Se escucha el “luz, cámara y acción” en el set de grabación, al mismo tiempo que utilizan una claqueta para identificar qué escena y toma es. Mientras los actores verbalizan su guion, en el set sólo se encuentran utileros, camarógrafos y el director. Utilizan el tapabocas que les brindó la producción y mantienen distancia de dos metros para evitar el riesgo de contagio ante la presencia de la covid-19. La escena culmina cuando se escucha “¡Corte!”. Todo parece haber cambiado desde aquel 13 de marzo. Hoy la “nueva normalidad” se hace presente en el rodaje de Porno y Helado.

Desde que se declaró la emergencia sanitaria y hasta junio de 2020, los rodajes audiovisuales se suspendieron. Daniel Fernández, vocero del Sindicato de Trabajadores, Técnicos y Profesionales del Cine y Audiovisual del Uruguay (AUC-GremioCine), contó a Sala de Redacción que la decisión fue tomada junto a los “empresarios, tanto del cine como de la publicidad”. Una vez aprobado el protocolo de seguridad e higiene, elaborado por AUC-GremioCine, la Cámara Empresarial de Productoras Publicitarias del Uruguay (CEPPU) y la Asociación de Productores y Realizadores de Cine del Uruguay (Asoprod), retomaron las actividades, con la incertidumbre de en qué dirección iría el sector audiovisual, pero también con la certeza de que el streaming estaba en su boom. Actualmente, el rubro está en su pico, y no de crisis como podría pensarse, sino de crecimiento: se ruedan series internacionales que tienen gran éxito.

Las series internacionales en marcha son cinco e involucran a “400 fuentes laborales”, según informó Fernández a SdR: una serie cómica policial argentina, Porno y Helado, a cargo de Martín Piroyansky; una serie dramática y de suspenso chilena, El Presidente, por la productora Fábula, Gaumont y Kapow; una serie de HBO, Ámsterdam, con roles protagónicos de personalidades mexicanas y dirigida por Gustavo Taretto; y una serie de suspenso argentina, Iosi, el espía arrepentido, dirigida por Daniel Burman. Todas se transmitirán vía streaming. En los elencos hay figuras argentinas populares del espectáculo, la música y la actuación, como Susana Giménez, Favio Posca, Marco Antonio Caponi, Alejandro Awada y Sofía Morandi. Asimismo, participa la actriz y música uruguaya Natalia Oreiro.

Según informó a SdR Adrián Broglia, gerente de la CEPPU, durante marzo y abril de 2020 estaban en acción solamente proyectos de “animaciones” o “contenidos alternativos” a distancia. Sin embargo, Fernández comentó que el año 2021 arrancó “con mucho trabajo”, por lo que, ahora el ojo está en que no haya retroceso para seguir adelante con el “luz, cámara y acción”.

En la página web de Uruguay Audiovisual se lee que el sector brinda 1.500 puestos de trabajo directo y 3.500 indirectos. En cuanto a la facturación anual, se estima un promedio de 20 millones de dólares, según informó al programa radial En Perspectiva Mariana Secco, presidenta de la Asoprod. Y se prevé que esta cifra se duplique en 2021, afirmó Omar Paganini, ministro de Industria, Energía y Minería, durante el lanzamiento del Programa de Uruguay Audiovisual (PUA).

Protocolo de seguridad e higiene

En base a un protocolo estricto es que comenzó el viaje hacia la reinvención, que involucra desde la preproducción, el casting y la prueba de vestuario, hasta las locaciones, la utilería, el maquillaje y el rodaje. Tapabocas, alcohol en gel, guantes, distancia de dos metros y desinfección, son algunas de las exigencias durante la presencialidad del rodaje. Estaciones de lavado de manos, control de temperatura al ingresar y la realización de hisopados, también son parte del cuidado. Los castings y el callback -segunda instancia del proceso de elección- se desarrollan muchas veces mediante la virtualidad. En cuanto a los espacios de rodaje, deben ser lugares amplios y bien ventilados, el servicio de catering es por turnos y al aire libre, se come en platos descartables, los utensilios no se comparten y los actores no pueden recibir acompañantes.

Rodaje mediante protocolos por la Covid-19. Foto: gentileza de GremioCine.

Resonó fuerte en el continente sudamericano que Uruguay estaba listo para rodar. Ya a finales de 2020 los rodajes de series se concretaron, según comunicó Fernández. El sector audiovisual logró surfear la ola en tiempo récord tras “negociar con las multinacionales: HBO, Amazon, Netflix”, afirmó Broglia. Las grandes producciones pertenecen a Brasil, Colombia, Argentina, México y Chile, comentó Ernesto Musitelli, sociodirector de Musitelli Film & Digital SA y Reducto Estudios, a En Perspectiva.

