino. Cuando clasificamos, tuve que golpear muchas puertas para que nos orientaran; no existían esas experiencias. Alejandro Garay fue uno de mis guías, alguien con mucha participación en la sub 15 masculina de selecciones. Los encuentros en el Complejo Celeste fueron importantes, tuve mucho más contacto con Mario Rebollo y Celso Otero. Con el maestro (Washington) Tabárez tuve algún contacto puntual, pero no quería molestarlo mucho, no quería hacer el ridículo y preguntarle: “¿Es mejor entrenar doble horario?”

-¿Qué diferencial tuvo la maestría en Gestión Económica y Derecho en el Deporte para tu desempeño profesional?

-Fue importante. Surgió desde la Secretaría Nacional de Deporte, en un convenio con la Universidad de la República y la Universidad del IMSS en Francia. Conseguí una beca que me permitió seguir creciendo y estudiando. En pleno sudamericano, todo el plantel se iba a dormir y yo tenía que entregar trabajos para el posgrado, realmente terminaba muy cansada, pero era una meta que quería alcanzar y lo logré, porque es un plus saber de legalidad, economía, marketing y cómo vender un producto, son cosas que una dentro de la docencia no aprende y que aportan muchísimo.

-¿Qué barreras culturales pensás que en el fútbol femenino todavía persisten?

– Existen barreras importantes que no se han superado. De todas formas soy optimista, porque el fútbol femenino nació en 1996 y es un proceso muy joven si lo comparamos con el fútbol masculino. Una barrera que destaco es que no se genera derecho de formación en las mujeres; no se mueve una rueda de inversores, de marcas, de dinero, de visibilidad. Recién hace poco tiempo se logró la televisación de los partidos-ahí te das cuenta de esto-, pero más allá de las dificultades, pienso en cómo podemos contribuir en esa evolución. Tenemos que vender el producto del fútbol en sí, que sea de calidad, vistoso, que atraiga a las empresas, que se preocupen de filmarlo y darle visibilidad, y para eso necesitamos gente profesional, no sólo a la mamá, el papá y el abuelo en la cancha. Las familias llaman a ONFI para preguntar a qué lugar pueden llevar a sus hijas a jugar al fútbol, hoy todavía abundan los llamados de papás o de mamás con niñas de 12 años. ¿Por qué esperan tanto? Porque antes la llevaron a gimnasia, a hockey, patín, a actividades más “de niñas” y a los 12 años sólo le queda un año para jugar en fútbol infantil.

El fútbol en la actualidad es sexista, es más, no hemos visto mujeres dirigir profesionalmente a los hombres. Si yo doy el mismo examen, hago el mismo esfuerzo que cualquiera de mis colegas hombres que dirigen, no sé por qué no me puede contratar una institución y orientar a un equipo masculino; ¿es porque miro el fútbol de modo distinto a él?, ¿por qué tengo una opinión diferente a él?, ¿por qué no tengo nombre? 

-¿Existen diferencias entre el trabajo que realizaste en Colón y el que desempeñas hoy en Liverpool F.C.? ¿Y con la selección?

 -Sí, sobre todo en la labor que desempeñé en Colón con respecto al rol que tengo ahora en Liverpool. No hay muchos clubes como Liverpool hoy con respecto a la gran inversión que realiza, tenemos un equipo multidisciplinario con psicólogos, doctoras, delegados, profes y asistentes, hasta un licenciado en recreación, lo que facilita mi labor como técnica. En las juveniles que dirigí en Colón éramos dos: el delegado y yo. Hacíamos de todo y mi trabajo se veía afectado, tenía que atender muchas cuestiones. En selección tenés un referente, la que te paga los boletos, la equipier que te trae los materiales, el entrenador de goleros, etc. 

-Uno de los grandes pasos que dio Liverpool F.C. camino a la profesionalización del fútbol femenino fue generar espacio para todas las categorías, desde sub 12 a primera división. ¿Cuáles fueron los pasos para llevar adelante este proyecto?

-En el 2015 lo presentamos junto con un colega, Javier Saavedra -actual coordinador administrativo en el club-, en charla con el presidente José Luis Palma. Se empezó con una sub 15 y una sub 18, en base a una escuelita de fútbol que coordinaba y en el primer salieron campeonas y terceras respectivamente. Ya en ese momento se visualizaron avances, lo que provocó que el club rápidamente montara una sub 16 y una sub 19. Fue tanto lo que empujó el carro de juveniles que tuvimos que abrir una primera categoría, con la que entramos en la B en el segundo año y salió campeona. Se armó la A y se completó todo el proceso. 

-No esperabas un progreso tan rápido…

-Eso, a corto plazo no apostamos a grandes resultados, sin embargo a los dos años quedamos detrás de Peñarol, Nacional y Colón que son los cuadros más importantes, uno por su historia y los grandes por todo lo que involucran y lo que invierten. Tan mal no hicimos las cosas. No es poco trabajo el proceso del que estamos hablando porque se  necesita de mucho esfuerzo y un equipo en el que todos participen. Hay cuestiones que se aprendieron sobre la marcha y hemos tenido metidas de pata muy importantes, pero bueno, las dificultades también forman parte de ese trabajo. 

