¿Cómo proyectamos la ciudad? ¿A qué modelo de ciudad, de desarrollo y urbanismo apuntamos? ¿Cómo poner en disputa el mar? Esas fueron algunas de las preguntas que se formularon en el conversatorio El mar en disputa: reflexiones en torno a la proyección de la ciudad y lo costero, organizado por el Laboratorio Transdisciplinario de Etnografía Experimental (Labtee) de la Facultad de Información y Comunicación de la Universidad de la República (Udelar). En la actividad, que se desarrolló el viernes 14, expusieron especialistas en arquitectura, urbanismo y manejo costero, con el fin de “dialogar” y “problematizar” cómo proyectamos la ciudad, y “reflexionar” acerca de proyectos que se encuentran en discusión en la opinión pública.

La rambla que recorre el Río de la Plata, de unos veintidós kilómetros de largo, es un sello identitario de la ciudad de Montevideo y un elemento central en la formación de su cultura, que cumple, además, un rol fundamental como espacio público y de ocio para sus habitantes. “Las realidades de nuestras costas varían en cuanto a sus características físicas y los usos allí presentes”, explicó Paloma Nieto, magíster en Manejo Costero por la Udelar. En este sentido, en su condición de lugar de encuentro entre la tierra y el mar, la planificación costera es una “temática compleja”, en la que confluyen actores “con distintos intereses” y “competencias diversas”, valoró. 

Tal es el caso de la terminal de pasajeros en el espacio del Dique Mauá, una inversión privada que cuenta con el aval del Ministerio de Transporte y Obras Públicas y que ha estado en agenda en los últimos meses. Adriana Goñi, doctora en Urbanismo e integrante del Colectivo por la Rambla Sur —organización que se movilizó en rechazo de esta inversión—, expresó en el conversatorio que es necesario pensar en otras alternativas de ciudad que “no sean sólo las de la inversión privada”. Respecto a esto, cuestionó la “gentrificación” —proceso de renovación de un barrio en el que se remueve a su población en pos de que ingrese otra de un mayor poder adquisitivo— del Barrio Sur, que tiene “gran patrimonio e identidad” que se vería afectado por una “privatización del sentido público” asociado a megaproyectos.  

Por su parte, Carlos Santos, integrante del Centro Universitario Regional Este de la Udelar, problematizó acerca de un aumento del “acaparamiento” de las costas en el país asociado a una “apropiación de pasos costeros” con “intereses externos a los pobladores permanentes de las costa”. Esta idea de acaparamiento, señaló, es una manera de entender cómo la intensificación de las actividades y operaciones marítimas generan consecuencias directas en los espacios terrestres y en la interfaz de la costa. A su vez, relacionó esto con una “fase contemporánea del capitalismo”, que tiende a la participación directa del capital financiero sobre las actividades económicas. 

Un caso que ha dado que hablar en los últimos meses fue el proyecto que pretende instalar una ciudad inteligente en Colonia del Sacramento, presentado por empresarios argentinos y aprobado por la Junta Departamental de Colonia. Santos mencionó este caso en su exposición como ejemplo de un “proceso de privatización de una región costera”. Pero hay otros, explicó, que no se basan en la especulación inmobiliaria sino en actividades productivas, como la iniciativa de crear una zona franca en el humedal del arroyo Maldonado, que es una zona natural protegida. Y finalmente, aparecen otras iniciativas “donde es más complejo el proceso costero”, como la instalación de una planta potabilizadora privada en San José, que tendría el fin de “satisfacer un eventual aumento de la demanda de agua” en Montevideo.

En este sentido, la expansión de actividades sobre regiones de la costa para satisfacer las demandas de otras regiones, apuntó, “necesitan” que las miremos “de una forma integral”, ya que muestran la intención de promover el acaparamiento de las costas “por parte de algunos sectores”, lo que conlleva a la exclusión del acceso de otras personas. 

Horizontes de alternativas

“Bosque Mauá” fue un proyecto presentado al concurso de ideas para los predios del Dique Mauá y del antiguo Gasométro por los arquitectos Alma Varela y Santiago Pons. En el conversatorio, expresaron que su propuesta intentó ser “sensible a los reclamos” de los ciudadanos; a la vez, comentaron que contemplaron que fuera “posible de concretar” y de ser adaptada en el tiempo. La idea consiste en un ecosistema “para el encuentro urbano, la cultura y la innovación”, explicaron, y conforma un bosque urbano, con actividades y componentes “que son evolutivos, dinámicos y, al mismo tiempo, naturales”. Para su proyección, se tuvo en cuenta que la rambla sur es una pieza patrimonial, una “identidad urbana” que tiene un skyline que debe ser preservado. La idea de los arquitectos se basó en conservar el espacio de encuentro y disfrute ciudadano, reactivar “de forma creativa” el Dique Mauá, e integrarlo “responsablemente” a la ciudad y su orden costero. Admitieron que si bien han pasado unos años del concurso, “la propuesta sigue vigente y es sensible a la situación del sitio y quienes lo habitan”. 

En el mismo sentido, Nieto aludió a que en los últimos veinte años, desde el gobierno nacional se han desarrollado leyes y normativas para la preservación de la estructura y calidad ambiental de la costa. Entre estas, destacó la Ley de Protección del Ambiente, promulgada en el 2000, y más recientemente la Directriz Nacional de Ordenamiento Territorial y Desarrollo Sostenible del Espacio Costero del Océano Atlántico y del Río de la Plata, que aún no está reglamentada pero que incluye “una cantidad de elementos interesantes” que podrían “destrancar” algunos de los problemas planteados durante el conversatorio, expresaron. Por último, Nieto destacó que en los últimos años se ha avanzado en un Plan Nacional de Adaptación para la zona costera, que se aprobó en 2012.

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