Junio y julio fueron meses especiales porque el trabajo aumentó “a raíz de que el resto del mundo estaba paralizado y Uruguay tenía no sólo un protocolo sino la posibilidad de filmar en espacios al aire libre”, declaró Broglia, y agregó que usualmente “no llega trabajo del exterior en cantidad”. Además de las series, en agosto de 2020 se concretó una publicidad para Mercado Libre, “un proyecto grande” que tuvo “una facturación de arriba de los 200.000 dólares”, afirmó Secco a En Perspectiva.

El protocolo vigente no se ha actualizado aún ante el aumento de casos de covid-19 en el país; sin embargo, hay “comunicados internos y referencias puntuales”, afirmó Broglia. De igual manera, aseguró que las producciones internacionales tienen “su propio protocolo” y es “hasta más exigente”. Más allá del control y el cuidado, Fernández declaró que es “difícil escapar de esta situación”, debido a que tanto el equipo de producción, como actores, técnicos, extras y la dirección, tienen una vida fuera del set.

Además, resaltó que hay un atraso de los pagos cuando un trabajador está cursando la enfermedad y tiene “un contrato por varias semanas”. Según explicó,  los pagos ocurren de forma diferencial:  los terceros o segundos asistentes de arte, o vestuario, por ejemplo, son los más afectados porque muchas veces les dicen “que no vuelvan”, por el contrario del equipo de cámara, porque los  “precisan mucho y hay poca gente”. En resumen, Fernández manifestó que “no está siendo muy ecuánime el tratamiento de la pandemia”, y que detrás del conflicto hay “un asunto de salarios, pagos y seguro”.

Pérdidas, fondo solidario e informalidad

Levantarse no fue fácil porque la caída fue profunda: los trabajadores sufrieron pérdidas económicas y seguros de paro. Según Fernández, quienes viven de los medios audiovisuales son 500 personas. Al ser trabajadores zafrales, dependen de “los rodajes al 100%”; “si no trabajamos, no cobramos”, dijo.

¿Hubo un gran porcentaje de trabajadores que fueron enviados a seguro de paro?

—Solamente un pequeño grupo podía acceder al seguro de paro, que somos los que tenemos vínculo laboral por cooperativas de trabajo artístico. En aquel momento era el 18%, ahora estamos en el 25%.

¿Cuál fue la mayor dificultad a la que se enfrentaron?  

—La situación fue difícil porque en publicidad, sobre todo el cine, se cobra por semana, no hay convenio colectivo del cine desde hace años, el sector publicidad no está regulado, entonces, la mayoría de los pagos son de 30 a 90 días. Por ende, los pagos que correspondían a esas fechas tampoco se efectivizaron, hubo un retraimiento muy grande en la economía. 

¿Cómo vivió la industria audiovisual el “parate” durante los primeros meses de la pandemia?

—El impacto fue muy fuerte en miles de trabajos, rodajes, lo que se fue suspendiendo: tuvimos una pérdida.

Según el informe realizado por GremioCine en 2020, se perdieron 510 puestos de trabajo: 283 en el sector publicidad y 227 en el sector cine y series. Además, se suspendieron 10 proyectos de publicidad y ocho de cine y series. El total de salarios perdidos fue de 900.000 dólares. En búsqueda de mitigar el desempleo, lanzaron un Fondo Solidario para “dar una ayuda a los que más necesitan”. Fernández exclamó que “no hubo ningún aporte de los empresarios, algo que reclamamos mucho”.

“La pandemia nos agarró mal parados como industria porque hay mucho vínculo informal”, afirmó Fernández. Según el informe, un 58% son unipersonales, el 23% son cooperativistas y tan solo el 10% tienen un vínculo formal. Para solucionar los vínculos informales y unipersonales, así como la falta de personal técnico, Fernández manifestó que se desea “alcanzar la sostenibilidad de la industria” para que no haya “una gran desocupación” cuando “hay caídas en el negocio”.

Además, consideró que “hay que aggiornar los convenios colectivos” para garantizar las condiciones mínimas para trabajar y los mecanismos de ajuste salarial, de los cines y series, ya que ahora el mercado es “mucho más grande, con otro nivel de ingresos”. Por esa razón, actualmente están en discusión con las empresas que trabajan con multinacionales, porque según la ley 18.384 (Estatuto del Artista y Oficios Conexos) y el Convenio Colectivo actual, las empresas deben pagar un aporte, pero no lo están haciendo. El costo operativo de las cooperativas de trabajo artístico es del 25%, que si bien se efectivizaba, actualmente con los rodajes de series no sucede, por ende, “los trabajadores terminan cobrando menos del salario establecido”, concluyó.

Agencia publicitaria “Ombú”

Durante la pausa, también se vieron afectadas las agencias publicitarias, ya que su trabajo depende por completo de los “extras” y los rodajes. En diálogo con SdR, una fuente de la agencia publicitaria Ombú dijo que en ese período, la productora Occidental les anunció que “durante seis meses no se iba a filmar más, no iba a haber trabajo”. El inconveniente que se avecinaba para Ombú era el atraso de los pagos, ya que en publicidad “se paga diferido”, cada “dos, tres, cuatro meses”, lo que podría haber desencadenado seguros de paro y deudas. Pero, “por suerte no pasó”, señaló.

