Franco Grasso tiene 17 años, es de Montevideo e integra el plantel de juveniles en el Club Atlético Juventud de Las Piedras, uno de los 38 clubes que forman parte de la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF). Desde que tiene memoria, le gusta este deporte. Comenzó a correr atrás de la pelota a los tres años, en el club La Paz Wanderers, y luego continuó su carrera en el fútbol infantil de Los Pingüinos hasta los 13, cuando comenzó a asistir a las prácticas de preséptima en Juventud.

Franco es uno de los 4.000 jóvenes que se encuentran en las formativas de la AUF con el deseo de llegar a ser algún día un jugador profesional. No obstante, sabe que para lograr esto debe sacrificar, entre otras cosas, las salidas con amigos, las juntadas y los cumpleaños.

Se levanta temprano todos los días, jamás falta a los entrenamientos, se alimenta de manera adecuada y descansa lo necesario para volver a empezar; las horas que le quedan libres las utiliza para estudiar. Para él, el esfuerzo tiene que ver principalmente con cuidarse y cumplir con el compromiso que tiene tanto con el club como con sus compañeros. “Siempre tenemos que estar ahí para entrenar, para poder estar a la altura de los otros cuadros, jugadores y compañeros”, contó a Sala de Redacción.

Ignacio Alonso, presidente de la AUF, dijo a este medio que actualmente 1.200 futbolistas juegan de forma profesional dentro de las ligas de la Asociación, y el número de quienes se encuentran en proceso para llegar a conseguirlo es cinco veces mayor: son 6.000 incluyendo a las jugadoras del fútbol femenino.

Alonsó expresó que varias de las dificultades que se les presentan a estos jóvenes se relacionan con la adaptación a la rutina deportiva, que es completamente diferente a la de un adolescente normal. En concreto, aludió al manejo de los tiempos, a los transportes, al cansancio y al hecho de sacrificar “actividades recreativas que son propias de los gurises y están tentados a hacerlas”, porque no son positivas en la etapa de formación como deportista, dijo.

Esfuerzos y apoyos

Rubens “Pocho” Navarro es representante de futbolistas y ex jugador profesional con 26 años de trayectoria en primera división. En diálogo con Sala de Redacción explicó que la carrera del futbolista es sacrificada, pero sucede que “la gente ve la parte linda, los Suárez, los Cavani, los Godín, las transmisiones de las copas europeas. No ve la parte de lo que es el crecimiento del jugador, que empieza a los 13 años y no todo es color de rosas”.

Para Navarro, el sacrificio implica una parte “estrictamente deportiva” relacionada con la constancia, la nutrición, la dedicación a los entrenamientos, el respeto de los momentos de descanso. Pero además, señaló que comprende una parte “estrictamente particular” de cada individuo, que está condicionada por su entorno, su ambiente familiar, por los recursos con los que cuenta y por sus valores.

Alonso explicó que el área administrativa de la AUF está desarrollando un mapeo que le permita, a nivel institucional, cuantificar las distintas realidades de los jugadores, elaborar un diagnóstico y conocer los puntos a trabajar para encontrar soluciones y responder a las necesidades. Señaló que el interés está puesto fundamentalmente en las formativas, la etapa más joven, porque es “donde se define la carrera de los deportistas”.

El hecho de no poder pagar los boletos de ómnibus para asistir a los entrenamientos, ni ropa, calzado o alimentos que les permitan a los jugadores estar saludables, es una de las razones de deserción. Se desconoce la dimensión estadística de este fenómeno en Uruguay, y es algo que pretende investigar la AUF con la participación técnica de Jorge Besoli, representante de la Organización de Fútbol del Interior (OFI).

Representantes o intermediarios

Algunos jugadores reciben el empujón necesario a través de un representante. Según el documento Reglamento de los Intermediarios publicado por la AUF, un intermediario es la persona física o jurídica que actúa como representante de jugadores y/o de clubes con intenciones de negociar un contrato de trabajo o de transferencia gratuitamente, o a cambio de una remuneración que no debe ser mayor a 3% del ingreso bruto base del salario que reciba el jugador durante el período de vigencia del contrato.

“Cuando nosotros teníamos 17 o 18 años no existía”, contó Navarro. “Pero ha ido evolucionando esa parte y hoy hay gente que puede ayudar a esos chicos con un viático, con un zapato, o una ropa, porque el fútbol ha demostrado ser muy rentable”.

Navarro comenzó a dedicarse a la captación de jugadores en 2003 y actualmente ocupa el cargo de director general en la empresa Futbolistas del Sur, en la que representa a 20 futbolistas, entre ellos Brian Lozano, quien juega en el Santa Laguna, club de Primera División en México. 

