El Estadio Centenario está en remodelaciones y esta vez no se trata de la reposición de butacas en las tribunas populares. El patrimonio más visitado y valorado por buena parte de los orientales está experimentando una serie de cambios profundos que le permitirán adecuarse a las exigencias de la FIFA, máximo órgano del fútbol mundial. De esa forma, podrá recibir en óptimas condiciones las finales continentales de la Copa Sudamericana y la Copa Libertadores, a disputarse el 20 y 27 de noviembre, respectivamente.

El acuerdo que determinó la elección de Montevideo como sede de estos dos partidos internacionales tuvo la participación del gobierno uruguayo, la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF) y la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol). De hecho, con intervención de las autoridades uruguayas mediante, la negociación incluyó la donación de 50 mil vacunas del laboratorio chino Sinovac para distintos actores del fútbol sudamericano. Desde el punto de vista de la AUF, el acuerdo se considera como un fortalecimiento político, que, además, contribuye económicamente con la hotelería, el turismo y la gastronomía, sectores duramente golpeados durante la pandemia de covid-19.

Jorge Casales, integrante del Consejo Ejecutivo de la AUF, contó a Sala de Redacción algunos detalles sobre los cambios que tendrá la fachada exterior del estadio Centenario: “Se va a pintar en su totalidad en un tono uniforme de la gama de los grises. Ya se ha comenzado con esas tareas”. Al mismo tiempo, señaló que el trabajo es monitoreado por funcionarios de Conmebol “de forma permanente y estricta” y que la fecha de finalización de las obras será entre el 10 y el 12 de noviembre, una semana antes de la primera final continental entre los equipos brasileños Athlético Paranaense y Red Bull Bragantino. Siete días después jugarán Palmeiras y Flamengo, también brasileños.

Además de renovar la imagen de la fachada exterior, se instalará un nuevo sistema de iluminación LED que permitirá encender y apagar las luces de la cancha de forma inmediata y regular su intensidad en diferentes niveles. Los bancos de suplentes, actualmente removidos por las obras, serán sustituidos por nuevos asientos importados de España. Por su parte, los taludes y plateas, al pie de las cuatro tribunas, sufrirán modificaciones que se observarán después de las finales internacionales.

Así lucía el césped del Centenario a comienzos de octubre. Foto: Pablo Traversoni / Sala de Redacción

De local

El césped que encandilaba la vista al momento de atravesar las escaleras que dan acceso a la cancha ya no está. Tampoco está el aire a fútbol que llena los pulmones al pararse a buscar un lugar para observar el partido.

Por el Centenario se infla el pecho cuando desde el exterior se habla de su historia, que también sirve para hacerle sentir el rigor a quienes, con colores distintos al celeste, lo visitan con la intención de mancillar su infinita gloria de goles y cantos. Meterse con el Centenario, con nuestro Centenario, es un asunto que muchos asumen como algo personal.

Personal también fue la desazón que causó en la población el rumor de que la actualización del único Monumento Histórico del Fútbol Mundial implicaba que fuera demolido para construirse de nuevoa. Sin embargo, las autoridades de la Comisión Administradora del Field Oficial (CAFO) no tardaron en pronunciarse al respecto y zanjar el asunto: tranquilidad en todos los hogares del país. El estadio Centenario sería remodelado en diversas áreas para adaptarse a las exigencias de la televisión y de la Conmebol, pero no demolido. Para las obras, la Conmebol adelantó cerca de 1,5 millones dólares.

Las obras, los cambios

Sentado en las butacas de hormigón de la Platea Olímpica, los gritos del público que no visita este recinto desde hace más de un año y medio son sustituidos por el ruido de taladros. Los no pocos insultos de los hinchas son reemplazados por el sonido de mangueras de alta presión que intentan borrar viejos avisos publicitarios, y por los gritos de los obreros que, uno por uno van quitando los focos que, desde el Mundialito de 1980, iluminaron tantas noches de alegría y emoción.

El césped, que algunas veces se vistió de gala y otras no tanto, fue quemado y retirado para instalar un nuevo sistema de riego que permitirá cubrir de agua sectores específicos del campo sin desbordar los márgenes de la cancha. Más tarde, el proceso de remodelación seguirá con el retiro de las primeras capas de césped, tierra y arena, la aireación del campo y, finalmente, la colocación de rollos de césped llegados desde Brasil.

Mientras trabajaba en el reacondicionamiento de uno de los palcos de la tribuna América, Fabián, uno de los obreros, contó a Sala de Redacción que “por razones burocráticas” no se ha podido avanzar de acuerdo a lo planificado, pero señaló que igual se encamina una “modernización de los palcos de directivos, comitivas extranjeras y prensa”. Durante la disputa de las finales continentales allí se espera recibir al presidente de FIFA, el italiano Gianni Infantino.

Los primeros pilares sobre los palcos VIP que serán remodelados en la tribuna América. Foto: Pablo Traversoni / Sala de Redacción

El frío hormigón y el bajo respaldo de los asientos de la Platea Olímpica un martes por la mañana no quitan el sentimiento de privilegio que se vive al observar la inmensidad de esta obra de Colombes a Amsterdam.

Más allá de que en un principio pueda pensarse que cualquier refacción puede atentar contra la magia del Centenario, escenario sede de la primera Copa del Mundo y entonces edificado en solo nueve meses por más de mil obreros de diversas nacionalidades, la realidad es que, una vez finalizadas las obras, su esencia prevalecerá.

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