El hospital Veterinario cuenta con todas las policlínicas, como si fuese un hospital para personas. Tiene todas las especializaciones y atiende casos de todo el país. En el documento de rendición de cuentas de 2022 que elaboró la Universidad de la República, la Facultad de Veterinaria solicitó “más recursos humanos y el fortalecimiento tecnológico con equipamiento especializado”. Sin embargo, el proyecto de ley que discute en este momento la Cámara de Senadores y que ya tiene media sanción, no contempla ninguno de estos pedidos.

Hace casi dos años que la institución abandonó la sede del Buceo, un predio de 20 hectáreas en el que funcionaba desde 1912 y que hacía tiempo que no se adecuaba a las necesidades de la formación de los estudiantes ni a las tareas que realizaban. Las instalaciones del nuevo hospital se ubican sobre la ruta 8, en el kilómetro 18, frente a Zona América, desde donde también se puede ver el predio del estadio “Campeón del Siglo”. 

Allí, todo está estructurado de forma ordenada, por sectores, en bloques; en sus paredes se pueden ver las nomenclaturas de cada espacio: el sector de pequeños animales y el de los grandes, el laboratorio, imagenología, equinos, entre otros. Sus corredores, patios, el césped, todo está muy cuidado y limpio. La nueva sede satisfizo las necesidades edilicias pero sobresale una vieja carencia: disponer de más recursos humanos. “Acá trabajamos a pulmón, con esfuerzo y pasión”, destacó a Sala de Redacción la directora del hospital, Ana Meikle. Los espacios son sostenidos por profesionales y estudiantes que trabajan en equipo y con dedicación para mejorar la calidad de vida de sus pacientes. Muchos son jóvenes que están cursando los últimos años de la carrera o sólo les queda completar la tesis, otros que están haciendo su posgrado, y todos, mientras estudian cumplen con sus tareas docentes. 

El trabajo en imagenología

Desde la mudanza a las nuevas instalaciones, el área de imagenología tiene más pacientes. El hospital realiza estudios imagenológicos en base a rayos X y ecografías con los mismos equipos con los que trabajaban en la vieja sede y “no dan abasto”, expresó Guillermo Cazzuli, docente grado 2, mientras guiaba la recorrida. 

En 2021, cuando se mudaron, lograron poner en funcionamiento un tomógrafo que les había donado en 2017 el Hospital de Mercedes, de la Administración de los Servicios de Salud del Estado, pero al ponerlo en marcha, “empezaron a surgir fallas”, explicó Cazzuli, porque era un equipo viejo, que había estado durante un tiempo “guardado en un galpón”. Hoy en día el tomógrafo no funciona, ya fue revisado por un técnico y se está buscando la pieza para su reemplazo y próxima puesta a punto. “Cuando se ponga en funcionamiento, sería la primera vez que se use un tomógrafo exclusivamente para realizar estudios en animales”, destacó Cazzuli, y señaló que para los estudiantes y docentes significa todo un desafío para el que se han estado preparando. 

El área de imagenología le solicitó al Poder Ejecutivo y al Parlamento que en el proyecto de Rendición de Cuentas incluyeran fondos para adquirir y hacer funcionar un resonador magnético, pero no se avanzó en esa dirección. La sala para el resonador ya está lista. Cuando puedan utilizar el tomógrafo y además el resonador, prevén que los casos aumenten aún más. Por eso solicitaron también más personal capacitado en esta área, entre ellos docentes y no docentes, anestesistas y licenciados en Imagenología. 

“Es un hospital escuela y tenemos que tener presente que estamos formando profesionales, doctores que después van a ser colegas y tienen que estar preparados”, mencionó Cazzuli. Al hacer más de lo que realmente pueden, se corre el riesgo de perder el equilibrio entre lo que es obligatorio para la currícula académica de los estudiantes y la atención y estudio de cada animal. Los estudiantes en la facultad realizan asistencia, docencia, investigación, extensión. 

Otro de los problemas es que por falta de personal docente, un grado 2 está a cargo de dictar contenidos teóricos y prácticos; esto le resta tiempo para prepararse para el pasaje de grado, en caso de que hubiera recursos para crear nuevos cargos.

Importancia de las imágenes

El resonador sería muy importante no solo para el trabajo con los pacientes  del hospital sino también para hacer investigación. Días atrás, Cazzuli fue contactado por un paleontólogo que necesitaba hacerle rayos X a un hueso largo y a una mandíbula que encontraron, mencionó. Por otra parte, el profesor de Patología de la facultad, solicitó hacerle una tomografía a un ternero que había fallecido “bajo sospecha de hidrocefalia” pero, como el tomógrafo no está funcionando, lo congelaron para estudiarlo antes de hacerle la necropsia. Otro ejemplo de la importancia de los estudios imagenológicos lo muestra la interacción con la asociación Karumbé, que ya les ha llevado tortugas para estudiar. Cazzuli explicó la importancia de hacerles rayos X para investigar sobre su salud y lo que las pudo haber afectado: hacerle un estudio imagenológico al animal sirve para saber qué lo enfermó y tomar acciones. Si, por ejemplo, el ser humano está haciendo algo en el ambiente que las esté perjudicando, se puede, a partir de las investigaciones, concientizar, prever, difundir y colaborar con un hábitat sabiendo más de él, y eso se logra a través de estudios, análisis, y observación.

