“No sólo de pan vive el hombre. Yo, si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle no pediría un pan; sino que pediría medio pan y un libro. Y yo ataco desde aquí violentamente a los que solamente hablan de reivindicaciones económicas sin nombrar jamás las reivindicaciones culturales que es lo que los pueblos piden a gritos. Bien está que todos los hombres coman, pero que todos los hombres sepan”, decía el poeta y dramaturgo español Federico García Lorca en la inauguración de la biblioteca de su pueblo natal, Fuente Vaqueros, en setiembre de 1931.

Uruguay tiene la extraña virtud de homenajear al libro en dos instancias distintas. Una es el 23 de abril, definido por la Unesco como el Día Internacional del Libro con el motivo del aniversario de los fallecimientos de Shakespeare, Cervantes e Inca Garcilaso. Otra es el 26 de mayo, en homenaje a un evento definitorio de la identidad: la creación de la Biblioteca Nacional en el año 1816, gracias a la donación de Dámaso Antonio Larrañaga de su biblioteca personal, libros aportados por José Manuel Pérez Castellanos y otros provenientes del convento de San Francisco. La importancia de este hecho en el contexto de una sociedad devastada por la guerra de independencia denota una ley de primer orden para el artiguismo: “Sean los orientales tan ilustrados como valientes”.

Hoy, leer libros es un pasatiempo que une a niños, jóvenes y adultos en un paseo por las librerías, con el fin de conseguir ese ansiado título, pero sin evitar perderse entre los altos estantes, los pisos de piedra, el calmado clima y la música. En este paseo se encuentra Minerva Libros, librería ubicada frente a la Facultad de Psicología con un gran repertorio de novelas y ensayos que recorren sus amplios estantes, sumado al olor de un café recién preparado y una musicalización acorde que logra generar el clima ideal para que la búsqueda de un nuevo libro sea placentera.

Alexis Vaz, uno de los dos hermanos dueños de Minerva Libros, habla de la importancia de esta fecha, destaca que “tenemos la fortuna y la posibilidad de que Montevideo sea una ciudad muy lectora” y refuerza esta afirmación respaldándose en información que la Cámara del Libro difundió años atrás: “Es la ciudad que tiene más librerías per cápita de Latinoamérica”. A su vez, ve con buenos ojos que en la histórica calle Tristán Narvaja donde los domingos se realiza la popular feria haya “entre 12 y 15 librerías conviviendo en una cuadra”. El agua y el papel no van de la mano, por eso al ser consultado por la gran convocatoria en un lluvioso día, Vaz afirma que “generalmente el público responde ante un evento así” y agrega que “se trabajó bien y se pudieron hacer las actividades previstas”; también recalcó que el público que los visita “no es el que viene todos los días”. 

Jorge Artola, dueño de la librería Diómedes de la calle Bulevar España, que es conocida por su orden alterno de pilas y estantes de libros que nos dirigen a un laberinto literario, considera que el Día del Libro es un día “de festejo nacional” y lo primero a celebrar es que “los libros permanecen y son poderosos”. Consultado sobre la eterna creencia popular de que ahora se lee menos que antes, Artola expresa que siempre escuchó esa frase en sus más de 40 años de profesión y la considera “una estupidez” porque “los que más leen son los jóvenes”: la afirmación es “un problema narcisista” de adultos que esperan que los jóvenes lean lo mismo que ellos y hacen un juicio peyorativo al no compartir la opción de lectura entre las distintas generaciones. Sobre esta falsa creencia también se pronuncia Vaz, y coincide en que se lee más hoy que antes: el público juvenil es muy fuerte en la industria, ya que “se piensa en los jóvenes y en los niños y se hacen libros para ellos”. Para Vaz, es de destacar el rol que tuvo J.K Rowling en su momento, “una de las que dio el puntapié inicial”.

Otro debate que siempre está en la mesa es el de la supervivencia del libro como tal en la era digital, debate que Artola también desestima rápidamente ya que “sistemáticamente en toda generación ha surgido un dispositivo que iba a terminar con el libro”, pero nunca se pudo acabar con él. “El VHS, el DVD, incluso la radio o la televisión iban a arrasar con el hábito de la lectura”, pero la lectura es complementaria de otras actividades, como “la persona que escucha música, ve series y películas y no es una o la otra”. Vaz también opina sobre esta eterna discusión y coincide en que por el momento “el libro se mantiene bien”, pero no sabe qué le deparará en el futuro. A título personal, entiende que “no hay como el libro, porque es cómodo y es lindo enfrentar a tu biblioteca y elegir lo que vas a leer de acuerdo a tus curiosidades del momento”.

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