Se presentó LUISA (Leyendo Unidos para Interpretar los Archivos) en el Paraninfo de la Universidad de la República (Udelar). Es un programa informático que es parte de un proyecto de las facultades de Información y Comunicación (FIC) e Ingeniería (Fing), junto a la organización Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos. Mediante el rescate e interpretación de archivos militares, busca construir la verdad de una realidad silenciada. LUISA busca acercar la memoria, verdad y justicia todavía ausente.

El evento transcurrió el lunes de tarde, a sala llena. Entre el público se encontraban integrantes de la Justicia, de organizaciones de derechos humanos y también la abogada de ex presos y presas políticas y ex ministra de Defensa, Azucena Berrutti.

En la presentación, la periodista Alejandra Casablanca señaló la casualidad de que el evento transcurriese el mismo día en que el nuevo comandante en jefe del Ejército, el general Claudio Feola, eludiera repudiar crímenes cometidos durante la dictadura: “No es menor que sea justo hoy que se presente esta aplicación llamada LUISA en homenaje a Luisa Cuesta, en un día en el que el comandante en jefe del Ejército desconoce la realidad de los detenidos desaparecidos. Es importante que estemos todos juntos aquí”.

Trabajo conjunto y hacia la verdad

Samuel Blixen, periodista y docente de la FIC, y uno de los responsables del proyecto. Afirmó que la aspiración es que el resultado pueda contribuir a desmontar el secreto de la impunidad que subsiste desde hace 45 años. Explicó que LUISA es un acrónimo sugerido por docentes de la Facultad de Ingeniería en homenaje a Luisa Cuesta, madre de Nebio Melo, desaparecido en 1976, y a quien Luisa siguió buscando, sin éxito, durante toda su vida. Blixen resumió que esta nueva plataforma informática es parte de un proyecto más amplio de sistematización de documentos militares llamado Cruzar, que busca combatir la impunidad del terrorismo de Estado mediante el cruzamiento de información que genere conocimiento nuevo. El proyecto se alimenta de insumos aportados por el Grupo de Trabajo Verdad y Justicia (GTVJ).

El trabajo conjunto de la FIC y la Fing comenzó a mediados de 2018. El proyecto recibió tres conjuntos de documentos de inteligencia militar; hasta ahora, el trabajo se ha centrado en el llamado Archivo Berutti, un conjunto de más de 3 millones de imágenes digitalizadas que halló Berrutti mientras era ministra, y que las derivó a la Justicia.

Blixen destacó la participación de los estudiantes; dijo que es un proyecto de carácter multidisciplinario que espera poder integrar otras disciplinas. Hasta el momento los logros se pueden observar en la elaboración de informes que Blixen catalogó como “aportes sustanciales”. Esos informes han analizado la estructura militar de la dictadura y su concepción total de la administración y de la sociedad, así como el papel que jugó el Servicio de Información de Defensa como instrumento clave de  ese control. También aportan información sobre el protagonismo operativo del Órgano Coordinador de Operaciones Antisubversivas (OCOA) en la represión, y el espionaje militar en democracia contra organizaciones políticas y sociales.

María Simón, decana de la Fing, aclaró que LUISA es sólo un inicio y que el proyecto es una invitación a colaborar. “Los archivos son enormes. Es un trabajo de largo aliento, pero cuanto más se demore en empezar más se demora en tener frutos”, dijo. Subrayó que el proyecto es importante porque representa un enfoque distinto, con financiación y apoyo de la Udelar, independiente de todo poder político. La decana hizo referencia a la lectura e identificación de claves, tarea para la que LUISA invita a la colaboración. Aclaró que este método permite que las personas ayuden sin la necesidad de conocer los archivos. Agregó que se propone también el reconocimiento de claves (nombre, fechas y lugares), lo que aportará conocimiento sobre las relaciones entre diferentes unidades informativas y pistas de personas.

La decana aludió a que los archivos serán tratados de forma profesional y valoró que para que sea posible un “Nunca más” es fundamental la conciencia y la educación. “Nosotros confiamos en encontrar, a través de la ciencia, caminos hacia la verdad”, concluyó.

Gladys Ceretta, decana de la FIC, dijo que este es un proyecto que conmueve y preocupa a la sociedad. Reseñó que se inició como una actividad de extensión y que ahora comprende también a la investigación y la enseñanza y que es un aporte fundamental para la formación de los futuros profesionales y académicos. Aclaró que quienes participan deben de firmar un acuerdo de confidencialidad y aseguró que la información será tratada con la debida responsabilidad, así como también la seguridad de quienes colaboren en el proyecto. Remarcó que hay 150 estudiantes que participan de Cruzar. Dijo que son jóvenes comprometidos con una realidad, que aunque son personas que no vivieron la dictadura, ahora tienen la posibilidad de recuperar la memoria: “Jóvenes estudiantes que tienen la oportunidad de tomar contacto con el pasado reciente y con los horrores de ese pasado de una forma muy directa: conociendo los archivos que registran esas atrocidades“.

