Tras constatarse cinco fallecimientos por covid-19 en el Hogar Sarandí, centro para personas con discapacidades intelectuales severas de Colonia Valdense, familiares y curadores de las víctimas y de otros residentes decidieron presentar una denuncia ante la Institución Nacional de Derechos Humanos (INDDHH). Según consta en la denuncia, se acusa al Estado de haber cometido una “violación gravísima a los Derechos Humanos (DDHH)” por las medidas tomadas contra la pandemia en este establecimiento. 

Dicha denuncia, que es llevada adelante por el abogado especializado en DDHH, Oscar López Goldaracena, fue presentada el 2 de junio y se encuentra actualmente en manos de la INDDHH. Por su parte, el Ministerio de Salud Pública (MSP) confirmó a Sala de Redacción que recibió la denuncia el pasado miércoles 16. En conversación con este medio, López Goldaracena, explicó que una semana después de haber presentado la denuncia, la Iglesia Evangélica Valdense del Río de la Plata, de la que depende el Hogar Sarandí, decidió acompañar a los familiares y curadores en su moción y presentó otra denuncia que se adhiere a la anterior. 

En el caso de la denuncia inicial, se advierte “un retraso en el suministro de la vacuna” a las personas que asisten diariamente o residen en este centro, lo que resultó “determinante para impedir o minimizar el impacto del brote de coronavirus que causó, hasta el momento, la injusta y evitable muerte de cinco personas y el contagio generalizado de internos y personal de la institución”, según puede leerse en el documento, al que accedió Sala de Redacción. Seguidamente, en el mismo escrito se sostiene que “se incumplieron normas jurídicas matrices que consagran y garantizan derechos humanos de las personas con discapacidad”.

Que sí, que no  

Según aseguró a Sala de Redacción la directora del hogar, Alma Malán, el lugar cuenta desde hace mucho tiempo con la habilitación del MSP como “establecimiento de larga estadía” [para personas mayores] (Elepem), grupo que posee prioridad a la hora de recibir la vacuna. Acorde a esta categorización, Malán explicó que en un primer momento se les garantizó desde el MSP que el Hogar Sarandí sería incluido dentro de los grupos de prioridad en el proceso de vacunación, y se les informó que serían inoculados a mediados de marzo con la vacuna Pfizer-BioNtech, al igual que el resto de los Elepem de Colonia. Hasta ese entonces, el hogar no presentaba ningún caso activo de coronavirus entre sus residentes y personal. Pero lo prometido nunca sucedió. Tras una comunicación que se dio vía mail el 19 de marzo, desde la Dirección Departamental de Salud de Colonia se le pidió disculpas al hogar y se informó que “se había hecho todo lo posible” para incluirlos en los grupos Elepem, pero que desde el área de Inmunizaciones del MSP no se lo habían permitido. “Consecuentemente, el Hogar Sarandí quedó postergado y no se incluyó en el plan de vacunación que se la había comunicado y prometido”, se indica textualmente en la denuncia.

“Les pido disculpas por las idas y venidas, pero queríamos que estuvieran dentro de la lista de los Establecimientos de Larga Estadía para Personas Mayores y no lo permitieron desde Inmunizaciones del MSP, por eso estamos buscando otras alternativas”, declara el mail.

Posteriormente, se le informó telefónicamente a las autoridades del hogar que serían anotados como “establecimiento de salud mental” para lograr ser vacunados. “Nos incluyeron como un psiquiátrico, lo cual es un error”, sostuvo Malán, “porque nuestra habilitación no es la de un residencial psiquiátrico”. “Son 50 años de trabajo del hogar, lo cual me parece que es desconocer un colectivo”, lamentó la directora. Según la denuncia, en ningún momento se les proporcionaron “justificaciones creíbles” sobre por qué se había postergado la inoculación. Ante esta situación, Sala de Redacción intentó ponerse en contacto con la Dirección Departamental de Salud de Colonia, pero desde esa dependencia se comunicó que no están dando declaraciones.