Según Navarro, el acuerdo que mantiene con los jugadores menores de 18 años bajo el consentimiento de sus adultos a cargo, implica brindarle económicamente lo necesario para su crecimiento como deportista a cambio de que el jugador se esfuerce por cumplir con los entrenamientos, se alimente adecuadamente, descanse lo necesario y estudie.

“Me preocupo por la carrera de ellos porque a largo plazo también parte de su éxito es mi beneficio. Hasta la línea de cal ellos hacen el esfuerzo, y desde la línea para acá yo soluciono sus problemas y les brindo lo que necesitan. Hago hincapié en sus capacidades para tratar de que trasciendan y puedan evolucionar tanto futbolísticamente como económicamente”, agregó.

Paso a paso hacia la cima

Navarro explicó que un joven que juega en séptima categoría —la inicial de la etapa formativa— por lo general demora seis años en ascender a primera —a jugar en la de mayores—.  El proceso implica alcanzar año a año un nivel de crecimiento deportivo mayor para continuar en carrera.

“Siempre digo que el fútbol es una pirámide. En la base estamos la séptima y en la punta se paran los Suárez, los Cavani, los elegidos, que son muy pocos, y a medida que creés en la pirámide vas haciendo una línea y cada vez son menos los que tienen la posibilidad de llegar a esos lugares”, dijo Navarro. 

Alonso reconoció que cada vez son mayores las dificultades, el ritmo de superación y la necesidad de formación extra-cancha, y que el futbolista joven debe dedicar más tiempo a su carrera si desea ampliar sus posibilidades. Afirmó que no solo se requiere entrenamiento y que la adquisición de conocimiento académico juega un rol importante. “La formación del futbolista es integral: cuanto más avanza en su carrera educativa, más herramientas toma y más entrena su mente, su cerebro, para recibir instrucciones, para comprender el juego, para adaptarse a las distintas circunstancias que implica el fútbol hoy”, explicó Alonso.

Con la pelota pegada al pie, y los libros bajo el brazo 

Debido al alto número de casos de abandono educativo de los jugadores de las categorías juveniles, la Secretaría Nacional de Deporte (SND) puso en marcha en 2009 el programa Gol al Futuro. Fue pensado para promover la formación integral de los futbolistas juveniles, y en incentivarlos a dedicar tiempo a los estudios formales, acompañándolos en ese proceso.

En aquel entonces la cifra de deserción estudiantil de los jugadores equivalía a 50% del total, había afirmado Pablo Hernández, coordinador de Programas Especiales de la SND, en una nota publicada en 2017 en el sitio web de Presidencia de la República. Aquel año, a raíz del trabajo del programa, el abandono educativo había disminuido a 10%.

“El programa Gol al Futuro ha sido muy importante porque hoy estamos observando resultados muy interesantes. Después de muchos años de aplicación vemos que hay un desarrollo más importante de la carrera educativa de los gurises”, valoró Alonso. 

En cuanto a los estudios de los jóvenes futbolistas, el presidente de OFI, Mario Cheppi, expresó a Sala de Redacción que “es fundamental”: “Creo que el dinero se puede hacer en pocos años si la actividad deportiva te ayuda, si prospera esa condición de buen jugador, un pase a Europa, etcétera, pero si la persona no está capacitada para administrar esos recursos, puede ser muy grande, pero la formación es lo que los hace distintos. Los vuelve empresarios de sí mismos y los protege”, reflexionó.

Asimismo, indicó que el incentivo para que los jóvenes jugadores estudien muchas veces proviene de los propios directivos de los clubes profesionales en donde se forman y se desempeñan, con lo que está de acuerdo. 

Navarro atribuye sus logros y oportunidades en su carrera deportiva a la conducta que tuvo y al acompañamiento paralelo con el estudio. A pesar de que no le fue fácil, durante tres años dedicó parte de sus días a estudiar una carrera en la Facultad de Ciencias Económicas. “Me pasaba de ir a un práctico a las diez de la noche y quedarme dormido en una clase, pero es parte del esfuerzo que podés hacer con 18, 19 o 20 años, y no sé si lo haces con 36 o 37”, contó Navarro. “Cuando llega la edad en la que sos muy joven para la vida pero no sos tan joven para el fútbol, si no hiciste una base económica, o una base de estudio que te permita vivir de un oficio, el resto de vida es muy difícil”, agregó.

El presidente de la AUF enfatizó en que la educación es tan importante en la carrera de un futbolista como el propio fútbol: “no podemos poner una cosa contra la otra”, advirtió. “Nunca lo dejen de lado porque hoy el mundo y el fútbol los requieren con la cabeza abierta y llena de conocimiento, si no, no van a ser buenos futbolistas, eso es lo primero que tiene que tener claro un jugador hoy en día. Más allá de que les den manija con una cosa u otra, no se dejen, metan mucho al estudio, que es parte de su formación”, aconsejó Alonso.

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