Una brecha, según la Real Academia Española, es un “resquicio por donde algo empieza a perder su seguridad”. Esta idea de “brecha”, de dos partes irreconciliables, la utilizó la oposición en Argentina, en Brasil y, sobre todo, en Venezuela, donde realmente parece no haber ningún tipo de disposición al diálogo. En Uruguay, con el advenimiento de la campaña electoral y la decisión del gobierno de intermediar entre las dos grandes partes en disputa por el país caribeño, la oposición ha tomado como bandera la condena al gobierno de Nicolás Maduro. Hace unas semanas el senador del Partido Nacional (PN), Javier García, presentó una moción para que el Estado uruguayo repudie la “dictadura” de Maduro.

La moción no fue votada por los legisladores del Frente Amplio (FA), a pesar de la discusión que hay en la interna del oficialismo respecto a este tema. Según dijo a Sala de Redacción Pablo Siris, uruguayo que trabajó en Venezuela y que más tarde fue consejero en la embajada venezolana en Montevideo, la moción de García respondía a una visión “absolutamente injerencista”. Siris recordó que en la orgánica jurídica de Uruguay, la definición de la política exterior le corresponde “al Poder Ejecutivo, particularmente a su canciller”, y que a efectos prácticos la única intención era “incidir en la campaña electoral en Uruguay y tratar de generarle a la izquierda un conflicto interno que podría afectar los resultados y el desarrollo de la campaña”.

“¿Por qué el Parlamento, en particular el senador Javier García, no condenan la situación de Arabia Saudita, un país con pena de muerte, con una monarquía absoluta donde además no hay ninguna posibilidad de desarrollar el libre juego democrático bajo ningún concepto?”, se preguntó Siris, y recordó que Uruguay tiene relaciones cercanas con países en los que no hay ningún tipo de garantía democrática.

La publicación inglesa The Economist desarrolla desde 2006 una clasificación en la que determina el “índice de democracia” de 167 países. Para ello, se basa en 60 indicadores que agrupa en cinco categorías: proceso electoral y pluralismo, libertades civiles, funcionamiento del gobierno, participación política y cultura política. Entonces, se puntúa a los países entre 0 y 10 en cada categoría, para así obtener un promedio y agruparlos en países con democracia plena, países con democracia imperfecta, países con regímenes híbridos y países con regímenes autoritarios.

En el último grupo se puede encontrar, justamente, a Venezuela. Una puntuación de 3.16 la ubica en el lugar 134; es innegable el encarcelamiento de opositores, periodistas y la hegemonía del discurso oficial en los medios de comunicación. “En el caso de Venezuela, lo que nosotros venimos documentando es un deterioro progresivo de las garantías para ejercer la libertad de expresión, y desde 2015 un patrón de silenciamiento sistemático”, dijo a Sala de Redacción el relator especial para la Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), Edison Lanza. Según contó, “prácticamente no se permiten las manifestaciones, sino que se las ataca como si fueran una forma de subversión y no una protesta”.

Es en este contexto de represión que la libertad de prensa se ve afectada. Según Lanza, los periodistas “también sufrieron represiones, fueron gaseados y se les destruyó el material”, ya que “vinculado al abuso, está la búsqueda de que no quede registro”. Lanza citó el caso de un periodista que cubría una manifestación contra Maduro y fue detenido acusado de lavado de dinero: “estuvo detenido durante dos años por el hecho de subir un video a Facebook”. Además, los periodistas internacionales también sufrieron “detenciones y expulsiones” y bloqueos “en Internet en momentos de protesta y censura de canales de televisión, cuando se dio la orden a las empresas de cable de que bajaran canales como CNN y canales colombianos, incluso la Dolce Welle”.

Sin embargo, también se puede ver en el grupo de los regímenes autoritarios, y varios lugares más abajo, a Arabia Saudita (puesto 159). Una monarquía absoluta en la que las mujeres tienen permitido manejar recién desde el año pasado, se castiga la homosexualidad y los periodistas opositores son encarcelados o asesinados. En materia de libertad de expresión, Arabia Saudita es conocida por criminalizar a manifestantes como Issa Al Nukheifi y Abdullah Al Attawi, condenados a seis meses y siete años de prisión, respectivamente, por denunciar a través de redes sociales las severas violaciones a los derechos humanos de la monarquía saudí.  Tanto en la capital, Riad, como en la ciudad de Jeddah, Uruguay tiene consulados de distrito. En la Torre 2 del World Trade Center, piso seis, se encuentra la embajada del país árabe en Montevideo. 

