Las elecciones que se celebrarán mañana 3 de noviembre en Estados Unidos tienen un contexto único en el país a causa del coronavirus. Donald Trump, actual presidente y del Partido Republicano, se juega la reelección frente al demócrata Joe Biden, quien fuera vicepresidente durante la administración de Barack Obama.

En las encuestas Biden lidera ampliamente: el 52% de los votantes lo elegiría, mientras que el 43% votaría por Trump, según el promedio de las principales encuestas que elabora el sitio especializado FiveThirtyEight. Sin embargo, las encuestas están en el ojo de la tormenta desde las últimas elecciones de 2016 cuando aseguraron que Hillary Clinton se iba a quedar con el sillón presidencial, lo que finalmente no ocurrió.

La situación por la que está pasando Estados Unidos es compleja. La pandemia del coronavirus tuvo un impacto profundo en la economía del país. El desempleo subió de un 3,5% en el mes de febrero a un 14,7% en abril, según la Oficina de Estadísticas Laborales de Estados Unidos. Además, con el 4% de la población mundial, es el país más afectado; tiene 9 millones de contagios y más de 230 mil fallecimientos.

La responsabilidad sobre el manejo de la pandemia para los estadounidenses recae principalmente en Trump: un 63% de la población cree que el presidente actuó de manera lenta frente a la pandemia, un 31% cree que actuó en el momento y en el lugar adecuado y sólo el 1% cree que actuó muy rápidamente, según una encuesta de ABC News junto a Ipsos. Joe Biden, en tanto, dijo en la convención demócrata que “Donald Trump no es responsable del COVID-19 pero tiene plena responsabilidad en el fracaso de la respuesta”.

Hasta hace no mucho tiempo, Trump mantuvo una actitud optimista, dando a entender que todo iba a pasar rápidamente, además de menospreciar el uso de las mascarillas por ser “antihigiénicas” y responsabilizar a China de la covid-19, a la cual llama “el virus chino”. La postura del mandatario varió luego de que el 2 de octubre anunciara en su cuenta de Twitter que tanto él como su esposa, Melania Trump, se habían contagiado. Tras estar internado, recibir oxígeno y pasar a estar fuera de peligro, fue dado de alta el 5 de octubre. Y al superar la enfermedad dijo que haberse contagiado fue “una bendición”.

Black Lives Matter

El movimiento Black Lives Matter parece que será decisivo en estas elecciones. La muerte del afroamericano George Floyd a manos de un policía hizo estallar protestas a lo largo y ancho de todo el país y en otras partes del mundo que acompañaron al colectivo. Las protestas llegaron incluso a la NBA, donde tanto la organización como los jugadores mostraron su apoyo a la causa. La tendencia generada por este movimiento podría beneficiar a Biden ya que la población afroamericana ha favorecido históricamente al Partido Demócrata y, desde la muerte de George Floyd, el electorado se ha movido aún más hacia ese sector. La popularidad de Biden en afroamericanos también es importante gracias a su papel como vicepresidente en la administración Obama (2009-2017).

Aún así, para Biden es difícil conseguir el voto de los jóvenes afroamericanos, ya que esta generación ve con ojos críticos el endurecimiento de las penas de los ochentas y noventas apoyado por Biden en su momento, lo que contribuyó al encarcelamiento en masa de población negra. Otra crítica a Biden tuvo origen en mayo, luego de un comentario que hizo durante una entrevista -por el que luego se disculpó-: “Si no tienes claro si debés votarme a mí o a Trump, entonces no eres negro”.

Biden fue nombrado como candidato durante la convención del Partido Demócrata. En este evento -que se hizo online por la pandemia- participó Obama, quien acusó a Trump de no mostrar “ningún interés en hacer su trabajo” ni en utilizar el “asombroso poder de su oficina” para ayudar a otros que no fueran sus amigos.

 Los debates

El primer debate entre Trump y Biden, realizado el 29 de setiembre, será recordado como uno de los más vistos: según la empresa de medición estadounidense Nielsen, 73 millones de personas presenciaron el debate. Además, tuvo la particularidad de ser una instancia sin demasiado contenido; la estrategia de Trump consistió en interrumpir constantemente las palabras de su opositor al punto tal de que Biden le terminó diciendo al actual presidente: “¿Vas a callarte, hombre?”.

En el segundo debate, que se llevó a cabo el 23 de octubre, se mantuvo el tono de fuertes acusaciones entre uno y otro -Trump aludiendo a que Biden se beneficiaba de los negocios de su hijo, mientras el demócrata decía que el actual presidente tiene “una cuenta secreta de negocios con China”-, pero se respetaron las formalidades y protocolos que en el primero estuvieron ausentes.

Lo que dice la historia

A lo largo del siglo XX fueron pocos los presidentes en Estados Unidos que perdieron la reelección, y esto ha ocurrido fundamentalmente en tiempos de crisis económica. El demócrata Jimmy Carter fue presidente entre 1977 y 1981 y se presentó a la reelección. Sin embargo, la revolución iraní hizo que el precio del petróleo subiera drásticamente, lo que generó un incremento del desempleo y la inflación. A ello se le sumó la crisis de los rehenes en la embajada de Estados Unidos en Irán en 1979, y Carter perdió en las elecciones ante el republicano Ronald Reagan en 1980.

Otro caso es el de George H.W. Bush, que en 1992 buscó, sin éxito, la reelección. En 1990 Bush rompió su promesa de no agregar nuevos impuestos y ello despertó disgusto en la población. A su vez, entre 1990 y 1992 Estados Unidos entró en recesión y, finalmente, Bush perdió en las elecciones ante Bill Clinton.

En busca del voto latino
En julio de este año, Trump recibió en la Casa Blanca al presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, para ratificar un acuerdo comercial. En conferencia de prensa, el mandatario estadounidense cambió su postura de tiempo atrás y llamó a López Obrador un “buen hombre” y su “amigo”. “Se trata de una comunidad de gente buena y trabajadora que vino a ganarse la vida de manera honrada”, dijo Trump, refiriéndose a los inmigrantes mexicanos, en fuerte contraste con sus declaraciones en años anteriores. De esta forma, el mandatario buscó ganar mayor simpatía en un electorado de gran caudal en Estados Unidos como lo es el latino.
Sin embargo, en sus días de campaña electoral en 2016, Trump llamó a los mexicanos “violadores” y responsabilizó a las autoridades mexicanas de la situación de los inmigrantes en los Estados Unidos.
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