“El fútbol en la actualidad es sexista. Es más, no hemos visto mujeres dirigir profesionalmente a los hombres. Si yo doy el mismo examen, hago el mismo esfuerzo que cualquiera de mis colegas hombres que dirigen, no sé por qué no me puede contratar una institución y orientar a un equipo masculino.”

-¿Cuáles son los avances que has podido visualizar desde aquella primera participación en el mundial femenino de Azerbaiyán en 2012 a la actualidad?  

-Fue una apertura de proceso. El hecho de que FIFA y CONMEBOL obligaran a que todos los cuadros tengan planteles femeninos para poder tener su licencia fue muy importante, eso allanó el camino. Que ya de arranque la AUF piense en tener ese proceso de selección y mantenerlo en el tiempo ya es súper valedero. No en vano: ¿Cuánto hace que está  Ariel Longo como técnico en la selección? Hace más de dos años que está y eso le da una continuidad a la idea, es un mensaje de respaldo también para las jugadoras.

Por otro lado, la radio, la televisión, los diarios van y cubren una práctica o un amistoso, esas cosas antes no existían. Nadie se enteró como entrené yo en 2012, llegué a hacerlo en el Parque Rivera porque no teníamos otro lugar. Además, para mi es fundamental tener a un psicólogo en el cuerpo técnico. A mí me decían que no, que no se podía invertir en este tipo de profesionales y es muy necesario porque a nivel formativo se tiene que trabajar con un equipo atento a todas las áreas. Pero debo hacer una puntualización, ya que a mi criterio -y lo tengo que hacer en forma crítica como técnica que soy-, creo que nos estancaron. No digo que involucionaron, pero en lo personal creo que se podría haber crecido más. Tengo discrepancias con cómo se están llevando adelante las cosas desde la dirigencia, pero esto desde el trabajo técnico, nada más.

Foto: Twitter de Graciela Rebollo

-En tu opinión ¿qué experiencias dejó el mundial femenino sub 17 del año 2018 que se llevó adelante en nuestro país? ¿Crees que fue un impulso importante?

-Sin lugar a dudas, el suceso de ser sede fue algo único. Trabajé con la FIFA y lo hice desde otro lugar, el de la organización. Me encontré con muchos y muchas colegas que me señalaban lo cambiado que estaba todo, veían rodar una pelota más grande, lo que me permitió conocer otra visión de la competencia en sí, del minuto a minuto, desde otro lado. Socialmente ayudó mucho a la visibilidad del fútbol femenino. En mi caso, que me pusieran en un lugar responsable de visibilizar fue muy interesante y también pude aprovecharlo, por ejemplo todas las abanderadas, todas las mascotas y todas las alcanzapelotas que participaron, eran jugadoras del fútbol infantil. Cuando hice el resumen en la FIFA en la reunión final, mi manager me preguntaba: “¿Por qué son las jugadoras del infantil las alcanzapelotas?” No es una mascotita que está pendiente a ver dónde está la mamá o el papá, está concentrada en el partido. Sabe que es un córner y se la tiene que dar a una jugadora en el banderín. Son pequeñas cosas, pero todas contribuyen a un mejor espectáculo.  

“Tener un psicólogo es fundamental. A mí me decían que no había rubro, que no se podía invertir en este tipo de profesionales. Es necesario porque a nivel formativo se tiene que trabajar con un equipo atento a todas las áreas.”

-También la experiencia para esa persona que le gusta el fútbol y está en ese ámbito es inolvidable.

-Exacto. Las chiquilinas decían: “ay, estoy de la mano de la brasileña, de Marta”, se querían morir. Me felicitaron porque tuvimos resultados muy buenos en los tres estadios en los que estuve a cargo, tanto en Montevideo como en Colonia y Maldonado, fue espectacular en todo sentido. Creo que “sumó puntos” para el mundial de 2030, si es que quieren aspirar a eso.

-¿Qué pasos crees que se tienen que dar para seguir avanzando, pensando en el fútbol femenino tanto a nivel de selección como a nivel de club?

-Se sigue avanzando, el tema tiene que ver con la igualdad. “Vamos a darle lo mismo a las mujeres que a los hombres”, dicen. Yo de arranque les digo: esto no es igualdad, las mujeres arrancamos de más abajo y hay que equiparar las condiciones de partida.

-Claro, la comparación con el fútbol masculino no es una opción válida.

-Nunca es bueno. Hay que mirarlo mejor, ver qué se puede copiar y qué no es viable. El fútbol femenino no debe tomar el mismo camino ni el mismo proceso que el masculino, no se puede mirar de la misma manera.

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