Ariel Gold, psiquiatra de niños y adolescentes, explicó que no es seguro que un niño vaya a quedar afectado por el distanciamiento social, aunque señaló que esto depende de muchas variables, entre ellas, de cómo está conformado el núcleo familiar y del espacio que habitan, puesto que no es lo mismo vivir en una casa con patio que en un apartamento pequeño. Por otra parte, afirmó que también incide el estrés que se genere en la casa, en base al estrés que tienen los padres. Por esta razón, dijo que si bien en general los niños tienen gran capacidad de adaptación, la forma en que se sientan dependerá en gran medida de cómo estén sus padres; explicó que si la situación precuarentena era de alto nivel de riesgo, el encierro lo aumentará, porque es una situación de estrés. Por otro lado, indicó que la incertidumbre de no saber hasta cuándo va a durar este escenario, vuelve más difícil aún la situación.
En la misma línea, Christian Cabanne, psicoterapeuta cognitivo conductual que trabaja con niños, adolescentes y adultos, explicó que nos encontramos frente a una situación de incertidumbre, que genera estrés y frente a la cual eventualmente podríamos desarrollar ansiedad.
Para que los niños procesen mejor qué es lo que está pasando, Cabanne apela al concepto de “narrativa digerible”, que implica explicarle al niño qué es lo que está sucediendo de forma ajustada a su nivel de comprensión. Propone enmarcar este conflicto en un tiempo, es decir, explicarle que lo que estamos viviendo no es para siempre y contarle de qué manera él puede aportar desde su autocuidado, para colaborar con el cuidado de todos. A su vez, sugiere normalizar la expresión de ciertas emociones, como preocupación, miedo y angustia, y filtrar el acceso a la información. “Aquello que se comprende, que se pone en palabras, puede ser manejado”, planteó Cabanne y agregó que es necesario cultivar una actitud de calma, en la que se planee ir un día a la vez.
En relación a cómo explicarle a los niños qué es el coronavirus, Gold dijo que se tiene que hablar del tema porque el silencio les hace creer que el virus “es algo peor de lo que pensaban porque ni siquiera se puede hablar”. Además, dijo que es recomendable preguntarles qué saben de este virus y si su visión se asemeja bastante a la realidad, es mejor dejarlos con esa idea; en cambio, si la idea “está tremendamente alejada de la realidad y es algo terrible, ahí sí lo modero un poco”, indicó.
“Los miedos no necesariamente son malos, son una forma que tenemos los seres humanos de darnos cuenta de qué cosas nos tenemos que proteger, muchas veces son los que nos salvan”, dijo el psiquiatra. El “miedo regulado” al coronavirus, permite que nos lavemos las manos más seguido y que no salgamos a la calle. Según Gold, es importante buscar qué está en la base de los miedos, porque “cuando el miedo es exagerado, genera daño” y a veces lo es, porque detrás de él hay un pensamiento desproporcionado.
Para Cabanne, los miedos son una “alarmita natural que todos tenemos, que se enciende cuando tenemos una percepción de amenaza”. Es importante darle lugar a esta alarma para cuidarnos, pero no quedarnos todo el día escuchándola, “porque eso nos inmoviliza y nos lleva a un nivel de angustia que nos deja inoperativos”, expresó.
Establecer rutinas
Cabanne indicó que frente a los sentimientos de alarma debemos buscar lo que está bajo nuestro control, como las rutinas y los hábitos, y pensar cómo utilizamos nuestro tiempo dentro de las limitaciones que tenemos. Según el psicoterapeuta, las rutinas, los códigos de respeto para que cada uno pueda tener su espacio y la forma de comunicarse, se ponen a prueba en momentos como este. “Si esas bases no estuvieron, va a ser más desafiante la situación”, dijo, aunque agregó que “también puede ser una oportunidad para empezar a construir ciertas pautas de convivencia”.
Alejandro De Barbieri, psicólogo clínico, dijo que la rutina ordena nuestro cerebro y permite que los hábitos de alimentación, ejercicio físico y sueño mantengan el sistema inmune “fuerte y preparado”. Además, expresó que los niños no ven el problema que identifican los adultos y frente a esto “lo más importante es que los padres recuperen la calma, la adultez”. Es necesario reconocer las emociones y compartirlas, “potenciar lo creativo” y no sobreexigirse.
Autorregulación, liderazgo y empatía
Consultado sobre cómo sobrellevar esta cuarentena, Gold dijo que “no debemos dramatizar”, tenemos que pararnos en la situación real en la que estamos y poder diferenciarla de una situación dramática que implicaría no tener qué comer. En base a esto, el psiquiatra plantea tres conceptos a aplicar: la “autorregulación emocional”, “la familia equipo” y la “empatía”.
La autorregulación emocional implica “la capacidad de elegir los comportamientos, no siempre en función de las ganas que tengo o las emociones profundas”, dijo el psiquiatra. Por ejemplo, lo que cualquier otro día provocaría mucho enojo, ahora es preferible elegir no discutir al respecto: “dirijo las batallas para no disregularme”, expresó. Planteó que para que esta capacidad de regular los comportamientos tenga más probabilidad de desarrollarse necesitamos que el día sea previsible, por esto la importancia de las rutinas. Gold puso el ejemplo de la familia de Anna Frank y los mineros chilenos: ambos utilizaban las rutinas para sobrevivir día a día. Igualmente, dijo que necesitamos establecer qué cosas se pueden hacer en estas circunstancias, que no van a ser para siempre.
Los límites están directamente ligados con la conformación de “la familia equipo”. En esta familia, los capitanes son los padres y el resto tiene adjudicado un rol para cumplir diferentes metas. Eso implica que los adultos planteen límites, por ejemplo, en el uso de tecnologías. Gold planteó que si bien “la tecnología ahora nos está ayudando”, es necesario establecer negociaciones con los niños en relación a la cantidad de horas de uso y brindarles ayuda para administrarlas.
La tercera idea que plantea Gold es la empatía, en sus palabras: “estas situaciones hacen que la empatía se erosione, empiezan a aparecer las mezquindades de que uno quiere hacer algo y se olvida de los demás”. El psiquiatra afirma que existen varios niveles de empatía, en principio, la empatía en relación a los más cercanos, y sugiere que nos permitamos las emociones que despiertan en un momento como este, con ciertos límites. Destacó, también, la importancia de tener reuniones con los niños para preguntarles cómo están pasando y agradecerles la forma en que colaboran. Otro nivel de empatía, para Gold, implica utilizar los medios que tenemos para comunicarnos con otros familiares que necesitan ayuda, así como buscar en familia cosas para donar a los que lo necesitan.
Frente a este encierro que no sabemos cuándo terminará, Gold les aconseja a los padres que deben ayudar a sus hijos en las tareas de la escuela que hagan “lo humanamente posible”. Cabanne expresó que “no hay una receta universal” pero sí recomendó que cada uno se empodere desde su nivel y “que los niños también puedan sentir que colaboran y que son productivos”.