Cerca, en el puesto 137, está Bielorrusia, país en el que Aleksandr Lukashenko gobierna de forma ininterrumpida desde 1994. y ha sido reelecto en cuatro ocasiones, bajo acusaciones de fraude y sanciones por parte de la Organización por la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE). Bielorrusia es, hoy por hoy, uno de los países más peligrosos para ejercer el periodismo: la organización Reporteros Sin Fronteras ha denunciado el aumento de las multas a medios de comunicación y la dura legislación bielorrusa para amordazar a los periodistas independientes, arrestados por no tener las acreditaciones que el mismo gobierno se encarga de otorgar. Es el ejemplo de la periodista Larysa Schyryakova, a quien la policía le advirtió que si seguía acumulando “amonestaciones” podrían sacarle la tenencia de su hijo de 11 años. En Carmelo, más precisamente en la calle F. D. Roosevelt, se puede encontrar el consulado bielorruso en Uruguay. 

No es necesario irse a latitudes tan remotas para encontrar situaciones que atenten contra la libertad y la democracia. Lanza aseguró que tanto en Nicaragua como en Honduras la represión ha alcanzado niveles muy altos en los últimos meses y que en Brasil “hay un contexto de protestas y también hay un uso excesivo de la fuerza que ha perjudicado a periodistas” a los que se les ha censurado y destruido materiales. “A partir de que (Jair) Bolsonaro comenzó a ser un candidato con chances, hay acciones impulsadas por un discurso de desprecio hacia la prensa, de tratarlos como deshonestos y propagadores de fake news”, incluso cuando la campaña del candidato de ultraderecha se basó en la desinformación. 

“Si los presidentes critican a los periodistas independientes y a los medios críticos, como hemos visto en el caso de Brasil y de Estados Unidos, obviamente la gente que sigue a estos líderes va a tender a atacar a los periodistas”, planteó Lanza. Esto genera que en redes sociales “se desaten campañas de odio contra los periodistas, sobre todo contra periodistas mujeres, con un sesgo de violencia de género. Esto está sucediendo en Brasil, sin lugar a dudas”.

Bielorrusia, Brasil, Nicaragua, Honduras, Jordania, los Emiratos Árabes Unidos y otros tantos países tienen relaciones diplomáticas con Uruguay. Lo que hace especial a Venezuela es que se desarrolla un “juego geopolítico muy fuerte”, según analizó Siris, ya que “Venezuela es el principal poseedor de reservas petroleras del planeta con 500 mil millones de barriles de petróleo”. Esto convierte a Venezuela en poseedor de “un recurso estratégico para el desarrollo de las economías del planeta, particularmente de las industriales como la norteamericana o la china, que por supuesto requieren ingentes cantidades de petróleo”, puntualizó.  

Justamente, Estados Unidos y China están envueltos en una guerra comercial. Luego de que Donald Trump impusiera un aumento del 10 por ciento de los aranceles a productos chinos, el gigante asiático respondió a principios de agosto devaluando su moneda -el Yuan-, lo que volvió sus productos mucho más baratos y, por lo tanto, más competitivos en el mercado estadounidense. Los norteamericanos, entonces, respondieron con un bloqueo económico aún más importante a Venezuela, en un intento de cercar a China, que “no sólo es un aliado político y económico -planteó Siris-, sino que además tiene importantes inversiones en Venezuela en materia de construcción de viviendas e infraestructura”. Siris destacó que el país caribeño, a pesar de la crisis que atraviesa, “ha construido a lo largo de los últimos 10 años 2.700.000 viviendas” con capitales chinos.

Los hechos son los que valen. El caso que se roba el interés de la prensa y el debate público es el venezolano, a pesar de no ser el único ni el más comprometido en materia de libertad de expresión y garantías democráticas, si se mira a los países con los que Uruguay mantiene vínculos diplomáticos amistosos.

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