Laboratorio: desarrollo y nuevo contexto

En el laboratorio Paula Pessina, docente grado 4, mostró las instalaciones y explicó cómo trabajan biólogos, preparadores, bioquímicos y veterinarios. Tienen dos salas, en una se hacen los análisis básicos, de rutina, y en la otra los estudios más especializados, como las citologías -para analizar las células- y las determinaciones de hormonas. Hacen análisis no solo para los pacientes del hospital, sino que también analizan muestras que les llegan de clínicas privadas. “En laboratorio, en esta parte de análisis clínicos estamos muy bien equipados”, dijo Pessina.

Consultada acerca de casos de relevancia, mencionó que “se está trabajando mucho con patologías hematológicas que antes no se podían detectar o no se sabía tanto, como el caso de las punciones medulares”. Dijo que estos estudios permiten, por ejemplo, determinar los distintos tipos de leucemias y otras alteraciones en la sangre. Especificó que como “no hay un desarrollo importante en veterinaria”, le solicitaron ayuda de un médico, quien colabora con ellos en esos estudios; añadió que están tratando de armar una unidad que se especialice en ellos, incluso contó que hay un estudiante que pronto irá a la Universidad de Buenos Aires (UBA) a capacitarse. 

Desde que se mudaron a las nuevas instalaciones se han sentido desbordados, porque tienen más trabajo. “Los docentes en su mayoría son grados 1 y grados 2, y ganan muy poco”, señaló Pessina, quien agregó que “necesitan trabajar en otro lado, y no es la idea para cuando queremos que logren un desarrollo académico y profesional dedicado full time a la Universidad”. Los estudiantes no tienen dedicaciones compensadas, tienen que trabajar afuera. Para hacer frente a tanta demanda, el laboratorio les vende servicios a quienes pueden costearlo, explicó Pessina; con parte de esos recursos, contratan recursos humanos para cubrir horarios del trabajo. Otro punto importante, acotó la veterinaria, es que no es fácil para ellos llegar a la facultad, “o llegan muy temprano, o llegan tarde”, porque no hay buena locomoción hacia las nuevas instalaciones. 

Algo que llamó la atención al equipo del laboratorio son los casos que se han presentado de parvovirus (enfermedad vírica muy contagiosa que puede resultar letal en el perro si no se trata adecuadamente) y de joven edad en caninos. Esto, según dijo Pessina, no se veía en las instalaciones del Buceo, en donde esos casos “parecían extintos”. También ha marcado una diferencia la cantidad de animales accidentados, algo que, según la docente, puede responder a la ubicación, por el hecho de estar pegados a la ruta. También manifestó que incide el hecho de que están tan cerca de barrios carenciados: los perros llegaban en otro estado en Buceo. “Estamos en una zona carenciada, del aspecto nutricional y cuidados”, expresó Pessina. “Los pacientes que iban a las instalaciones en Buceo contaban con todos los cuidados, sus familias los vacunaban, los tenían en buen estado”, comparó. 

Trabajo con equinos

Otro de los sectores de la Facultad de Veterinaria que pidió más presupuesto fue el de equinos: se solicitaron más recursos humanos, porque hay estudiantes que son docentes grado 1 y que al tiempo que están estudiando, preparan sus clases, hacen prácticas, atienden a los pacientes, realizan tareas de limpieza y mantenimiento, cubren horas de internación; realmente están sobre exigidos. Se necesitan docentes, más profesionales para tener una escala jerárquica, puesto que hoy en día ninguno de los que se desempeñan en la unidad de equinos pasa de ser grado 2. 

Además, hacen trabajos de investigación. Realizan jornadas de desparasitación, vacunación, concientización. Todos los jueves salen a los barrios carenciados y a donde saben que necesitan de su trabajo para hacer jornadas de enseñanza y aprendizaje.  

Docentes y estudiantes del sector de equinos del hospital destacaron la importancia de contar con una sala de operación y con el equipamiento necesario. La mesa de operaciones tiene un equipamiento que levanta al equino de la mesa y lo transporta a la sala de recuperación para que se le vaya el efecto de la anestesia. A su vez, tienen otra habitación en la que los sedan. Las tres instalaciones se conectan. Pasa el equino y automáticamente se cierra la puerta con un sistema de vaivén. Cabe recalcar el confort de las salas tanto donde sedan al caballo como la de recuperación: ambas tienen revestidas sus paredes, con una especie de material acolchado alto y forrado de cuerina azul. 

En el hospital veterinario se hacen cirugías de todo tipo, y los equinos son divididos en tres categorías: de recolectores, los que son “mascotas” o son destinados a cumplir trabajos de campo, y equinos deportivos. 

“La facultad apoya bastante a la unidad de equinos para atender a pacientes cuyos dueños son recolectores, con insumos, y medicamentos”, indicó Bruno Inocente, docente grado 1 de la unidad de equinos. No se les cobra nada, se los exonera del pago, “sino fuera así, esos caballos seguramente serían eutanasiados por sus propietarios”, concluyó.

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