Leer lo ilegible

Gregory Randall habló en representación de los institutos de Computación y de Ingeniería Eléctrica de la Fing. Resaltó que el proyecto trabaja con millones de documentos microfilmados -artículos de prensa, actas escritas a máquina, e incluso, documentos escritos a mano-, que integran el Archivo Berrutti. Para facilitar el análisis de la información esas imágenes se deben pasar a textos, para lo que se usa el Reconocimiento Óptico de Caracteres (OCR), un software que lee y describe un documento cuyo texto corresponde a lo que se ve en la foto, pero aclaró que no siempre es posible hacerlo debido al estado en el que se encuentran las fotos.

Para procesar el gran volumen de información de los archivos, la Fing ha diseñado diversas estrategias. Una de ellas es la clasificación del volumen de fotos en distintas categorías, aunque una imagen puede pertenecer a más de una categoría. Para eso se usan algoritmos matemáticos “por clasificación supervisados”, que son entrenados por humanos mediante la utilización de fotos similares; la tarea es trabajosa porque estos documentos deben ser clasificados a mano por las personas para que después el algoritmo “aprenda” cómo hacerlo y pueda aplicar esa lógica al resto de los documentos. Para eso se adaptó un programa de etiquetado, con la ayuda de los 150 estudiantes de la FIC. Otra línea de trabajo de la Fing es la de la transcripción de los documentos. Esto último se lleva a cabo a través del OCR, pero hay documentos que no pueden ser transcriptos, por tener partes incomprensibles. Es aquí donde entra LUISA.

LUISA utiliza el concepto crowdfunding, que significa la utilización del esfuerzo de todos para la obtención de un fin común. Randall detalló que cada imagen está dividida en bloques, que pueden tener una o dos palabras a descifrar (en una página hay entre 300 y 700 bloques) cada usuario debe escribir lo que interpreta. Cada bloque será transcripto por varias personas, y habrá respuestas mayoritarias; para llegar al valor final de la transcripción, se aplicarán reglas del lenguaje, que confirmen el sentido.

Randall aclaró que el programa no guardará información de quienes lo utilicen. En materia de seguridad, comentó también que los usuarios de LUISA no accederán a páginas completas de los documentos, porque se acordó mantener el carácter confidencial. Destacó que el ritmo de uso del programa está creciendo de manera exponencial y que cuanto más se utilice, mayores serán las chances de que funcione. Cualquier persona puede ingresar a programa, desde cualquier lugar. Por último, Randall enunció otro aporte fundamental de LUISA: “Enfrentarse directamente, visualmente, leyendo un pedazo de documento que relata un documento, una ratonera, un interrogatorio, genera una relación personal con lo que fue ese pasado. Ayuda a construir conciencia”.

Felipe Michelini, integrante del GTVJ, dijo que el grupo, así como el proyecto LUISA, apunta a erradicar la cultura de la impunidad, que “normaliza los hechos abusivos y hace que se desconozcan hasta sumergirse en la negación y olvido”. Entiende que le compete a la Justicia la propiedad de adjudicar responsabilidad y castigar a quienes cometieron los abusos. Subrayó que es imposible negar que hubo una situación ilegítima del Estado durante la dictadura: “La negación es parte de construir la cultura de la impunidad. Más aún cuando esa negación surge de las más altas esferas del poder. De ninguna manera vamos a aceptar en silencio que se nos diga que no pasó lo que pasó”.

El último en tomar la palabra fue el rector de la Udelar, Rodrigo Arim, quien destacó la articulación de funciones que representa el proyecto, y agregó que LUISA es parte del compromiso institucional histórico e inquebrantable de la Udelar con la memoria, con la verdad, con la justicia. Expresó que LUISA propone mirar hacia atrás, pero advirtió que eso no es un acto nostálgico sino, por el contrario, un acto de construcción ciudadana. “En tiempos donde aparecen nuevos negacionismos. En una coyuntura donde en la sociedad vuelven a emerger con total impunidad, comentarios reivindicativos de esa historia lúgubre del Uruguay, aparece ahora como instrumento LUISA. Como un instrumento de construcción colectiva para contar la verdad”.

Oscar Urtasun y Alba González se encontraban también en la mesa de diálogo en representación a Familiares de Detenidos Desaparecidos aunque no hicieron uso de la palabra.

Alejandra Casablanca finalizó reproduciendo palabras de Luisa Cuesta en una entrevista que le hicieron en 2012: “Yo pienso que todo mi esfuerzo está dado en los jóvenes, por los nuestros, los que queremos y los que recordamos, pero también por los que están hoy. Los jóvenes del hoy. Nosotros no queremos que en este país haya más dictaduras, y nunca más haya desaparición forzadas, ni represión, ni tortura. Eso es a los que aspiramos los que seguimos en esta lucha”.

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