Tras 10 días de protestas y disturbios, el presidente chileno, Sebastián Piñera, firmó los decretos para que a partir del lunes se levantara el estado de emergencia en todas las regiones y comunas que se había establecido. Había decretado el estado de emergencia el 18 de octubre, cuando comenzaron las protestas por el aumento del boleto del metro de Santiago; como consecuencia hubo manifestaciones multitudinarias, disturbios, incendios y robos.

Sociedad en lucha

Se vivieron varios días de estallido social, hubo huelga general, movilizaciones, protestas y una gran represión policial.

Durante el primer día de protestas en Santiago fueron incendiadas varias estaciones del metro, mientras que en otros puntos de la ciudad se produjeron enfrentamientos entre los manifestantes y la policía. Esa noche Piñera decidió sacar a los militares a la calle y al día siguiente decretó el toque de queda en diversos puntos del país que duró varios días con algunas intermitencias. No hubo servicio de metro y se produjo un desabastecimiento en los supermercados.

A tres días de iniciados los disturbios, el presidente afirmó: “estamos en guerra contra un enemigo poderoso”, lo que para nada ayudó a controlar la situación.

Al cuarto, se suspendieron las clases en casi todas las escuelas y universidades de la capital. El martes 22, el quinto día de revuelta social, el presidente chileno pidió perdón a sus compatriotas por su “falta de visión” ante los problemas que estaban ocurriendo. También propuso un paquete de medidas que incluye el aumento del salario mínimo, el incremento de 20% las jubilaciones básicas, mejoras en materia de salud y un aumento de los impuestos a quienes más ganan. Pero Piñera decidió mantener al Ejército en las calles. Al día siguiente fue la primera de las dos jornadas de paro general, y miles de personas se manifestaron para exigir cambios estructurales y que se sacara a los militares de las calles.

El viernes se hizo en Santiago de Chile un marcha que reunió cerca de un millón de personas; fue la mayor movilización desde el final de la dictadura de Pinochet. Las manifestaciones se extendieron hasta el domingo, cuando una multitud se reunió en Santiago bajo las consignas “El derecho de vivir en paz” y “No más abusos”. A su vez, en Valparaíso, más de 80 mil personas marcharon hasta el Congreso para visibilizar y hacer llegar sus demandas al Poder Legislativo.

El estado de emergencia en Chile terminó el lunes, con 3.300 detenidos, 20 muertos y más de 1.000 heridos, además de varios robos, incendios, pérdidas millonarias y enfrentamientos entre militares y manifestantes.

Michelle Bachelet, alta comisionada de la ONU y ex presidenta chilena, había anunciado que enviaría una “misión de verificación para examinar las denuncias de violaciones a los derechos humanos” en el país. La misión de la ONU llegó el lunes a Chile y comenzó las investigaciones, que se extenderán durante cuatro semanas.

Cuando parecía que todo volvía a la normalidad, ayer se registró otra jornada de violencia y el lunes se convocó a una marcha pacífica a través de redes sociales con el hashtagesto no ha terminado”, frente el palacio de La Moneda, la sede de la presidencia de Chile, en el centro de Santiago, para exigir demandas sociales. Mientras la marcha de llevaba a cabo en otras zonas se registraron episodios de violencia y vandalismo.

Movilización en Santiago el 29 de octubre. Foto: Martin Bernetti / AFP.

Una mirada con experiencia

Consultada por Sala de Redacción, la socióloga María Nilia Tortosa considera que el fenómeno de Chile es un fenómeno en el que como “una punta de iceberg” se ve “estudiantes reclamando por el aumento del precio del metro, pero en realidad es una sociedad que viene muy fracturada como consecuencia de la desigualdad que se fue generando a partir de las políticas que se establecieron con el FMI (Fondo Monetario Internacional). Tortosa plantea que, por un lado, se habla del milagro chileno y que, por otro, se está ante una sociedad donde la mayoría está cada vez “más desposeída y unos pocos son los que se están quedando con todo”.

Tortosa piensa que además de que se produjo una fractura social muy importante, “en realidad lo que pasó muestra que el problema era mucho más profundo que la suba de precio del metro: se empezaron a ver todas las desigualdades que estaban y todo el desencanto de las masas populares que empezaron a reclamar en las calles. Se volvió un conflicto grave con heridos y muertos”.

La esposa de Piñera, Cecilia Morel, trató de “alienígenas” a los manifestantes, según un audio de Whatsapp que se viralizó luego de filtrarse, y no hizo otra cosa que echar más leña al fuego. Al respecto, Tortosa dijo que las declaraciones de Morel son “algo increíble”, y que muestra “una total falta de noción de lo que está diciendo, parece poco serio que una primera dama haga un comentario de esa índole”. También consideró injustificada la cantidad de muertos y heridos que hubo en estos días.

Posición de la Udelar
El jueves 24 el rector la Universidad de la República (Udelar), Rodrigo Arim, manifestó su “profunda preocupación por la situación que atraviesa Chile, con la instauración de mecanismos de excepcionalidad de la vigencia de los derechos inherentes a la vida democrática que ha configurado un escenario crítico, donde se constata la muerte de varios ciudadanos en manos de las fuerzas del Estado, denuncias de torturas y violaciones a los derechos humanos y de abusos en el uso de la fuerza pública de distinta naturaleza, tal como surgen de los informes del Instituto de Derechos Humanos” de ese país. Además, condenó “la criminalización de la protesta social” y expresó que “calificar de ‘guerra’ a la explosión social es una forma de justificar el autoritarismo”. Por último, el rector afirmó que la Udelar “exhorta a la resolución pacífica de los conflictos en Chile, así como en otros países de la región que están sufriendo situaciones similares”.
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