En tiempos en los que lo digital parece apoderarse de todos los ámbitos del conocimiento y la facilidad de un clic parece ganar toda batalla, los libros siguen siendo fuentes de las más confiables y el papel vive y lucha. Por eso, no es casualidad que una biblioteca nacional resista a la vorágine que marcan las primeras décadas del siglo XXI. Eso sí, el camino hacia la subsistencia no puede ser otro que el de la adaptación. En diálogo con Sala de Redacción, la directora de la Biblioteca Nacional de Uruguay, Esther Pailós, habló de cómo la institución de más de 200 años de historia incorporó las nuevas tecnologías sin perder su esencia. Además, la bibliotecóloga contó sobre las reformas que se realizaron para preservar el material y sobre la implementación de la fibra óptica como herramienta necesaria para virtualizar el conocimiento compartido. 

-¿Cuál es el rol de la Biblioteca Nacional (BN) actualmente?

-En general, es siempre el mismo. Pero adaptado a la época, con las herramientas para llevar adelante los objetivos, considerando las nuevas tecnologías y la variación en los usuarios. La misión de una biblioteca nacional ha sido históricamente la misma: preservar la memoria cultural del país, ser un repositorio de los bienes culturales patrimoniales del mismo y recopilar y difundir autores uruguayos. No me refiero solamente a los que publican en Uruguay, sino también a todo lo que se imprime acá, lo que los autores locales hayan publicado en el exterior y lo que los extranjeros publiquen sobre Uruguay. Parece muy genérico y teórico, pero esa es una de las misiones de una biblioteca nacional. Como hay una por país, también es necesario que tenga actividades y sea una institución para todos los ciudadanos.

 -¿En qué se diferencia del papel que la institución jugó décadas atrás?

-Cada director que pasó por la directiva de la BN puso lo que consideró mejor para su funcionamiento. La diferencia que tengo con ellos es que soy bibliotecóloga. Por lo tanto, mi visión sobre la biblioteca no es la misma. La biblioteca debe ser para todos, debe tener actividades culturales que sean aptas para todas las edades y debe poder llegar a todas las clases sociales.

-¿Con cuánto personal cuenta la biblioteca?

-Rondan las 120 personas y 30 son bibliotecólogos.

 -¿Cuál es el presupuesto anual de la institución? 

-Entre inversión y funcionamiento, recibimos anualmente unos 600 mil dólares. Nunca va a ser suficiente, lógicamente, siempre vamos a querer más. De todas formas, siempre fuimos cuidadosos con el presupuesto y logramos realizar muchos cambios fundamentales.

-Con la irrupción de las nuevas tecnologías, ¿la biblioteca perdió protagonismo?

-Al contrario. La biblioteca nunca tuvo tantos usuarios y nunca estuvo tan visible. Muchas veces, cuando se habla de que las nuevas tecnologías te quitan usuarios, se piensa erróneamente en los usuarios presenciales. Nuestra principal comunicación con los usuarios son las redes sociales como Facebook, Instagram y Twitter. Cuando asumí la directiva solamente se tenía una cuenta de Facebook con 2 mil seguidores. Hoy pasamos los 15 mil. Para  poder potenciar las redes se creó la unidad de comunicación y arte, que es llevada adelante por dos colegas. Además, contamos con un nuevo sitio web donde se puede ver toda la información de actividades y servicios.     

 -¿Qué cambios han surgido desde 2005?

Se regularizaron varios aspectos que estaban abandonados, como la  inclusión y la falta de un sistema de seguridad. El edificio está reciclado en su totalidad, se cableó todo con fibra óptica y se reestructuraron los depósitos –que contaban con la instalación eléctrica original y muchas veces al caminar por los pasillos te encontrabas con que no había luz–. También se pintaron los pasillos, se fumigó y se limpiaron los libros. En tanto, el sistema de seguridad tuvo dos puntas. Por un lado, se cuidaron aspectos de la preservación y la conservación  del acervo. Por otro, se llevaron adelante una cantidad de medidas de protección sanitaria para los funcionarios.

-¿Cómo se conserva el material? ¿Cuentan con la infraestructura adecuada para los documentos?

Sí, claro. Se realizó un convenio con UTE y gracias a esto contamos con equipos que ayudan a que el aire circule en el archivo literario y en los depósitos. Además, se cambiaron las luces por unas led con sensor y esto es fundamental para que no se queme el papel. Antes, las fotografías se guardaban en bolsitas de nylon, que es lo peor que le podés hacer. En este momento se las encapsula en Mayler, que es un material definitivo que las protege del polvo, los insectos y la humedad.

-¿Cómo definiría la concurrencia de los lectores a la biblioteca? 

-Antiguamente la biblioteca cerraba en verano, pero ahora funciona todo el año. Es interesante, porque hay años en los que en enero se llena de estudiantes por los exámenes, y otros que no. También concurren muchos investigadores europeos. Las estadísticas dicen que 40% de quienes investigan en la biblioteca son extranjeros.

-¿Se desarrolló algún plan de lectura o proyectos que busquen promover el hábito de la lectura?

-Se realizaron convenios con varias instituciones nacionales  e internacionales. Actualmente trabajamos junto con el Plan Nacional de Lectura y contamos con actividades en común. Y las salas de la biblioteca se prestan sin costo para todo tipo de actividad. Tras 34 años de estar cerrada y para promover la lectura en los jóvenes, hace dos meses se reinauguró la sala infantil-juvenil.

-En tiempos donde la virtualización y descentralización toman fuerza, ¿se desarrollan actividades puertas afuera de la biblioteca?

-Participamos en todas las actividades referidas a promover la lectura, por ejemplo, en las ferias del libro, en actividades nacionales e internacionales y en charlas.

 -¿Cuántos títulos tiene la biblioteca?

-Alrededor de un millón de volúmenes.

-¿Cómo llegan?

-Nuestro sistema de adquisición es el depósito legal, todo lo que se imprime en Uruguay se deposita en la BN. Además contamos con muchas donaciones. Se tuvo que implementar un reglamento para las donaciones dentro del cual los autores nacionales tienen prioridad.  El canje y la compra aún están en pleno desarrollo.

 -¿Cuántos libros están digitalizados?

-La política de la digitalización nació en la biblioteca hace mucho tiempo, con el objetivo de preservar y facilitarle accesibilidad al usuario. Ahora  estamos en la etapa de establecer un valor. Es por esto que contamos con colecciones digitales. Pero se realizan digitalizaciones de libros porque le damos mayor importancia a publicaciones periódicas y fotografías. Contamos con unas 50 mil fotografías patrimoniales, la mitad están digitalizadas. Como preservación se usa la microfilmación. Tenemos casi todas las publicaciones periódicas del siglo XIX microfilmadas; para eso contamos con un escaner de última generación. En el momento en que un usuario nos solicita un material para digitalizar realizamos otra copia en alta resolución y nos las quedamos.

-¿Cuál es el sentido de que el Palacio Legislativo y otros organismos públicos tengan su propia biblioteca pública?

-La justificación es muy clara. Cada uno de estos organismos tienen diferentes públicos. El Palacio Legislativo, por ejemplo, es abierto a todos, pero tiene como objetivo principal atender a los miembros del Parlamento. 

¿Qué proyectos a futuro tiene para la BN?

-Varios. Entre ellos un convenio que firmamos con la Fundación Mario Benedetti para que nos proporcionen todos sus manuscritos originales con el fin de poder digitalizarlos.

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