La pequeña María Noel Riccetto comenzó a estudiar ballet a los 6 años
junto a su hermana en la academia de Graciela Martínez, ya que sus padres trabajaban y no tenían con quién dejarlas después del colegio. Luego de dos años recordados como “súper lúdicos y divertidos” , Riccetto concursó “con poco entusiasmo” para entrar a la Escuela Nacional de Danza en la división ballet. Ingresó inmediatamente.

Su extensa y reconocida trayectoria incluye su pasaje como oyente en el elenco del Servicio Oficial de Difusión, Representaciones y Espectáculos (SODRE), la beca en la Universidad de ballet de Carolina del Norte y el ingreso al American Ballet Theatre (ABT) hasta alcanzar su cargo de solista. En 2013, el argentino Julio Bocca -que se desempeñaba como director artístico del Ballet Nacional del Sodre (BNS)- la convenció de regresar a Uruguay como primera bailarina residente. Hoy, luego de ganarse el respeto y el cariño del público uruguayo, la icónica bailarina decidió darle punto final a su carrera como bailarina.

-¿Te gustaba ir a la Escuela de Danza?

Sí, lo disfrutaba. Además tenía en la clase a Marina (Sánchez) y Javier (Pérez) que eran de mi generación. Nos hicimos muy amigos y somos como hermanos hasta ahora. Mantenemos una relación muy linda. La escuela pasó a ser mi segunda casa, y en ciertos momentos incluso la primera.

-¿Pensabas que ibas a poder vivir de esta profesión?

-Jamás. Yo era muy chica y no se me pasaba por la mente. Recién como a los 15 años hice un quiebre de decir “esto va en serio, porque le estoy dedicando mucho tiempo. La gente dice que tengo condiciones y realmente creo que esto puede ser algo más”.

La bailarina María Noel Riccetto. Foto cedida por el SODRE

A sus 14, Riccetto recibió la primera propuesta de viajar becada a la Universidad de Carolina del Norte para perfeccionar su técnica y rápidamente comenzó a prepararse para su partida. Pero su apego familiar y sus amistades le impidieron emprender ese viaje. “Un mes antes de irme, empecé a llorar todas las noches… lloraba angustiada. En un momento mi padre dijo: ‘bueno, si no te querés ir, no te vas. Sos muy chica’”.

Tres años más tarde, a los 17, Riccetto terminaba su carrera en la Escuela Nacional de Danza y como las condiciones del ballet uruguayo no eran favorables, decidió solicitar nuevamente la beca en Estados Unidos.

-¿Cómo surgió nuevamente la idea de la beca?

-El SODRE estaba pasando por una situación fea, era esa época en la que por todo se luchaba y no se conseguía nada. Se bailaba pero con un teatro para 20 personas, era muy triste. Yo terminaba la Escuela de Danza y pensé: “tengo esto en el bolsillo, capaz que puedo ver si sale otra vez, irme y tener la experiencia”. Por lo menos decir: “salí, vi, sé cómo trabajan en otros lados y bueno, después me vuelvo. Es un año”. La condición era que yo volviera a mandar un video de una clase para ver cómo estaba, porque ya habían pasado unos años. Me volvieron a dar la beca y me fui. Y el resto es historia.

-¿Cómo se sintió en esta oportunidad?

-Con un poco de inconsciencia e inocencia. Creo que si no hubiese tenido a mi familia apoyando atrás no lo hubiese hecho. Mi madre era muy de “esto es lo mejor para vos, tenés una oportunidad impresionante, aprovechala”; mi padre también me apoyaba. Creo que les debe haber costado muchísimo dejarme ir pero sabían que era lo mejor para mí. Son pocos los padres que te dejan ser.

-¿Por qué decidiste audicionar para el ABT?

-Me dije a mí misma que iba a audicionar para compañías grandes, y una de esas fue el American Ballet Theatre. Pero, claro… qué tupé decir: “voy a audicionar para una compañía grande”. En el fondo de mi cabeza pensaba que nunca me iba a agarrar nadie. Pensé: “hago lo que tengo que hacer y me vuelvo”. Pero no: quedé.

Si repasa las obras que bailó, Riccetto destaca a dos con mucho cariño: Giselle y Onegin. Para la primera recuerda haber sido preparada con mucho cuidado, y con la segunda le pasaron “muchas cosas lindas”: fue su primer rol como primera bailarina y también la obra con la que ganó el premio Benois de la Danse. Onegin, que tantas satisfacciones y reconocimientos le dio, será uno de los que interpretará en su último año en los escenarios.

