“Yo sé lo que es andar en la calle, perder una familia, estar sin trabajo, andar sucio y con olor, ya pasé por todo eso y no voy a volver para atrás, la tengo reclarita”, cuenta Federico, de 35 años, sentado en un banco del parque Zorrilla de San Martín de Minas. En esta ciudad se ubica un refugio de la Intendencia de Lavalleja en el que viven 14 personas en situación de calle. Federico, emocionado, relata a Sala de Redacción que a un año y medio de haber superado sus adicciones se siente “muy orgulloso” y cuenta cómo es su día a día en el refugio minuano. 

En vísperas de otro invierno en pandemia, el Ministerio de Desarrollo Social (Mides) lanzó el 15 de mayo el “Plan nacional de contingencia para personas en situación de calle”, en el cual se destinaron 500 cupos nuevos a los refugios del interior del país. Para esto, el Mides trabaja en conjunto con las intendencias departamentales, a través de los Centros Coordinadores de Emergencias (Cecoed) para brindar el servicio a hogares y refugios. 

En Minas, la encargada del refugio por la intendencia, Eliana Alzugaray, dijo a Sala de Redacción que cree más prudente llamarlo “casa transitoria” ya que “no tiene todas las instalaciones que requiere un refugio”. En esta residencia, “se les ofrece alimentación y tienen que ingresar antes de las 20.00, pero pueden estar por el día también” agregó. Además, dado que algunas personas “sin el perro, no van”, evaluaron la situación y ahora “se les permite tener mascotas”, finaliza.

El domingo 16 de mayo, Federico o “Sapillo” como le dicen sus amigos, contó a Sala de Redacción que vivió toda su vida en Minas, que tiene dos hijos y que actualmente hace changas cargando y repartiendo leña. A fines de este mes planea firmar contrato en la intendencia para realizar jornadas parciales de trabajo. 

Durante 2020, Federico estuvo cuatro meses y medio viviendo en la calle. “Me bañaba en los arroyos” dice, y aclara que no tiene vergüenza de contarlo. Además, llegó a “pedir monedas en panaderías, carnicerías, supermercados, y hasta en casas”. Su período habitando a la intemperie terminó con un episodio que él califica como un “milagro”, ya que una pareja lo encontró en un monte, entre ramas y cartones, al borde de la hipotermia. “En el CTI me dijeron: diez minutos más y la quedabas”, relata. A raíz de ese acontecimiento lo trasladaron al refugio ubicado en el Cerro Artigas en Minas, donde estuvo algunos meses hasta que fue trasladado a donde reside actualmente. 

Federico dice que tiene buena relación con las personas con las que convive en la casa transitoria, aunque hay “algunas discusiones” de vez en cuando, situaciones que, según él, “trata de evitar”. 

De las 14 personas alojadas en el refugio minuano hay dos familias con menores: una con cuatro y otra con tres hijos, cuenta Alzugaray, y resalta que con la pandemia han tenido que ampliar las distancias, lo que obligó a reducir el cupo. La encargada cuenta que desde la Intendencia se intenta “incentivarlos al trabajo”. 

Federico consumió drogas durante nueve años, de los 19 a los 28, cuando detuvo su adicción por dos años y medio; luego recayó. Dice que “solo con la ayuda de Dios” logró salir de su adicción, ya que la relación con sus familiares no volvió a ser la misma: “mi familia se cansó de mí como se cansa todo el mundo” cuenta. Él es religioso “desde chico”, luego de la pérdida de su padre, cuando tenía dos años, comenzó a asistir a las misas de la Iglesia católica. Consultado por Sala de Redacción sobre qué le diría a una persona que hoy se encuentre en una situación igual o similar a la suya, comenta que su consejo es que “llegue a Dios” y “que no es fácil, pero hay que quererse un poco más”. 

“Si yo pude salir, ¿por qué vos no?, hay que poner voluntad de uno mismo” agrega. También, le gusta “ayudar a la gente” y a veces cuando cobra sus changas le hace “un surtidito a los de al lado”, cuenta señalando hacia el refugio. Con la esperanza de obtener el nuevo trabajo, planea juntar dinero para poder irse de la casa transitoria y “dejarle la oportunidad a otra persona”. 

Hace un año que recibe ayuda psicológica que él mismo buscó, “hoy hay que ver el presente como dice mi psicóloga”, expresa. Y termina la charla diciendo orgullosamente: “para atrás ya fui, ahora para adelante”.

Diferentes situaciones 

La cantidad de cupos para personas en situación de calle en los refugios del interior del Plan invierno del Mides varía según el departamento, porque cada lugar presenta diferentes realidades, ya sea por sus características geográficas o por las actividades económicas que predominan en ellos. 

Gustavo Risso, director departamental del Mides en Lavalleja, en conversación con Sala de Redacción, manifestó que “en una tarea nocturna realizada en Minas se detectaron tres personas a la intemperie” que no concurren al hogar transitorio. Al igual que Alzugaray, Risso tampoco califica como refugio la casa de la intendencia en la que vive Federico. 

