La llegada de un tren, la salida de los operarios en una fábrica y ciclistas en una carrera son algunas de las imágenes que más impactaron en junio de 1896 en Salón Rouge, un local de espectáculos en la Ciudad Vieja de Montevideo. Estas imágenes, que hoy cualquiera podría captar con el celular que lleva en su bolsillo, en aquella época tenían una magia indescriptible para los montevideanos que experimentaban por primera vez la proyección de movimientos en una pantalla, más concretamente, a través de algunas famosas imágenes captadas por los hermanos Lumière.
Existen versiones diversas sobre la historia del cine en Uruguay, pero seguro desde 1923 el largometraje y la ficción advierten su existencia con Almas de las costas, de Juan Antonio Borges. Las proyecciones parecían nacer cada pocos años, intentando tomar su lugar para quedarse. En La historia no oficial del cine uruguayo 1898 – 2002, el crítico e historiador de cine uruguayo Guillermo Zapiola escribió que “nunca en ningún país el cine nació tantas veces, lo que lleva a la sospecha de que los cineastas emergentes nunca habían visto cine de su país o bien que ese cine moría después de cada película y había que empezar de nuevo”.
En la actualidad, el cine ya se encuentra consolidado, pero producir para Uruguay tiene sus limitaciones y hacerlo para el exterior presenta algunos retos. Sala de Redacción conversó con el uruguayo-estadounidense Luis Ara, realizador, guionista y director de Trailer Films.
Para producir cine se deben considerar dos implicancias, la primera es producir y la segunda la distribución. Cuando se habla de un mercado de tres millones de habitantes como el uruguayo, el potencial de facturación o de rentabilidad de ese negocio es mucho menor, por lo que la capacidad de producción también se verá comprometida. Ara señaló que producir para Uruguay no se está considerando como opción en el sector; “es más, ya casi no existe, salvo para la televisión local”, complementó. En cambio, sí se produce en Uruguay con “cabeza para afuera” y eso abre otras posibilidades, con otros presupuestos y capacidad de producción.
El realizador señaló que, en Uruguay, aproximadamente una película factura 100.000 dólares y agregó: “Por poner un ejemplo, si tienes que hacer una película de 100.000 dólares la estás haciendo barata y en algún lado se va a ver esa pobreza. Si tenemos 600.000, un millón de dólares o más, la producción va a estar hecha con mucho más valor, pero va a tener que estar distribuida en un lugar donde alguien pueda pagar ese dinero”.
Para afuera
Las productoras uruguayas pueden producir para el exterior, lo que implica que la historia tiene que ser interesante para otros países o que deben hacerlo directamente en el extranjero. Según Ara, el segundo desafío es que, para ser interesante, una historia tiene que ser bien contada y filmada con ciertos parámetros de calidad que estén a la altura de los estándares internacionales.
Al momento de producir para el exterior hay tres modelos de negocio. El primero se da cuando una compañía de streaming tiene una idea, escribe un guion, busca una locación para filmar y para ello contratan una productora uruguaya que únicamente realice el servicio de producción, pero la idea y la creatividad sigue siendo de la compañía. El segundo modelo se da cuando una productora uruguaya desarrolla una idea considerada interesante a nivel internacional y lo presentan a una compañía de streaming. Mientras tanto, el tercero es producir con una productora uruguaya a partir de ideas globales, tanto para Uruguay como para el exterior.
La diferencia entre estos modelos es que en el primero se gana un canon de productor, pero en el segundo se gana por la creatividad, el guion y la producción ejecutiva. Ara contó que en este último caso “está muy de moda el IP [Propiedad Intelectual, según su sigla en español]”. “Amazon y HBO suelen comprar el IP, es decir, compran tu idea, pero ellos se quedan con los derechos. O también está Netflix, que te dice, por ejemplo, hacé la película, producila, el IP es tuyo, pero los derechos son míos por cinco años. Por los próximos cinco años va a estar solo en Netflix, después de ese tiempo los derechos vuelven a la productora, que puede hacer lo que quiera”, completó.
El realizador señaló que, hace diez años, para ver una película había que esperar al estreno en el cine, pero en la actualidad, con los servicios de streaming o la espera de unos meses para verlas en un canal de cable, el alcance a las producciones se volvió más accesible. El cine ocupa un lugar único en la cultura y permite hacer un recorrido por diversas sensaciones al orquestar voces, efectos, imágenes y sonidos, que se convierten en experiencias únicas.
Respecto a la supervivencia del cine, Ara recordó que “desde que se inventó, hace 120 años, se dice que todo lo que ha salido lo va a matar. Primero fue la televisión, después la televisión a color, el video VHS, el cable, el DVD, luego el Blu Ray y ahora el streaming. En todas esas apariciones de nuevas tecnologías el cine subsistió por el mismo motivo que subsiste el libro y por el que lo hace el teatro, son experiencias distintas. El cine va a seguir existiendo porque es un entretenimiento incomparable”.
Las reglas que se modifican
Las nuevas tecnologías generan el desafío de mantener el interés y aceptar que los contenidos cambian y están en constante transformación, igual que los individuos y las épocas. “Lo que cambia es el interés de la gente por eso, lo que sí ha cambiado en los últimos años es el público del cine”, dijo Ara. De todas formas, señaló que, si bien se pensaba que los niños y adolescentes serían los primeros en dejar de ir al cine, ya que tienen acceso a ese otro mundo virtual, por el contrario, son los primeros en concurrir.
Según agregó, las películas más taquilleras en los últimos 10 años son las de acción, súper héroes y películas animadas, algo que genera que el cine tenga más esperanzas. “A un niño que lo llevas al cine a vivir esa experiencia de chico y cuando tenga 40, 50 o 30 años querrá vivir lo mismo. Capaz que no le gusta Avengers y quiere ir a ver una película de Clint Eastwood de calidad, pero pero va a ir y va a seguir vendiéndolas”, sostuvo Ara.
Por suerte para los espectadores que buscan algo más que un entretenimiento o pasar un buen rato, detrás de cada realización hecha por Ara habrá un mensaje que invita a reflexionar, ya se trate de una serie, documental o película. La pasión puesta en su trabajo es reflejada en cada historia proyectada y esa misma pasión se retroalimenta al generar emociones en sus espectadores. “Nadie me enseñó a prender una cámara ni a escribir un guion, pero me apasiona lo que genera contar historias. No hay nada más hermoso que ver a una persona emocionarse con algo que hizo uno. Y si a vos te gusta mucho algo no importa en el área en que te desenvuelvas, la vida es muy corta como para desperdiciarla no haciéndolo”, reflexionó.
En pandemia
Durante la pandemia de covid-19, el desafío para el sector audiovisual fue “tratar de rodar sin moverse”, afirmó el realizador. Pero para las productoras ello no hizo que se mitigara su trabajo, sino que, por el contrario, en Uruguay lo hizo crecer. Según Ara, en el momento más grande de incertidumbre por la pandemia Uruguay estaba bien en comparación con otros países. Parte de ello llevó a las empresas de streaming a elegir producción uruguaya, una gran oportunidad que sigue generando buenos resultados. Inclusive en estos momentos, porque los proyectos ya se habían pautado. “Hay que ver cuánto dura, cuando se te acaben estos proyectos todo lo que ahora se está evaluando hacerse en Uruguay, ¿se quedan acá o se van a Estados Unidos o a Centroamérica? Esa es la duda”, declaró el director de Trailer Films.