Nacional en el fútbol y Malvín en básquetbol fueron los primeros equipos en hacer historia en el deporte uruguayo, con la firma de los primeros contratos profesionales de jugadoras femeninas. Fue un paso que tardó en llegar, pero al que cada vez se suman más clubes para lograr la equidad de género en estos deportes. En conversación con Sala de Redacción, la ex futbolista Sarita Figueras, Josefina Villanueva, actual jugadora de Nacional, y la basquetbolista referente de Malvín Sabina Bello, compartieron su visión sobre este proceso. 

“Las que tenemos 30 años supimos entrenar en cancha abierta a las 23.00, o hacer preparación física por nuestra cuenta”, comentó Bello a Sala de Redacción, en referencia a la falta de horarios de cancha y las pocas horas de entrenamiento. Si bien hace 10 o 15 años atrás había fallas, señaló que “el compromiso y la dedicación siempre estuvieron presentes”.

El Club Malvín cuenta con un plantel femenino desde la década del 40 del siglo pasado, pero es recién en 2021 que logró profesionalizarse como equipo, luego de que las basquetbolistas Florencia Somma, Fiorella Martinelli y Sabina Bello firmaran su primer contrato profesional. Bello contó que actualmente entrena casi todos los días, tiene un preparador físico, una nutricionista y también un psicólogo a disposición.


Bello, jugadora de básquetbol desde los 11 años y figura del playero, recordó que comenzó a jugar con niños y niñas en la escuelita municipal de Durazno, departamento del que es oriunda. Si bien previamente había probado con atletismo y handball, sostuvo: “En ese momento el básquetbol era el que me motivaba más; los profesores hicieron que me gustara”.

Más allá de que al tener un contrato profesional reciben un rédito económico, este es insuficiente para subsistir en su día a día. Según explicó Bello, la mayoría de las jugadoras tienen que estudiar y trabajar al mismo tiempo en que practican en sus clubes, lo que implica dedicarle menos horas a entrenar y que la calidad no sea la esperada. “No es lo mismo entrenar doble horario y tener el resto del día libre, que trabajar todo el día y llegar de noche a entrenar”, aseguró.

Por ese motivo, considera que “hace falta que el básquetbol femenino mueva plata, que aparezcan sponsors y que la gente lo apoye”, pero cree que eso sucederá a medida que “la gente mire, siga y aliente al deporte femenino”. De igual manera, destacó como positivo que tanto en mayores como en formativas, el básquetbol femenino es igual al masculino en cuanto a infraestructura, por lo tanto, al profesionalizarse “lo único que cambió fue tener una remuneración”. “Lo demás ya estaba dado”, planteó.

La Liga Femenina de Básquetbol (LFB) es el torneo de mayores organizado por la Federación Uruguaya de Básquetbol y 12 equipos confirmaron su participación para este año. Sin embargo, Atenas, Trouville, Capurro y Bohemios no compitieron por problemas económicos que afectaban a sus clubes. La LFB fue fundada en 2017 con el objetivo de que compitan los equipos de básquetbol más importantes del país; previo a su creación, los equipos de Montevideo solamente participaban en el Torneo Metropolitano Femenino.

“Más allá del apoyo que el club ha brindado a las mujeres, todo se lo han ganado en base a su propio esfuerzo. Lo tomamos como forma de apoyar y abrir puertas a la igualdad de género para generar las mismas oportunidades para todos”, declaró a La Diaria el vicepresidente del Club Malvín, Guillermo Testorelli. Al igual que Malvín, el Club Defensor Sporting se sumó a la profesionalización y hasta el momento siete jugadoras pusieron la firma.

El estallido del fútbol femenino 

En 2019, el plantel femenino del Club Nacional de Fútbol dio un paso importante al jugar en el estadio Gran Parque Central por primera vez con público, con lo que aspiraban a la profesionalización del fútbol femenino, tanto para las jugadoras como para el equipo técnico. Sin embargo, tuvieron que pasar 25 años desde el primer torneo de fútbol femenino para que un equipo, en este caso Nacional, alcanzara la profesionalización absoluta. Antonella Ferradans, Esperanza Pizarro y Josefina Villanueva fueron las primeras jugadoras en firmar su contrato.

