“Hasta diciembre de 2021, se registró un descenso notorio de las pruebas de tamizaje y de las primeras consultas oncológicas de pacientes nuevos”, dijo a Sala de Redacción Lucía Delgado, oncóloga clínica y presidenta del Colegio Médico del Uruguay, sobre las primeras consecuencias visibles de la pandemia en la oncología. Expresó que, en 2022, posiblemente se observe el aumento de diagnósticos de cáncer avanzado -en relación con los diagnósticos de cáncer en etapa temprana-, a causa de la tardanza que impuso la pandemia en los estudios. 

Desde 2020 hasta principios de 2022, la principal enfermedad en el mundo fue la covid-19, y el resto de los virus, bacterias, enfermedades serias y problemas de salud en general quedaron en segundo plano, al menos en el debate mediático. Uruguay superó la pandemia, pagando costos en la salud de la sociedad y su economía. El grado total de daño de la pandemia hacia el resto de las enfermedades graves todavía es una incógnita. En Uruguay, el cáncer es un gran problema sanitario, más allá de las posibilidades del sistema de salud para hacerle frente. 

Entre las principales causas externas de muerte en Uruguay, siempre se incluye a las enfermedades cardiovasculares, los homicidios, los accidentes de tránsito, los suicidios y, por supuesto, el cáncer. A nivel mundial, el cáncer ha sido catalogado como una enfermedad epidemiológica que preocupa de sobremanera por sus altos niveles de letalidad e incidencia. Delgado sostuvo que en la oncología se tiene la percepción de que los cánceres más graves se están detectando más tardíamente, pero todavía no está documentado. “Los datos de mortalidad van a tardar bastante más”, dijo. Según información obtenida del Registro Nacional del Cáncer, la Comisión Honoraria de Lucha contra el Cáncer y la Universidad de la República, Uruguay es el país con mayores tasas de incidencia y mortalidad por cáncer de América Latina. Aproximadamente, por año se detectan 17.000 casos en Uruguay, y una cuarta parte de las muertes anuales en el país -más de 8.000 personas- son a causa del cáncer.

Además, la oncóloga manifestó que la telemedicina, a la que si bien le reconocen aportes muy positivos y “aplicaciones que vinieron para quedarse“, se está utilizando en exceso como método de consulta. Según Delgado, la limitación de tiempo para las consultas a 10 minutos todavía no se revirtió y eso, para tratar pacientes enfermos de cáncer, significa una carencia importante. “Escuchar a un paciente, examinarlo, explicarle su enfermedad, sus síntomas, su tratamiento, más el papeleo, es imposible”, indicó. También, señaló que “una cuestión que empeoró por el aumento de la pobreza, es que la mayoría de los prestadores privados no se hacen cargo de los traslados”. Explicó que, por ejemplo, un paciente que precisa radioterapia que vive en el interior y no puede pagarse el transporte o la estadía en Montevideo, por falta de recursos en el mutualismo, no se puede tratar. 

Al ser una enfermedad que puede afectar cualquier parte del cuerpo, con distintos niveles de peligrosidad, notoriedad de síntomas y mortalidad, el seguimiento a largo plazo de los pacientes se vuelve arduo y complejo. A nivel investigativo, esta variación complica el estudio del cáncer como fenómeno general. El sexo, la edad, la historia clínica, los hábitos de la persona y la zona corporal afectada condicionan cada caso en su proceso de tratamiento. En los hombres, el cáncer más común es el de próstata y el más mortal el de pulmón, seguidos por el renal y el colorrectal. En las mujeres, el cáncer más común y más mortal es el de mama, seguido por el colorrectal y el de cuello uterino. Las tasas de incidencia en Uruguay se corresponden con el promedio global, salvo los cánceres de cuello uterino en mujeres, y estómago y esófago en hombres, que se desmarcan notablemente en su incidencia. Para las mujeres, y especialmente para los hombres, a partir de los 40 años de edad, las tasas de incidencia y mortalidad del cáncer aumentan notablemente.

El cáncer requiere de la oncología un tratamiento y seguimiento cercano del paciente, a largo plazo. La pandemia de covid-19 atrasó y obstaculizó no solo el tratamiento de pacientes diagnosticados, sino el estudio de personas que podrían estar enfermas. Esto tiene varias consecuencias negativas para la medicina oncológica y sus pacientes, ya que el retraso en los diagnósticos significa el avance de la enfermedad. Por lo tanto, se reducen las probabilidades de éxito terapéutico, aumenta la necesidad de tratamientos más intensos -lo que implica mayores secuelas-, disminuyen las posibilidades de supervivencia y empeoran las tasas de mortalidad. El problema que trasciende para el estudio del cáncer como enfermedad a largo plazo es que las consecuencias todavía no son perceptibles, sino que lo serán a mediano plazo. Según el informe de mayo de 2022 del Registro Nacional del Cáncer, las consecuencias de la pandemia “son de un espectro y complejidad enorme, siendo actualmente motivo de intensos estudios, y cuyas proporciones son difíciles de estimar con precisión aún”.