Cuando se declaró la emergencia sanitaria, Ombú tenía “muchos proyectos encaminados por” PUA, por ende, debían seguir en marcha. Dos semanas después de esa noticia, los castings volvieron en forma de autocastings virtuales, aunque presencialmente también hubo algunos, pero sin acompañantes y con tapabocas.

Según contó la fuente de Ombú, durante el parate se perdió “bastante publicidad” porque Argentina estaba “muy barata” y quienes provenían de Centroamérica para filmar en Uruguay pasaron a hacerlo al país vecino. Después todo cambió: Argentina y Chile tuvieron confinamiento obligatorio a raíz del aumento de casos de la covid-19, por lo que, “Uruguay terminó siendo el destino de todos esos proyectos”, aseguró. De hecho, “de mayo a diciembre se trabajó como nunca antes”.

En los rodajes de series todos eran participantes: actores uruguayos, gente que vive en los refugios del Ministerio de Desarrollo Social y personas analfabetas. El mundo de las series es un universo democrático por “la diversidad de historias que cuentan”, por lo que todos pueden “vivir esa experiencia”, contó la fuente. Agregó, a su vez, que incluso artistas de teatro que no solían filmar publicidad, al quedar desempleados se volcaron al rubro audiovisual porque “empezaron a darse cuenta de que esto podría ser un ingreso”.

No obstante, no todo fue color de rosas: fue un gran desafío conseguir “extras o figurantes” que coincidan con el universo del que se trata, y durante el mes de diciembre disminuyó el ritmo de trabajo ante el rebrote del virus. En enero y febrero hubo otra pausa, que coincidió con la vuelta de los rodajes en Argentina. Las series habían culminado, no había comerciales y pasaron “a dos meses sin laburo absoluto”, aseguró la fuente de Ombú. Los “extras” se quedaron asombrados ante tal quietud, porque creían que iban “a tener continuidad en esto”, ya que “no tenían trabajo o eran muy zafrales”, y con esa oportunidad poseían “plata en el bolsillo”.

“Por favor, necesito trabajar, no tengo para comer” o “estoy mal psicológicamente”, fueron algunos de los mensajes que la agencia recibió. La respuesta, sin embargo, era: “No hay ninguna serie, todavía no se está filmando”. Una vez que se retomó la actividad, en marzo de este año, los mensajes fueron otros: “A mí esto me salvó la cabeza, volví a reírme y a pensar en otra cosa”.

A pesar de volver al ruedo, desde Ombú afirmaron que la publicidad no lo hace “al ritmo de antes” y, aunque estén grabando dos series, permanece una sensación de incertidumbre. 

Un antes y un después

Pese a las pérdidas económicas y el desempleo, para Joaquín Espino, maquillador de las series Porno y Helado e Iosi, el espía arrepentido, fue un golpe de suerte el tener empleo en plena época de pandemia y en rodajes extensos. Espino contó a SdR que “son muy pocos los que tienen realmente la oportunidad de trabajar, vivir y sobrevivir solo de medios audiovisuales. En nuestra área, que es caracterización, no es algo fijo”. En su caso, solía ocupar el rol de maquillador de modo esporádico, como un trabajo freelance, al tener trabajos alternativos: Cosmetología, masajes, depilación, e incluso en un momento caracterizador del Sodre, pero eso cesó al bajar el telón de los teatros.

Su rubro era la publicidad; sin embargo, se adaptó a las series de ficción por la realidad actual: “quizás este tipo de proyectos no los hubiera tomado antes, porque habría hecho una publicidad más, o una serie que durara entre cinco o seis semanas” de rodaje. Resaltó que a diferencia de la publicidad, “esto te da una seguridad de tres meses”, en cambio, en los comerciales “te tienen que estar llamando” y usualmente son “dos o tres días”.

¿Frenar o seguir?

Ajustaron las perillas debido a que la curva de contagios diarios y muertes va en ascenso, pero aún no consideran que frenar sea una opción. Así lo sostuvo Fernández: “Lo que estamos planteando para ser más responsables es apretar el protocolo para que los rodajes sigan, entendemos que tenemos que ser más firmes en eso; pero no frenar la actividad productiva porque se ha controlado bastante bien la situación”, más allá de que “ha habido positivos”.

Desde otra perspectiva, Broglia declaró que “no hay una definición cerrada, venimos de tiempos difíciles en lo económico”; sin embargo, aclaró que desde la CEPPU enviaron “un comunicado interno” con el fin de “maximizar todos los cuidados y estar atentos al tipo de proyecto que nos piden cotizar”. De hecho, ya están “rechazando” proyectos, para no permitir que “en última instancia comprometan o pongan en riesgo” a los trabajadores. Es “un llamado de conciencia”, afirmó, y concluyó: “Hay que preservar las fuentes laborales y generar el cuidado, no sólo de nuestras empresas, sino de la gente que trabaja para nosotros”. 

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