Este proceso comenzó en 2021, cuando José Decurnex todavía era el presidente de Nacional. “Esto no significa sólo firmar contratos para que las chicas tengan remuneración, sino que Nacional ha hecho un trabajo muy grande para tener un plan en lo técnico, en lo táctico y en la formación y desarrollo de las deportistas”, sostuvo el ex presidente a La Diaria. Además de recibir un ingreso mensual, las jugadoras tienen beneficios sociales como cobertura médica y aportes a la seguridad social.

En diálogo con Sala de Redacción, Josefina Villanueva, actual arquera de Nacional, contó que comenzó a jugar al fútbol a los cuatro años en la escuela y posteriormente en un club de varones. Si bien no consideraba que ser mujer y jugar con varones fuera una contra, sí sentía que era más difícil. Según dijo, en ocasiones tenía que “aguantar ciertos tipos de comentarios y lidiar no sólo con los niños, sino también con los padres”. 

Respecto al contrato que firmó con Nacional en su momento, Villanueva coincidió con Bello en que antes de la firma el fútbol femenino era bastante similar a nivel de infraestructura y materiales, pero no contaban con una remuneración mensual. A su vez, opinó que si bien las personas a cargo tenían cierto grado de profesionalidad, no es como ahora que “todo el cuerpo técnico son profesionales en su cargo”. Si bien considera que “falta por mejorar”, cree que se está “avanzando a pasos muy grandes”. 

El fútbol femenino en Uruguay no es una posibilidad laboral como sí lo es para los varones, quienes pueden aspirar a recibir cifras millonarias, por lo tanto, la falta de apoyo financiero permanece como uno de los problemas principales en la profesionalización del fútbol femenino. Según el informe que realizó en 2018 el Sindicato Internacional de Futbolistas, “internacionalmente el 49% de las mujeres futbolistas no cobra por jugar y el 87% abandona su carrera deportiva antes de los 25 años, esto se debe a su escaso sueldo o nulo”. 

Villanueva explicó a Sala de Redacción que el salario de las futbolistas mujeres no se compara con el de los varones: “El nuestro no está registrado en la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF), por lo que la validez es bastante pobre”. Valeria Colmán, defensa de Nacional, comentó a este medio que “no puede ser registrado en la AUF porque no llega al mínimo que pide la Mutual Uruguaya de Futbolistas Profesionales”, por lo tanto, se trata de “un acuerdo entre las jugadoras y el club”. Por ese motivo, el club “no recibe nada” a nivel económico cuando una jugadora se va a otro equipo, ya sea nacional o internacional, dijo Villanueva, y agregó que igualmente se está trabajando para que eso empiece a cambiar.

Nuevos desafíos

Sarita Figueras, quien tuvo su pasaje por el fútbol uruguayo y en 1997 fue capitana de la primera Selección Femenina de Fútbol de Uruguay, contó a Sala de Redacción que, en 1996, con 19 años vio por primera vez a un equipo de mujeres jugar un partido de fútbol, en una cancha ubicada en la zona del Prado. Le llamó la atención, ya que en ese entonces el fútbol femenino recién daba sus primeros pasos; de hecho, ese mismo año se disputó el primer torneo de la AUF, con la participación de siete clubes: Cerro, Liverpool, Basáñez, Danubio, Bella Vista, River Plate y Rampla Juniors.

Elegir este deporte era todo un desafío, ya que en aquel momento era difícil encontrar espacios abiertos para entrenar y no se solía ver a mujeres practicando fútbol. Si bien dijo que nunca se sintió condicionada por su género, afirmó que no le fue fácil decir que quería jugar al fútbol. Pese a los obstáculos que se presentaban, convencida de dedicarse al fútbol, Figueras no se rindió y recibió el apoyo de sus padres. En ese entonces realizaba atletismo. Según contó, en ese deporte no existe una desigualdad de género, por lo tanto, era consciente a lo que se enfrentaba al elegir el fútbol.

“Hay que empezar por que haya proyectos en cada equipo”, opinó Figueras en relación a cómo se logra la profesionalización de un equipo. En Uruguay hay 16 equipos masculinos en primera división y la mayoría de los proyectos no son sustentables, explicó. Uno piensa cómo van a sustentar económicamente el fútbol femenino si el masculino no le da rentabilidad, creo que ahí está el error”.

Figueras sostuvo que en el fútbol femenino se debe conjugar el trabajo con el estudio, porque hay futbolistas que son madres y se les hace complicado. “Entiendo que hay que ir paso a paso, es un cambio de mentalidad desde todos lados, desde dirigentes hasta jugadoras”, concluyó.

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