En los últimos meses mandatarios del Mercosur acusaron a Uruguay de buscar acuerdos comerciales que violarían la normativa arancelaria del bloque, por lo que se han dado múltiples situaciones de tensión. Dichas acusaciones refieren particularmente a las negociaciones individuales para un Tratado de Libre Comercio (TLC) con China y la solicitud de ingreso al Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico. Sumado a esto, el pasado 4 de julio el presidente Luis Lacalle Pou y el canciller Francisco Bustillo decidieron no acompañar una declaración conjunta del Mercosur y emitieron un comunicado propio que alentaba al bloque a flexibilizarse frente al comercio exterior y avanzar “a la mayor brevedad” en el TLC con la Unión Europea (UE), que lleva más de dos décadas de negociaciones. 

Si bien en 2019 los dos bloques llegaron al pacto político, la concreción del acuerdo se dilató por exigencias por parte de la UE en torno a cuestiones ambientales y las constantes dificultades de negociación durante la presidencia de Jair Bolsonaro en Brasil. Hoy, dicho acuerdo resulta decisivo para la apertura comercial de Uruguay, especialmente con China. Bustillo expresó que en su última visita al gigante asiático se trasladó que se “había tomado nota” de las expresiones del presidente de Brasil, Luiz Inácio “Lula” da Silva, cuando en su visita a Uruguay en enero expresó que luego de que el Mercosur logre concretar el acuerdo con la UE, se interesaría por avanzar en acuerdos comerciales con China. Esto significa que China ya no está tan interesada en un acuerdo individual con Uruguay, como en un acuerdo con el bloque regional, por lo que esperará los siguientes pasos de Brasil. El economista Gabriel Oddone dijo a Sala de Redacción que cuando Lula da Silva declaró tener como prioridad el acuerdo con la UE, dejó leer entre líneas que el Mercosur no va “abrirse” comercialmente al mundo, “porque ir por la UE está trancado hace 20 años”. 

Mientras China aguarda, el Mercosur continúa rechazando las exigencias de la UE y Uruguay se impacienta. Desde Brasil -país con la Presidencia pro tempore del bloque- se consideran “inaceptables” algunos de los lineamientos de la UE, como la pretensión de que los países del Mercosur no puedan importar productos que impliquen deforestación, además de ciertas consideraciones del capítulo sobre compras gubernamentales. Oddone aseguró que “los temas ambientales” no estaban en discusión hace 10 años e igualmente existían impedimentos para la concreción del acuerdo, por lo que “se han convertido en un muy buen pretexto para no avanzar”. Según el experto, a pesar de que la UE “tiene razón sobre algunos tratamientos que Brasil hace en la selva”, Brasil tiene un argumento “típico de país emergente”, que es pedir compensación por evitar daños ambientales: ”Esto es: ‘ustedes hicieron una política ambientalmente desastrosa de industrialización agresiva durante décadas y ahora piden al tercer mundo que preserve el ambiente’. Esa discusión, que es política, no se va a destrancar en los próximos años. Con la Unión Europea no va a haber acuerdo, esa es mi opinión hace muchos años, cada vez que aparece una ilusión de este tipo”, puntualizó Oddone. 

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, durante su discurso sobre el estado de la Unión, el 13 de setiembre de 2023 en Francia. Frederick Florin / AFP.

Actualmente el bloque del Mercosur prepara una contrapropuesta, a pesar de las advertencias de la UE de no modificar aspectos del acuerdo comercial. Recientemente Mauro Vieira, ministro brasileño de Asuntos Exteriores, confirmó en una entrevista para TV Bandeirantes que el 15 de setiembre “los negociadores de la Unión Europea vendrán a Brasilia”. El pacto parece atravesar sus momentos más críticos: mientras Lula da Silva estimó que la contrapropuesta sería presentada a la UE a mediados de agosto, otros mandatarios del Mercosur expresan pesimismo. Por ejemplo, el reciente presidente electo en Paraguay, Santiago Peña, declaró que el tratado “se dilató demasiado” por lo que “ya no debería abrirse la negociación”, o el propio Lacalle Pou, que en la asunción de Peña dijo no ser “muy optimista” respecto al tratado, ya que las posturas de Brasil y Argentina “demoran aún más” el consenso. Oddone planteó a Sala de Redacción que Uruguay necesita abrirse al mundo, pero el Mercosur “dejó de ser un instrumento” para esto, porque “lleva más de 20 años sin lograr un sólo acuerdo comercial” y “es la zona del mundo más cerrada que hay”. No obstante, el economista también comprende que el bloque sigue siendo importante para el país, porque “industrias enteras de la producción uruguaya dependen del Mercosur”.

Lacalle Pou y Lula da Silva en la residencia presidencial, durante la visita de Lula a Uruguay, el 25 de enero de 2023Foto: Dante Fernández / AFP.