En Tacuarembó sucede algo similar: Ignacio Borad, director del Mides en ese departamento, dijo a Sala de Redacción que en su zona se brinda un servicio de “centro transitorio”, que “no es un refugio porque no tiene un equipo técnico específicamente para atenderlo”. En 2020, por el centro transitorio de Tacuarembó pasaron 16 personas. Borad se manifiesta preocupado porque en los pocos días de frío que han transcurrido, ya han utilizado el servicio siete personas, “pero tenemos la tranquilidad de que hemos mejorado las condiciones”, acotó. Como no cuentan con un equipo especializado para atender el centro, el Mides ha desplegado otras estrategias para ayudar a esta población, por ejemplo, coordinar su traslado al refugio de Cerro Largo. Para el director, el trabajo con estas personas “se trata de que se inserten laboralmente, generen vínculos y tejan nuevas redes”.  

Borad aprecia un aumento en las personas en situación de calle en el interior del país y, aunque aclaró que recién al final del invierno se sabrá si eso es así, expresó que “uno tiende a creer que se debe a la pandemia”. Opinó que como “la pobreza y el desempleo aumentaron”, se genera “un efecto dominó” que repercute en las clases más bajas. Este aspecto también lo destacó Magdalena Zumarán, la directora departamental del Mides en Maldonado, quien aseguró a Sala de Redacción que la temporada no cumplió las expectativas de los años anteriores debido al descenso en la circulación de turistas. Como en su departamento, muchas personas hacen su base económica durante el verano, dijo que prevé que este invierno “será mucho peor que el del año pasado”. 

En Maldonado, los dos refugios son gestionados por ONG: uno funciona todo el año y tiene capacidad para 30 personas, entre hombres y mujeres; el otro comenzó a funcionar el 15 de mayo, dentro del plan de contingencia, y cuenta con 50 cupos para varones. Zumarán aclaró que en caso de que haya mujeres que necesiten el servicio, se trabaja en conjunto con el Ministerio de Defensa para trasladarlas al Parque Jaguel. Para la directora en Maldonado, “lo importante es que en el invierno no haya nadie durmiendo afuera” y aunque el Mides en el interior no cuenta con un equipo que recorra las calles, dijo que “es la Policía la que ante cualquier llamado o denuncia de que hay gente en esta situación, se acerca a ellos y les ofrece ir al refugio”.

Al igual que en Lavalleja, el refugio de Colonia pertenece a la Intendencia departamental.  Diana Olivera, la directora del Mides en este departamento, dijo a Sala de Redacción, que el albergue transitorio lo gestionó su antecesor en coordinación con los ministerios de Defensa e Interior y la Intendencia. Es un refugio para hombres y mujeres solos y sin hijos, que funciona las 24 horas y en donde se les da cuatro comidas diarias. Actualmente alberga a 18 personas pero se espera que ese número crezca, ya que el año pasado tuvieron un pico de 40 personas. El plan de contingencia del Mides contrató seguridad interna para este refugio porque “la convivencia es compleja” y no cuentan “con recursos humanos suficientes para estar siempre allí”, dijo Olivera. 

“No es lo mismo la situación de calle en Montevideo que en el interior” dijo Ignacio Ifer, director departamental del Mides en Paysandú a Sala de Redacción. En este departamento, hay un refugio anual con 35 lugares, que tendrá una extensión de 20 cupos en otra locación de forma nocturna. 

Trotamundos

Ifer estima que el 90% de las personas en situación de calle no son oriundos de Paysandú. Este es un factor que se repite en todos los departamentos consultados por Sala de Redacción. En el caso de los sanduceros, “son gente que intenta entrar a la zafra de la naranja o de la oliva, pero no aguanta el trabajo o no tiene constancia de ir, y termina en situación de calle”, expresó Ifer. Agregó que se encuentran con personas “que fueron andantes o caminantes, que van de changa en changa en estancias, y que prefieren quedarse en el monte antes que convivir con otros”. 

Sobre este tema, también habló Zumarán, quien observó que gente de otros departamentos va a Maldonado en busca de trabajo y, debido a la mala temporada, muchos no lo consiguen y terminan quedando en la calle. “Vemos la forma de que regresen, estudiando cada situación particular”, aseguró. Algo similar sucede en Colonia, en donde “llega gente de otros lugares, hasta extranjeros”, señaló Olivera, que añadió que si quedan en situación de calle, intentan buscarles una alternativa. 

En Tacuarembó, el director del Mides afirmó que “hay muchas personas de paso” viviendo en la calle, pero no por eso se deja de brindarles respuestas. Esto también se da en Lavalleja en donde, según Alzugaray, se intenta “que no haya gente que no sea del departamento”, por lo que se los ayuda a que vuelvan a su lugar de origen.

Noelia González y Alejandra Linares

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