En los primeros meses de 1811, los orientales se levantaron en armas contra el ex gobernador y virrey español Francisco Javier de Elío por cuestiones económicas. Leonardo Borges, historiador y escritor, comentó que Elío “le tocó el bolsillo a los criollos”, subió los impuestos y los obligó a recibir a soldados españoles en sus casas. Meses después hubo un estallido “anárquico” que comenzó en el Grito de Asencio el 28 de febrero de 1811, y tomó sentido más adelante con la incorporación del ex militar José Gervasio Artigas. Artigas era un soldado blandengue que en febrero del mismo año se unió a la Junta de Mayo en Buenos Aires. Luego de tres meses se convirtió en una pieza fundamental de la causa criolla y obtuvo la primera victoria de los revolucionarios en la Batalla de Las Piedras.

Lucía Martínez, escritora y magíster en Historia Política, remarcó que para crear una nación son necesarios los hitos fundadores y por esta razón la Batalla de Las Piedras tiene una “relevancia táctica y estratégica en el plano militar”. A pesar de que el Estado ponderó la batalla y al “prócer” Artigas a través de actos, de la creación de símbolos y del nombramiento de fechas patrias, Martínez no cree que se haya romantizado su imagen y mencionó que “la figura de Artigas ha conocido todos los matices”. Es necesario recordar que hasta 1900 no se habló de él en las escuelas.

Héroes sin capa

Rius declaró que el Estado uruguayo tiene necesidad de conmemorar la Batalla de Las Piedras para “darle cohesión a una sociedad por medio de mitos fundacionales”. A su vez comparó las características del enfrentamiento con el mito de David y Goliat. El pequeño guerrero triunfador -David-, que tenía todas las de perder contra el gigante -Goliat-. En la Banda Oriental, la revolución fue llevada adelante por campesinos que a primera vista parecían en estar en desigualdad de condiciones por lo rústico de su armamento y la poca experiencia en conflictos bélicos.

Sobre los participantes de la batalla, se suele resaltar el coraje de los gauchos y la población rural. Según Rius ellos están incluidos en el “cancionero popular” por su “destreza criolla” y su “gusto por la libertad”. Pero poco se habla de la presencia de charrúas y mujeres en el enfrentamiento. El historiador y escritor Santiago Tricánico expuso que hay versiones que afirman que sí había charrúas en la batalla y otras que no. Sobre esto, Borges acotó que no existen certezas, “los lanceros charrúas yo los veo más hacia 1813, 1815”, mencionó.

Por su parte, Martínez enfatizó que no hubo lugar para mujeres en el campo de batalla, y dijo que al ser la feminidad “una mera construcción social”, está ligada al contexto histórico “que la atraviesa”. Asimismo, Leonardo Borges dijo que hay un error en cómo se plantean las preguntas en la Historia, porque se busca a la mujer “secundando al hombre”. Argumentó que para que aparezcan los nombres de mujeres en la historia “se exige que haga cosas heroicas, que sobrepasen la media, pero al hombre no se lo exigimos”.

Si bien las mujeres no tuvieron una participación en las primeras filas, Tricánico recordó que en la famosa pintura de Blanes están incluidas, y explicó: “su papel fue el de brindar apoyo a las tropas, ensillar los caballos y atender heridos”. Tricánico, que trabaja para la Comisión de Nomenclatura de la Intendencia de Montevideo, comentó que es difícil encontrar el nombre de una mujer que haya participado en batalla, porque no cuentan con bibliografía del tema. 

Martínez trajo a colación dos nombres de mujeres que no participaron en la Batalla de Las Piedras, pero se destacaron en ese período de la historia: Victoria “la cantora”, quien “iba a cantar por la noche a las murallas para molestar a los guardias”, y Melchora Cuenca, una mujer que luchó a la par de los hombres después de 1815.

Sueños fantasmas

La construcción del héroe y las leyendas que lo respaldan son las bases para generar un imaginario social en común. Leonardo Borges aseveró que “a todas luces, Artigas es un héroe construido”, y que por esa razón encaja con todas las ideologías políticas del país. También señaló que la “heroicidad” cuenta con dos características: los valores y las virtudes. En la Batalla de Las Piedras Artigas adquirió las dos características, por un lado, salió victorioso, y por el otro, fue piadoso, puesto que tuvo actitudes de carácter humanista con el enemigo. 

De la repetida frase “clemencia para los vencidos, curad a los heridos y respetad a los prisioneros”, no existió documentación que la confirme, solo algunos protagonistas que atestiguaron escucharla. De lo que sí hay pruebas, es de que Artigas solía mostrarse compasivo en el campo de batalla. En todo caso, fue una frase que flotó en la memoria colectiva, sea artificial o no. Rius relacionó la expresión con la idea de ciudadano tolerante que se ha formado en torno al uruguayo, aunque Borges consideró que la frase no influyó y que “nos distingue más el batllismo que el artiguismo”. 

Si bien, tal y como declaró Rius, los “anhelos” de emanciparse de un opresor extranjero pudieron cumplirse de alguna forma, la visión que se tenía en 1811 sobre el futuro del territorio no fue realizada. Borges explicó que “la primera intención de los criollos no era formar un país, esa intención ni siquiera está después de Artigas, sino que viene mucho después”. Lo que se buscaba era la unión, durante mucho tiempo en la Banda Oriental se luchó por la “antigua unión virreinal destruida”, concluyó.

Artigas no tuvo en mente una idea tal como el Uruguay. Borges declaró al respecto que “nuestro héroe no nos quería”, que en realidad no le tenía afecto al país porque no existía aún. Uruguay, al ser unitario, no representa el sueño de Artigas -la federación-, de hecho Argentina se parece más a su ideal. “Nosotros fantaseamos que tenemos rasgos artiguistas, pero no tenemos ninguno”, sentenció Borges.

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