Luego de incesantes idas y vueltas, se le informó al hogar que la vacunación de la primera dosis “se llevaría a cabo el 19 de abril”, lo que efectivamente sucedió, pero no todo fue acorde a lo pautado. Las vacunas recibidas en el residencial fueron las del laboratorio Sinovac en lugar de Pfizer-BioNtech, como les habían prometido en primera instancia las autoridades sanitarias. Pese a ello, “para nosotros fue una alegría”, declaró Malán, “porque era justo 19 de abril, una fecha que para nosotros es muy importante, ya que celebramos el aniversario de inauguración del hogar”.

Por su parte, fuentes del MSP dijeron a Sala de Redacción que si bien recordaban el foco de covid-19 y la situación de falta de personal en Hogar Sarandí, no tenían conocimiento de que allí se habían constatado cinco fallecimientos a causa del virus. Por lo tanto, no pudieron explicar por qué se decidió cambiarlos de categoría al momento de inocularlos. A su vez, aseguraron que la efectividad de Pfizer y Sinovac “son muy similares”, alegando que la diferencia entre ambas vacunas no resulta significativa. De hecho, declararon que “eso se encuentra en los informes del MSP”.

Efecto dominó

El mismo 19 de abril, una vez finalizada la jornada de inoculación, se reportó el primer caso positivo de covid-19 en una funcionaria del establecimiento. “Esa misma noche, la directora técnica del hogar, la doctora Cecilia Torres, se comunicó con la Dirección Departamental de Salud de Colonia y al día siguiente fuimos todos hisopados”, narró Malán. La denuncia señala que dos días más tarde ya eran 20 los contagiados. En total, todos los residentes, a excepción de uno, contrajeron la enfermedad. También resultaron positivos los test de todo el personal de salud, al igual que el de la propia Malán, y se concluyó que ya todos se encontraban contagiados al momento de recibir la vacuna.

“Los funcionarios del hogar caían como moscas, no veo otra expresión para describirlo”, lamentó Malán, y agregó que ante la desesperación de no contar con personal de la salud suficiente para atender a todos los afectados, se vieron obligados a realizar un llamado a la solidaridad que afortunadamente dio sus frutos. “La solidaridad llegó desde los gestos más diversos”, expresó la directora. Desde la Administración de Servicios de Salud del Estado (ASSE) fue enviada una nurse, quien concurrió diariamente y auxilió a Torres en la atención médica, mientras que el Hospital Evangélico envió a dos de sus médicos para trabajar en los horarios de descanso de la directora técnica. A su vez, contaron con el apoyo de una integrante de la Comisión Directiva del hogar, Alba Negrín, toxicóloga grado 4, y con aportes económicos recibidos desde múltiples organizaciones y colectivos.

Según aseguró Malán, a solicitud del mismo hogar recibieron también la visita de un grupo de Epidemiología del MSP, que realizó una inspección y los asesoró sobre la situación. “Nos dijeron que estábamos haciendo las cosas bien, simplemente nos señalaron algunos pequeños detalles que debíamos mejorar en cuanto a la circulación en el hogar”, detalló Malán. En ese momento, el Hogar Sarandí tuvo que “reinventarse hasta transformarse prácticamente en un hospital de covid”, sostuvo la directora. 

El 26 de abril se constató el primer fallecimiento en el hogar, cuando se confirmó la muerte de de una mujer de 75 años que residía allí desde hacía casi 40. Y así, fueron sucediendo uno tras otro los decesos hasta llegar la muerte de cinco residentes, cifra a la que posteriormente se le sumó la de la nurse en jefe del hogar, quien desde hacía tres años trabajaba allí. “A partir del segundo fallecimiento, los familiares comenzaron a organizarse para presentar su denuncia”, detalló Malán, y agregó que el escrito se presentó finalmente ante la INDDHH tras el quinto fallecimiento.

Dichos y hechos  

María Moreno, inmunóloga e integrante de la Comisión Asesora de Vacunas del MSP, aseguró a Sala de Redacción que el plan de vacunación llevado adelante en Uruguay “fue organizado de una manera y ejecutado de otra”. Justificó que esa incongruencia se debió principalmente a decisiones de índole política -como el comienzo de clases y la intención de vacunar al personal de la educación en primer lugar-, así como al arribo de determinado tipo de vacunas al país. “La llegada a cuentagotas de dosis Pfizer, a diferencia de la llegada masiva de Sinovac, condicionó muchísimo ese plan original de vacunación”, explicó Moreno. La inmunóloga planteó que si bien se trabajó en ello desde diciembre del año pasado, ciertas priorizaciones no pudieron ser contempladas como se le sugirieron al gobierno. “El problema fue, de alguna forma, logístico”, explicó Moreno, puesto que el acceso a la información sobre comorbilidades y algunas patologías vinculadas a la covid-19 es confidencial, lo que dificultó en su momento el poder priorizar ciertas situaciones de vulnerabilidad de la población. 