El economista Ignacio Munyo también compartió su opinión con Sala de Redacción: uno de los grandes beneficiarios en un acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea sería Uruguay, ya que se trata de “dos regiones que naturalmente tienen complementariedades económicas de recursos naturales y humanos”. Para Munyo, “hay que estar muy atentos a lo que pasa en los próximos meses, porque se juega un partido muy importante”. A diferencia de Oddone, Munyo piensa que “están dadas las condiciones para que se pueda cerrar el acuerdo”, aunque “más a largo plazo”. Según explicó, el escenario cambió con respecto a 2019, cuando se llegó a una primera etapa de consenso que finalmente no se pudo ratificar. “Ahora hay factores globales y geopolíticos que hacen que los que en su momento no lo terminaron de impulsar, que fueron Alemania y Francia, hoy tengan un rol diferente y estén dispuestos a que este acuerdo avance”, analizó.

El politólogo Camilo López, en la misma línea, planteó que la Presidencia pro tempore de España en la UE es vista como “la gran ventana de oportunidad” para la concreción del acuerdo, y que “es razonable pensar que pueda avanzar lentamente”. Además, dejó cierta esperanza para un acuerdo del Mercosur con China, ya que entiende que no necesariamente se debe dar primero un acuerdo con la UE: “Creo que son dos procesos negociadores que van por carriles diferentes. Quien ató esas dos negociaciones discursivamente fue Lula. Eso es parte del planteo estratégico que Brasil propone y que funciona como freno de los planteos de Uruguay. Es como decir: ‘nosotros le proponemos este orden de negociaciones distinto al que plantea Uruguay y volvemos a colocar la idea de que esto se negocia colectivamente’. No podemos tomar el discurso de los actores como la realidad, porque ahí hay estrategia política”, puntualizó López. 

China y sus intereses geopolíticos

Según los analistas consultados, la intención de China por concretar un TLC con Uruguay radica en un interés por el posicionamiento e intercambio con los demás países que conforman el Mercosur. En este sentido, Oddone explicó que existen razones geoestratégicas, ya que tener un acuerdo ventajoso supone hacerse de la salida al Río de la Plata y a los ríos Paraguay, Paraná y Uruguay.

El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, y el presidente de China, Xi Jinping, en la cumbre de los BRICS, el 24 de agosto de 2023. Foto: Phill Magakoe / AFP.

“El avance del TLC de Uruguay con China está frenado por China, porque quiere tener un diálogo con el Mercosur, por lo tanto el avance potencial va a depender fundamentalmente de Brasil”, dijo al respecto Munyo, en referencia a las opiniones disidentes que existen dentro del bloque sobre lo ventajoso de este acuerdo. Si bien Argentina tiene una relación comercial muy estrecha con China y también la tiene Brasil, “el asunto es si también la quieren tener en clave de acuerdos de libre comercio”, precisó López.

Hasta el momento las señales de los demás países parecen no ir en la misma dirección que Uruguay, y las razones de esto, señaló Oddone, tienen que ver con cuestiones geopolíticas e industriales. Por un lado, el gigante asiático produce típicamente bienes de consumo duraderos, maduros, como automóviles, electrodomésticos, bienes de equipamiento, y Brasil justamente pretende jugar en ese mercado, por lo que para el país vecino China puede ser una amenaza. Por otra parte, en lo que refiere al posicionamiento geopolítico que le otorgaría a China este acuerdo, el economista opinó que ni Estados Unidos, como potencia hemisférica, ni Brasil, como país que se ve amenazado, van a permitirlo, por lo menos a corto plazo.

Preguntas sin respuestas

“El Mercosur siempre fue el camino para abrirse al mundo, pero lleva 20 años sin lograr un solo acuerdo comercial y es la zona del mundo más cerrada que hay”, dijo Oddone al ser consultado sobre las opciones que maneja Uruguay en este escenario. Y a pesar de que recalca la importancia del bloque para el comercio exterior del país, considera que a esta altura “le queda chico”.

La gran incógnita es cómo lograr abrirse al mundo en un contexto en el que los costos políticos de negociar por su cuenta pueden ser muy altos para Uruguay. En este sentido, según aseveró López, “cualquier tipo de acción de retaliación que tomen Argentina o Brasil puede tener efectos muy importantes sobre sectores específicos en el país”.

Uno de los caminos alternativos, señaló Oddone, es que Uruguay se convierta en miembro del Acuerdo Transpacífico (TPP), tratado de libre comercio firmado entre varios países de la Cuenca del Pacífico. Sin embargo, esto significaría posicionarse al borde del reglamento del Mercosur porque los términos del bloque impiden el avance formal si no existe autorización conjunta. “Si nosotros avanzamos en eso, ¿nos van a expulsar del Mercosur? Y bueno, tal vez sí. La pregunta es si vale la pena correr ese riesgo y evaluar los costos y beneficios”, cerró Oddone.

El tiempo dirá qué respuesta le encuentra el país a esta interrogante, mientras tanto, Uruguay continúa a la espera.

Catalina Misson / Naara Pérez

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