En sus principios los uruguayos tomaron la música de raíz rural, folclórica, proveniente de Argentina, y a eso empezaron a llamarle folclore. A medida que se forjó un folclore oriental, no uruguayo, sino arraigado en la Banda Oriental, con nuestros líderes históricos, con nuestra impronta cultural, se dio una especie de boomerang, y los argentinos también tomaron la producción oriental. En tiempos oscuros, las voces de Alfredo Zitarrosa, José Carbajal “El Sabalero”, Daniel Viglietti y Los Olimareños, marcaron el camino hacia una canción de protesta. 

El escritor, investigador, docente y psicólogo especializado en cultura popular, Hamid Nazabay, dijo a Sala de Redacción, que en Uruguay se empezaron a hacer chacareras y zambas, muy propias de Argentina, y que algunos de nuestros compositores musicalizaron la poesía gauchesca. Agregó que unos cuantos pasaron a la canción de protesta, que otros se quedaron en el folclore oriental y algunos quedaron en el folclore que provenía de Argentina.

Según Nazabay, los criterios que debería tener el folclore son: que sea colectivo, superviviente, funcional y, más importante, anónimo. Claro está que eso no fue posible. 

¿Y las cantoras?

Ante esta pregunta, de inmediato surge la evocación a Amalia de la Vega, conocida como la Calandria Oriental, que se destacó en el ámbito folclórico de Uruguay. Nazabay apuntó a que eso fue así por su calidad, por su voz y por su repertorio nuevo, a pesar de la timidez y de que haya utilizado un seudónimo en sus comienzos.

Existieron más mujeres dentro del folclore, aunque siempre en menor cantidad que los varones. Nazabay contó que hay registros de 1812 y 1813, durante el sitio de Montevideo, de una mujer a la que llamaban Victoria la Cantora, y comentó que en el sitio de Paysandú también hubo alguna cantora y guitarrera folclórica. 

Más adelante en el tiempo, estuvo María Podestá, conocida como la Rubia Cantora y, a principios del siglo XX, muchas actrices cantaban, participaban en dúos y grababan discos.

Es decir que siempre hubo mujeres dentro del ámbito folclórico, solo que fueron muy poco conocidas y no se destacaron tanto como la Calandria. Los hombres fueron apropiándose de todo poco a poco, pero en el último tiempo, se ha visto una vuelta de tuerca y las voces femeninas empiezan a tener un lugar en los principales festivales del país, en los que dan a conocer su música y su voz.

¿Quiénes son? ¿Por qué eligieron este género? ¿Cómo se sienten tratando de abrirse paso en un espacio hegemónicamente masculino? Sala de Redacción tuvo la oportunidad de conversar con dos jóvenes mujeres que vienen impulsando su carrera.

.Abrirse camino

Lucía Aramburu. Foto tomada de su perfil de Instagram.

Lucía Aramburu es oriunda de Sarandí Grande, departamento de Florida y participó en la primera edición de Got Talent Uruguay, Canal 10, representando al folclore. Al programa fue a cantar pero cuenta que empezó en el género folclórico bailando en Raíces Sarandienses, grupo de danza en el que también participaban sus padres y abuelos.

Cuando arrancó con sus clases de guitarra, ella misma pidió que le enseñaran a acompañarse, a cantar canciones. En un principio fue un hobbie pero con el paso del tiempo fue convirtiéndose en algo más.

Su participación en Got Talent fue un paso enorme para ella porque no solo iba a presentarse frente a todo Uruguay, sino que iba a “dejar bien parado al folclore”, relató. “Fui con esa idea de responsabilidad, de ir a mostrar nuestras tradiciones, nuestras primeras músicas y nuestras costumbres”, expresó. 

A raíz de esa participación en televisión empezó a llegar a más gente, sobre todo a la juventud, un sector que reniega muchas veces del folclore por prejuzgar que es algo de gente mayor o aburrido. Lucía afirmó que ahora es bastante diferente y que “los jóvenes que no tenían contacto con el folclore han encontrado, desde hace un tiempo, una camada de juventud folclórica”. Entre ellos, menciona a sus colegas femeninas, como Anita Valiente, Catherine Vergnes, Jose Damiani y Lucía Chappe, quienes son parte de la nueva generación de folcloristas. 

A pesar de que puede resultar difícil meterse en un ambiente masculino y que parece tener un público de personas mayores, lo han logrado y, de hecho, siempre sienten que los varones folcloristas las apoyan.

“Hay muchas jóvenes en este camino de encontrar un lugar y, por suerte, todas las que nombré hemos tenido un lugarcito. Nos hemos podido granjear el espectáculo, las tablas, los festivales”, expresó.

Apoyos fundamentales

Lucía Chappe. Foto tomada de su perfil de Instagarm.

Lucía Chappe también es de Sarandí Grande y se vinculó con la música a los 11 años, cuando descubrió una vieja guitarra en la casa de su padre. Su familia notó su interés por la música y la impulsó a tomar clases de guitarra. En el camino, Chappe incursionó en varios géneros hasta que su profesor, Alberto Pignatta, la ayudó a adentrarse en el mundo del folclore.

Cuenta que al principio era tímida y no cantaba en público, únicamente lo hacía en su casa, así que integró algunos grupos como bajista o guitarrista. Gracias al grupo de folclore, en el que estuvo con Lucía Aramburu, se interesó más por el género: “Me empezó a gustar más y lo escuchaba cada vez más. Tenía a mis abuelos, ellos eran de escuchar mucho folclore así que por ahí estaba familiarizada. Por parte de madre tengo a varios músicos en la familia del género folclórico. Fue en esa etapa que se despertó aún más mi interés”, relató.

Cuando llegó a Montevideo para estudiar profesorado de música empezó a participar en algunos concursos de canto y por primera vez lo hizo como solista. Allí se topó con Martín Piña y Catherine Vergnes, a quienes reconoce como personas que la alentaron en lo que hacía.

“Tuvimos una buena devolución por parte del jurado y de la gente. Ahí es cuando empiezan a conocerte, a acercarse a felicitarte, a seguirte en redes y darte para adelante. Esa es una de las cosas que considero más importante en esta carrera: el apoyo de la gente porque sin ellos no sería posible nada, son ellos quienes te impulsan a seguir y a hacer cosas nuevas”, contó. 

Chappe siente que es muy bueno poder aportar un poquito de ella a la cultura uruguaya y mantener vigentes las tradiciones. También, destacó la importancia de ver que otras mujeres hacen lo mismo, más aún cuando entre ellas se apoyan, y considera que son el incentivo para otras chiquilinas que estén queriendo comenzar en el mundo del folclore.

Con orgullo, contó que el año pasado estuvo en el concurso Generación 2020 de A+B, en el que ganaron Catherine Vergnes y Jose Damiani. Entre todos los participantes, fueron dos mujeres las que ganaron, lo que indica algo fuerte: las mujeres vienen con todo y “el folclore está más vivo que nunca”, expresó.

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