En 2021 hubo 34.603 nacimientos en Uruguay, lo que supone la mayor caída desde que se tienen datos. La cifra es registrada por el Ministerio de Salud Pública (MSP) y según su Informe de Embarazos y Nacimientos por Cálculo CNV (Certificado de Nacido Vivo) el gran descenso de nacimientos ocurrió entre 2016 y 2018, cuando pasó de 47.058 a 40.139. Actualmente, en Uruguay, la tasa de fecundidad es de aproximadamente 1,4 hijos por mujer, lo que implica un amplio y abrupto descenso en comparación a 2015, cuando hubo 48.926 nacimientos y la tasa de fecundidad se había ubicado en casi 2 hijos por mujer. 

Wanda Cabella, coordinadora del Programa de Población de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República, y José Luis Díaz Rosselló, neonatólogo e integrante del equipo de desarrollo del Sistema Informático Perinatal en el Centro Latinoamericano de Perinatología, coinciden en que la caída del embarazo adolescente entre 2015 y 2020 es uno de los principales factores que explican el descenso de los nacimientos en el país, afirmaron en diálogo con Sala de Redacción.

Así está evidenciado en la investigación Tendencias recientes de la natalidad, fecundidad y mortalidad infantil en Uruguay, realizada por el MSP, que consigna que en 2018 en el grupo de 15 a 19 años de edad se registraron 4.553 nacimientos: 814 menos que en 2017 y 2.025 nacimientos menos que en 2016. Esta caída, que representa el 22% del total de descenso de los nacimientos según esa investigación, fue producto de la conceptualización del embarazo adolescente como un problema de carácter social y cultural y, en consecuencia, de la ejecución de políticas públicas de reproducción sexual y protección social de la adolescencia y juventud temprana. 

“Los embarazos adolescentes son, en su mayoría, embarazos no deseados”, sostuvo Cabella y explicó que “esto ocurría porque existía (y todavía existe) un problema de acceso a los anticonceptivos eficientes”. Cabella señaló que las últimas administraciones del MSP buscaron, a través de políticas focalizadas de anticoncepción, “reducir la fecundidad adolescente no deseada”. Uno de los grandes hitos en la política para prevenir ese tipo de embarazos fue la implementación del implante subdérmico, un método anticonceptivo hormonal que implica una protección durante casi cinco años. Cabella puntualizó que “90% de las madres adolescentes tienen niveles educativos muy bajos” y que tienen menos oportunidades de acceso a educación sexual y de una crianza en condiciones adecuadas “que sus pares etarios en otros sectores sociales”, señaló. 

Sistema de jubilaciones y pensiones

Juan José Calvo, economista especializado en demografía económica, planteó a Sala de Redacción que la situación presenta “nuevos desafíos”. “Es posible que se empiece a producir una presión sobre los sistemas de jubilaciones y pensiones, sobre los sistemas nacionales de salud y sobre los sistemas de cuidado”, dijo. La Comisión de Expertos en Seguridad Social, creada en 2020 para asesorar al Poder Ejecutivo en la reforma de la seguridad social, elaboró proyecciones poblacionales para 2100. El análisis adelantó algo muy positivo: la brecha laboral existente entre hombres y mujeres continuará achicándose hasta ubicarse en 10% (actualmente se ubica en el en torno a 17%). La Población Económicamente Activa (PEA) que proyectó la comisión de expertos es de 1.343.991; si se compara esta proyección con la PEA de 2019 (1.786.700), se observa que la disminución es de más de 400.000 personas. Esto es reflejo del envejecimiento poblacional que atraviesa Uruguay, al tiempo que pone una interrogante a la sostenibilidad demográfica del sistema de jubilaciones y pensiones. 

Al analizar de qué forma es posible encauzar esta situación, los especialistas coincidieron en que ejecutar políticas que apunten al crecimiento cuantitativo de la población (políticas natalistas) es completamente desacertado. Según señaló Calvo, “un enfoque moderno de los derechos reproductivos no implica establecer un parámetro de fomento de aumento o disminución del número de hijos”. Además, este tipo de políticas no suelen tener éxito, indicó. Sobre esto, Cabella aportó su visión desde la demografía: “ese cambio es así, va a seguir siendo así, y probablemente sea irreversible: ninguna población que envejeció se rejuveneció”. 

Calvo también aludió a lo que él considera sería un enfoque adecuado para  afrontar la presión sobre el sistema de jubilaciones y el envejecimiento de la población: “la compatibilidad entre la vida productiva y reproductiva es esencial”, afirmó. Según explicó, hoy en día es muy poca la gente que decide tener hijos sin antes tener un hogar establecido y una carrera terminada. “El verdadero partido lo jugamos en las infancias y juventudes, y no en la aplicación de políticas natalistas”, enfatizó Calvo. “Precisamos que esos niños, adolescentes y jóvenes, se transformen en trabajadores y trabajadoras con capacidades de generar mayor riqueza para un futuro demográfico que será envejecido en todo el mundo”, continuó.

El economista planteó que la solución de largo aliento está vinculada a que “menor cantidad de trabajadores y trabajadoras van a necesitar la capacidad de producir más riqueza”, de forma tal de poder sustentar los años de no trabajo. A su vez, afirmó que esto “implicaría cambiar la matriz productiva” para incorporar actividades económicas que generen más valor, que sean más ricas. En tal sentido, Calvo propone, en vez de medidas de corte demográfico, “hablar de aumentar las coberturas educativas, incrementar la cobertura de población con estudios terciarios y hacer esfuerzos por modificar la matriz productiva incentivando las actividades que desarrollen cadenas donde se genera mucho más valor”.

La decisión de criar

Díaz Rosselló afirmó que “la sociedad tiene muchos elementos de crisis, no solamente el número de los que nacen, sino las posibilidades de criar”. Sostuvo que “los adultos jóvenes son la matriz que permite la infancia, y es en ellos en quien debemos pensar, además de en la primera infancia”. 

Calvo adhiere a esta idea y afirmó que “basta entrar a cualquier salón de clase y preguntarle a los y las jóvenes si desean tener hijos: muchos dicen que sí, pero que nunca lo harían antes de terminar su formación, tener una mínima estabilidad laboral y posibilidades de ascenso en sus trabajos”. Afirmó, entonces, que la compatibilidad entre la vida productiva y reproductiva es esencial.

No se trata sólo de natalidad. La pregunta central planteada por Díaz Rosselló radica en cuánto potencial de desarrollo se produce en el país después de un nacimiento. “Productividad es lo que toda familia quiere, sentir que está contribuyendo y para que un individuo sea productivo se tiene que invertir en él desde el primer día de vida”, opinó. El especialista considera que el hecho de decidir libre y conscientemente en qué momento y de qué forma tener un hijo, es una decisión clave en relación a la no pérdida de potencial de desarrollo humano.

FacebookTwitter