La mejor del mundo

En 2017, en conjunto con la bailarina argentina Ludmila Pagliero, Riccetto ganó el premio máximo al que puede aspirar una bailarina de ballet: el Benois de la Danse -que se entrega en Moscú- y se convirtió en la primera -y única- uruguaya acreedora del premio.

A pesar de haber sido galardonada, Riccetto dice que no es “de prestarle mucha atención a los premios. No soy de esas personas que está acostumbrada a competir y competir. No tengo esa cultura de la competencia”. Pero “este premio fue diferente. El jurado estaba integrado por gente increíble, que respeto y admiro mucho. Que esté toda esa gente vinculada, mirando un video de lo que tú bailaste y que les parezca que te mereces algo así, obviamente es mágico”.

Si bien la artista repara en que no sabe si ese premio le cambió la vida, reconoce que hubo “un antes y un después” en su carrera. “Mejor bailarina del mundo… yo que sé”, se ríe la bailarina de 39 años.

La bailarina María Noel Riccetto. Foto: gentileza del SODRE

-¿Cuándo te cayó la ficha?

-Cuando me subí al avión de Madrid a Montevideo, alguien me reconoció y empezaron a aplaudir. Todos los pasajeros aplaudían. Eso me re emocionó y me emociona cuando lo cuento. Me acuerdo que estaba Blanca Rodríguez (periodista) con Mario Bergara (ahora precandidato a la Presidencia por el Frente Amplio) y los saludé porque los conozco. Ahí me dijeron: “felicitaciones a la ganadora” y eso fue como wow.

-¿Fue importante representar a Uruguay con este premio?

-Fue mucha emoción por esa parte de ser uruguaya, de venir de un país re chiquito donde todo se hace a pulmón. Para mí no hay nada mejor después de una función que sentir ese aplauso de la gente. Eso es tremendo premio.

-¿El premio influyó en tu decisión de dejar de bailar?

No, nunca lo pensé así. La decisión de dejar de bailar es porque estoy cansada, el cuerpo no es el mismo. Creo que estoy a un nivel alto y no me gustaría bajarlo. Tengo ganas de tener tiempo para decidir qué es lo que quiero hacer y ahora no lo tengo. No me paso nada, no fue porque se fue Julio Bocca (de la dirección del BNS), es algo que vengo pensando hace tiempo. También me gustaría ser madre. Si no es para mí, es porque no tenía que ser y no me voy a enloquecer. A lo que voy es que llegó como un momento en el que me parece que si es algo que quiero intentar, no quiero que pase el tiempo y después decir “me lo perdí”. Estoy abierta a nuevas cosas.

-¿Y la sensación de subir a un escenario?

-Es inexplicable. Es como entrar en otro mundo, un trance. Hay funciones que te llenan más que otras. Nunca es lo mismo. No te lo puedo describir. Esa sensación ya sé que no la voy a sentir más.

A pocos meses del cierre definitivo de su carrera, Riccetto narró una conversación que mantuvo con Bocca en la que le explicaba su deseo de bailar Manon (del autor del clásico ballet Romeo y Julieta, Kenneth MacMillan) antes de retirarse. El anhelo de la bailarina se cumplirá en su último ballet, ante el público que llenará la sala para despedirla. “Les va a encantar, la música es hermosa. Ella se muere en el último pas de deux. Es impresionante. Todos los dúos que hay son divinos. Muy lindos”, cierra con una sonrisa en su rostro.

Los años de Riccetto
Nace en Uruguay en 1980. En 1986 ingresa a la academia de Graciela Martínez y en 1988 a la Escuela Nacional de Danza. En 1998 viaja a Carolina del Norte becada para perfeccionar sus estudios.

Su contrato con el ABT lo firma en 1999 y, luego de dos años, asciende a solista. En 2010 es elegida como doble de la actriz Mila Kunis en la película Cisne Negro.

En 2013 vuelve al Ballet Nacional del SODRE en calidad de invitada como primera bailarina residente, de la mano del director argentino Julio Bocca, y en 2017 gana el Benois de la Danse en Onegin con el papel de Tatiana.
Este año anunció su retiro pero durante 2019 todavía participará en ballets como “La Sílfide” y “Noche Francesa”, además de la gira nacional del BNS por el interior del país. También volverá a interpretar “Onegin” y cerrará su carrera con “Manon”.

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