A partir de la idea de que se contaría con muchas vacunas, lo que se hizo fue abrir la agenda de vacunación para franjas etarias muy amplias, “suponiendo que esas personas con comorbilidades serían las primeras en agendarse”, aseguró Moreno, pero fue justamente la cantidad de gente que masivamente se agendó lo que impidió que eso ocurriera. “Creo que los problemas de comunicación fueron graves”, señaló la inmunóloga. A su vez, Moreno sostuvo que a nivel del gobierno se entendió que sería imposible segregar a la población como se había sugerido inicialmente, y que la vacunación iba a tener que darse de forma masiva, lo que terminó dejando sin contemplación a la gran mayoría de las comorbilidades. “El problema fue que no se llegaba con la cantidad de vacunas Pfizer”, sostuvo, lo que sugiere que efectivamente se trató de un tema de tiempos, demanda, escasez y organización por parte del Poder Ejecutivo.

Consultada en torno a la eficacia de las vacunas Pfizer y Sinovac, la inmunóloga señaló que Pfizer es una vacuna “mucho más potente, inmunológicamente hablando”, mientras que Sinovac “es una vacuna inactivada, lo que la limita a ser menos potente y menos inmunogénica”. De todas formas, Moreno aclaró que las diferencias más notorias en cuanto a eficacia se visualizan en los casos de enfermedad más graves, pero sostuvo que el nivel de eficacia conforme a enfermedades más moderadas o en grupos particulares puede ser muy diferente entre las dos vacunas, con mucho menor efectividad en la caso de Sinovac. “En el entendido de que había una vacuna [Sinovac] que protegía de forma similar en las enfermedades graves o severas, resultó ser mejor vacunarlos con ese tipo que esperar más tiempo”, sostuvo Moreno, quien añadió que “el haber dejado meses sin ninguna vacuna a poblaciones con comorbilidades hubiese sido más catastrófico de lo que fue.”

El después

Hoy en día, a pesar de ya no haber casos activos de covid-19 en el establecimiento, para muchos la situación en el Hogar Sarandí sigue siendo dolorosa. Según aseguró Malán, hay una parte del personal de salud que se encuentra aún en shock y con licencia médica, sin saber si van a poder reintegrarse en algún momento. “Desde la Comisión Directiva del hogar y a través de la Universidad de la República estamos buscando a un equipo de psicólogos que pueda venir a trabajar en torno la crisis, para poder procesar y poner en palabras lo sucedido, porque sabemos que tenemos que seguir adelante”, sostuvo. Por otro lado, la directora del establecimiento señaló también el triste hecho de haber tenido que enviar a varios funcionarios del hogar a seguro de paro. “El hecho de tener cinco residentes menos repercute también económicamente”, lamentó. En cuanto a los residentes, Malán destacó su energía y vitalidad. “Ellos son nuestra fortaleza”, aseguró.  

A su vez, la directora sostuvo que todavía se está muy lejos de “tener todos los derechos para personas con discapacidad”. “Faltan apoyos económicos para lograr que esas personas tengan una vida digna”, recalcó, y habló de la necesidad de que otros centros como el Hogar Sarandí “se repliquen en otras partes del país”. 

En referencia a la denuncia presentada por la Iglesia Evangélica Valdense, Malán dijo que se decidió presentarla “para que no vuelvan a ocurrir situaciones como esta, porque entendemos que debemos estar siempre al servicio de los más débiles de la sociedad”. “Para nosotros, denunciar es dejar en evidencia que hubo una omisión”, ya que “las vacunas llegaron tarde”. “Denunciar es también no olvidar lo que vivimos, para que esa memoria nos catapulte hacia algo distinto. Esperemos que así sea”, concluyó.

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