Una abrumadora mayoría decidió que una nueva constitución será redactada por una convención constitucional paritaria en Chile. Con casi el 100% de los votos escrutados, el 78,27% de los votantes del plebiscito del domingo 25, se inclinó por la opción Apruebo, que establece dejar atrás la Constitución elaborada en 1980, en pleno régimen dictatorial de Augusto Pinochet.

Un acceso más justo a la salud, a la educación, a la vivienda y una reforma en el sistema de pensiones fueron algunos de los principales reclamos que instalaron en la agenda política los manifestantes del estallido social que se originó en Chile el 18 de octubre de 2019. Según analistas políticos, estas demandas son las que deben estar en el centro de la nueva constitución, que tendrá la oportunidad de dejar atrás el modelo económico liberal que generó las desigualdades sociales que han sido reclamadas en manifestaciones multitudinarias.

Cerca del 79% optó por que quien elabore la nueva constitución sea una convención constitucional, que estará conformada por 155 representantes, con paridad de hombres y mujeres, y que será elegida enteramente a través del voto popular por primera vez desde 1883. El resultado marca un hito en la historia chilena, y también mundial, ya que será la primera vez que una constitución va a ser redactada por igual cantidad de hombres y mujeres. El texto será elaborado desde cero, a partir de lo que se ha denominado como “una hoja en blanco”.

El 11 de abril de 2021 la ciudadanía elegirá a 155 constituyentes, quienes tendrán de nueve a 12 meses para elaborar la nueva constitución; transcurrido este plazo se llamará a un plebiscito ratificatorio para aprobar el nuevo texto. Esa votación será de carácter obligatorio, a diferencia de otras elecciones en Chile, incluyendo la del domingo.

Expertos en derecho penal y cientistas políticos, señalan que algunos de los grandes objetivos que tendrán los y las representantes que elaboren el nuevo texto constitucional son: generar una nueva constitución sin traumas de la anterior, recuperar la legitimidad de la política, y redistribuir poder y bienes públicos.

Un futuro incierto

Fernando Rosenblatt, politólogo uruguayo radicado en Chile, doctor en Ciencia Política y profesor asociado de la Escuela de Ciencia Política de la Universidad Diego Portales afirmó, en diálogo con Sala de Redacción, que “este triunfo y con esta diferencia significa que había un apoyo muy grande por dejar atrás la Constitución de Pinochet y por generar un nuevo pacto político constituido en democracia. El problema es cómo se traduce esto políticamente, cómo se canaliza de ahora en más, y cómo se conduce políticamente este nuevo proceso”.

“Dentro del 78% que votó por aprobar una nueva constitución hay mucha diversidad, seguramente haya posiciones ideológicas de derecha, izquierda, centro-derecha, centro-izquierda, etcétera, pero la pregunta es: ¿Cómo se traduce eso políticamente o quién recibe ese respaldo? Lo único que está claro es que poco más del 20% del Rechazo pertenece a la UDI (Unión Democrática Independiente) o al Partido Republicano, que fueron los partidos que apoyaron abiertamente el Rechazo, pero del lado del Apruebo, ¿quién se puede atribuir este resultado? Nadie”, razonó.

El politólogo aseguró que a este plebiscito no se llega por un acuerdo entre el gobierno y la oposición de tener una nueva constitución en democracia, sino que se llega “como una salida desesperada de una crisis política inédita en las últimas décadas y un estallido social”.

Para que una norma sea integrada dentro de la nueva constitución, debe contar con la aprobación de al menos dos terceras partes de los representantes de la convención, lo que tendrá que generarse a través de acuerdos y negociaciones. La gran incógnita que se presenta frente a esto, según Rosenblatt, está en quiénes serán los representantes políticos que liderarán el proceso y cómo lo harán de ahora en más: “el problema es cómo se construyen mayorías y cómo se conservan, cómo se construye y se mantiene legitimidad en la ciudadanía, la cual hoy en día no la tiene nadie, ni el gobierno ni la oposición, ni tampoco los nuevos actores políticos”.

“Lo que sucedió el domingo fue histórico, muy importante y fundamental para el futuro democrático de Chile, pero estamos ante la posibilidad de que esta primavera sea muy corta”, afirmó.

En comparación con lo que ocurrió en Bolivia -en donde triunfó el Movimiento Al Socialismo (MAS) con el respaldo de 55% de los votos pese al exilio de su líder Evo Morales y a que se estaba en medio de un gobierno dictatorial- Rosenblatt considera que eso se logró porque “hay una organización que trabaja y milita en todo el territorio”. En cambio, expresó que “en Chile no hay nada de eso, la militancia acá es muy poca y sin capacidad de llegar a todo el territorio”.

En el plebiscito del domingo se vio un aumento de la participación de sectores muy pobres de Santiago, como La Pintana, una de las comunas más pobres de la capital, en donde en la segunda vuelta de la última elección presidencial había ido a votar un 37% del electorado, y el domingo acudió algo más del 50%. Si bien la participación en todo el país fue la más alta desde la vuelta a la democracia, Rosenblatt considera que “no fue descollante en términos generales”: ”La participación fue sólo del 50% del electorado para una de las votaciones más importantes del país en los últimos 30 años porque no hay organizaciones capaces de movilizar”, planteó.

“Muchas de las personas que el domingo votaron el Apruebo no tienen ningún tipo de adhesión a ningún partido. Lo que motivó a mucha gente a votar fue el estallido social, la movilización en el contexto de protesta y, simbólicamente, tirar abajo la Constitución del tirano. Esto es perder el miedo a ese legado”, manifestó.

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