La oncología pediátrica 

El cáncer es un peligro que se hace más grave con la edad, pero la niñez y adolescencia son igualmente afectadas. En Uruguay existen organizaciones, como la Fundación Pérez Scremini, que velan por un abordaje integral al paciente y su familia, y la cura de la enfermedad. El director y médico asesor de la Fundación, Luis Alberto “Ney” Castillo, consultado por Sala de Redacción, afirmó que la población infantil no ha sido mayormente afectada por la pandemia y sus consecuencias. “Algunos tratamientos se tuvieron que postergar por unas semanas, pero no ha habido mayores cambios”, sostuvo. Durante la campaña de vacunación contra la covid-19 se insistió fuertemente en que los pacientes se vacunaran lo antes posible; en la Fundación esto se llevó a cabo con completa eficacia. 

Con respecto a los desafíos de la oncología pediátrica en Uruguay, Castillo dijo que “existen problemas con el tema de la radioterapia” y que varios procedimientos “se deben referir a la práctica privada o al exterior”. Más allá de ello, las cifras de incidencia, diagnósticos y mortalidad han sido prácticamente normales. La diferencia en las consecuencias con respecto a la oncología en adultos, responde a que la oncología pediátrica es “más centralizada”, además de que “por cada paciente pediátrico, hay 200 pacientes adultos, por lo tanto, es mucho más personalizada”, señaló.

“Un chaval normal, pero con cáncer”
Carlos Sarriá, joven español, abrió una cuenta de TikTok, con el objetivo de contar su experiencia respecto a esta enfermedad. Más de tres millones de personas vieron los últimos años de vida de Charlie, rodeados de su carisma y sentido del humor. El 8 de agosto, a través de sus redes, se despidió de todos los que siguieron su proceso: “Adiós perros, nos vemos en la otra vida”, y el 22 del mismo mes, su familia anunció que había fallecido, a sus 20 años. El 7 de mayo de 2018, a los 16 años de edad, Charlie había sido diagnosticado con sarcoma de Ewing, un tipo de cáncer óseo. Tras algunos tratamientos, también le encontraron un tumor en la coronilla. TikTok se convirtió en una oportunidad para poder compartir su vida cotidiana, expresarse, informar y responder preguntas de lo que él consideraba un tema “supertabú”. Pasaron los años y Charlie no pudo sobrepasar su mal. Dejó un testimonio directo, transparente, satírico y optimista: “Yo estoy bien como estoy. No tengo nada que pedir. Aunque tenga lo que tengo, yo me considero una persona feliz y agradecida. No pido mucho”.

El cáncer no sólo es una enfermedad que implica un largo sufrimiento e incertidumbre para el paciente y su familia, sino que es un gran problema sanitario. Una de las enfermedades más mortales en el mundo, para la que existe variedad de tratamientos y procesos, pero sin solución totalmente efectiva. Según la Organización Mundial de la Salud, el cáncer representa una enfermedad epidemiológica a nivel mundial. Individualmente, existen factores de riesgo que agravan las posibilidades de desarrollar cáncer: consumo y exposición al humo de tabaco, exposición al sol entre las 10.00 y las 16.00, obesidad y sobrepeso, sedentarismo. Delgado insiste en la importancia de evitar estos hábitos, y todavía espera la revelación de todo el resto de consecuencias adicionales que trajo la pandemia para el seguimiento y tratamiento de sus pacientes.

En cuanto a los últimos avances e investigaciones, la oncología se encuentra en constante progreso. A nivel mundial, un gran avance ha sido el desarrollo de terapias dirigidas, en las que se identifican las alteraciones moleculares de los tumores y se aplican tratamientos específicos para cada tipo de cáncer. Otro tratamiento cada vez más aplicado es la inmunoterapia, que consiste en inyectar anticuerpos al torrente sanguíneo que impiden a las células cancerígenas afectar al sistema inmunológico. Dentro de esta categoría, por ejemplo, cae el compuesto trastuzumab deruxtecan, utilizado para el cáncer de mama. Para el cáncer colorrectal, se ha profundizado en un método denominado “biopsia líquida”, donde se detectan fragmentos de genes cancerígenos en la sangre; este método contribuye a determinar si un paciente requiere quimioterapia o no. Para el cáncer de páncreas, la oncología trabaja en un proyecto de tratamiento de células CAR-T; la técnica implica extraer células inmunitarias del paciente y alterarlas para reintroducirlas en el organismo, de modo que reconozcan el cáncer y lo ataquen; este tratamiento sigue en etapa experimental. Más allá de todos los avances, la medicina oncológica, como toda ciencia práctica, tiene constantemente desafíos que resolver. Cuando se trata de una de las principales causas de muerte en el mundo, la urgencia en desarrollar y perfeccionar métodos para aliviar, tratar y, ultimadamente, curar a los pacientes enfermos de cáncer, siempre será prioridad.  

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