El fútbol femenino ha experimentado un notorio crecimiento en los últimos años y es cada vez más frecuente ver niñas y mujeres que practican un deporte antes reducido mayoritariamente a hombres. Son cada día más los países que cuentan con ligas y selecciones de fútbol femeninas, y son también cada vez más sus espectadores. La última Copa Mundial Femenina de la FIFA tuvo récord de asistencia con un total de 1.978.274 espectadores en sus tribunas y más de 30.000 personas en promedio durante cada uno de los 64 partidos, un aumento de público del 75% en comparación con el Mundial realizado cuatro años antes.
En el contexto local, el fútbol femenino fue jugado extraoficialmente hasta el año 1996, cuando la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF) organizó la primera temporada del campeonato uruguayo. En su primera edición fue disputado en la modalidad de fútbol 5 y tuvo como primer campeón a Rampla Juniors, que contaba con planteles femeninos estables desde 1993. Al año siguiente se comenzó a disputar el campeonato local en fútbol 11 y también fue Rampla el primer campeón de esta modalidad. La selección uruguaya, por su parte, comenzó a jugar el mismo año y tuvo su primera participación en un certamen oficial en el campeonato sudamericano de 1998, que otorgaba cupos para el mundial de 1999. Desde ese momento, la disciplina ha ganado terreno en un país apasionado por el fútbol y logró posicionarse entre las mejores participaciones internacionales en sub-17 en 2012, 2016 y 2018 y en sub-20 en 2019, 2020 y 2022, además de haber conseguido 13 medallas y trofeos en los últimos 11 años.
No obstante, la realidad del fútbol femenino uruguayo es compleja, debido a su escasa profesionalización y los bajos ingresos. Por esto es que la Casa de las Ciudadanas, un espacio de encuentro donde se desarrollan propuestas de participación y sensibilización sobre la igualdad de género y los derechos de las mujeres, impulsó el conversatorio “Otro fútbol posible”. Allí se presentó “Mujeres con cancha”, una investigación realizada por la consultora Nómade, que estudia el proceso de socialización de las mujeres en este deporte. Mariela Moreno y Aldana Luccini, participantes de la investigación, indicaron a Sala de Redacción que se buscó comprender las realidades del fútbol femenino en Uruguay en base a testimonios de jugadoras, árbitras, periodistas y comunicadoras.
En nuestra liga femenina, solo el Club Nacional de Fútbol tiene una relación contractual con las todas las jugadoras de su plantel, mientras que los demás clubes ofrecen viáticos como método de pago. Luccini sintetizó que las condiciones en las que las jugadoras entrenan no son las mejores, ya que suele ser en canchas anexas a las de su institución o directamente en parques públicos. Moreno sostuvo que varios avances se deben en gran medida a las normativas que FIFA o Conmebol aplican al fútbol masculino, que afectan indirectamente y de manera positiva. Sin embargo, señaló que “hay una falta de recursos e inversión” que influyen directamente en la baja visibilidad. Por esta razón, nueve de cada diez de las mujeres encuestadas consideran que el fútbol femenino debería contar con los mismos recursos económicos, materiales y humanos que el fútbol masculino. A su vez, un 83% opina que esta disciplina debería de tener la misma visibilidad que el fútbol masculino y consideran que la televisación de los partidos sería beneficiosa, ya que generaría un efecto cultural positivo. No obstante, si bien hay poca cobertura por parte de los medios de comunicación, existe un régimen de transmisión del campeonato. Se puede ver por streaming a través de AUFTV y algunos partidos por televisión a través de TV Ciudad, Canal 10 y Canal 12.
La periodista Patricia Pujol, participante del conversatorio, indicó a Sala de Redacción que investigaciones como esta brindan datos estadísticos que permiten “hacer visibles las dificultades de las jugadoras y profesionalizar el deporte femenino”, y agregó que las futbolistas son las que más están haciendo para generar un cambio. “Ojalá la Asociación Uruguaya de Fútbol y los clubes tomen el asunto con seriedad y se refleje en algún momento la responsabilidad institucional que tienen”, planteó, ya que hoy no es considerado un fútbol profesional, lo que hace que sea “precario” y que las jugadoras “no puedan dedicarse en su totalidad al deporte”. Pujol considera que “las mujeres ocupan roles muy secundarios”, ya sea como jugadoras o comunicadoras, y eso es algo “que se tiene que derribar de a poco”, pero destacó que cada vez son más las que se van sumando al ejercicio del periodismo deportivo.
La igualdad de género en este deporte no sólo interpela a Uruguay y la novena edición del Mundial fue un claro ejemplo: luego de que la selección española se consagrara campeona, la atención del público fue captada por un acto machista del presidente de la Real Federación Española de Fútbol, Luis Rubiales, hacia la jugadora Jenni Hermoso. Visibilizar la violencia de género en el ámbito del deporte es un tema central para seguir mejorando las condiciones en que las jugadoras desempeñan su profesión.