Operación “Virtus” se llamó el procedimiento policial que permitió incautar 489 kilos de cocaína el 23 de marzo pasado en Pajas Blancas. También se confiscaron cuatro vehículos, dos embarcaciones, dispositivos electrónicos, armas y gran cantidad de dinero en efectivo. Entre los 16 detenidos hubo montenegrinos, argentinos, bolivianos y uruguayos.

“Pajas Blancas es el oeste olvidado, no estábamos enterados de lo que sucedía”, cuenta a Sala de Redacción María*, vecina del barrio. También expresó que este hecho no sorprende, que a estas bandas criminales las maneja gente que no se da a conocer, que “compran casas, le ponen muros altos y muchas cámaras”. 

Por otro lado, varios vecinos cuentan que a este caso en particular no se le dio gran trascendencia en el barrio. Juan relata que no es el primer caso de narcotráfico en Pajas Blancas, pero éste se dio a conocer por los medios de comunicación. Asegura que no existe un miedo generalizado a que algo así vuelva a suceder porque no afecta directamente a la población barrial, “lo que sí me da miedo es que cada vez hay más bocas chicas, eso sí afecta al barrio y sobre todo a la población joven”.

Santiago González, director de Convivencia y Seguridad Ciudadana del Ministerio del Interior, dijo a Sala de Redacción que “para nosotros es fundamental el combate a la droga en todos los niveles, tenemos récord de incautación y tenemos récord formalizado por la incautación de drogas de narcos grandes, distribuidores y dueños de pequeñas bocas de pasta base”. González sostiene que el combate del microtráfico a nivel nacional es un “combate a la inseguridad” porque en torno a una boca existen “primero hurtos, después alguna rapiña y después empiezan las cosas más desagradables de la droga; las amenazas porque debe dinero y después la muerte”.

Foto: Virginia Demarco. Zapatos colgados frente a la escuela del barrio

Pajas Blancas tiene la particularidad de mantener cosas que en otros barrios y en Montevideo se han perdido: “se mantiene ese estado de comunidad, hay un montón de redes sociales del barrio y la mayoría de las cosas que se publican no tienen que ver con violencia”, expresó Cecilia Cairo, diputada frenteamplista y vecina del balneario. Además, “hay un contenido comunitario que nos ayuda a preservar esa lejanía que tenemos con la ciudad”, agregó.

De parte de las autoridades, la mirada no es diferente. El director de Convivencia comentó que al barrio se lo tiene como un lugar “muy sereno y tranquilo”, pero que igualmente cada tanto suceden hechos que generalmente tienen que ver con el narcotráfico. “Para nosotros, es muy importante que Pajas Blancas y el oeste de Montevideo puedan continuar teniendo los niveles de tranquilidad y paz que siempre han tenido”, resumió. 

Unidos y en espera

Según cuentan los vecinos, hace un año atrás los robos ocurrían muy a menudo y de todo tipo. Desde hurtos de bicicletas hasta rapiñas en supermercados. Por este motivo “Vecinos en Alerta” -un grupo que surgió hace cinco años en el barrio- volvió a tomar trascendencia con un nuevo nombre: “Vecinos Unidos”. 
Lucía, integrante del colectivo, explica que desde el Ministerio no los dejaron poner cámaras porque “ellos se iban a hacer cargo, pero las cámaras no llegaron”. Además se reunieron con González cuando asumió su cargo y sobre la posibilidad de aumentar la presencia policial les contestó que no era posible porque “no había gente, no había autos, pero que se podía mandar algún patrullaje y lo hizo, pero luego volvió a desaparecer”.

Rodrigo, también integrante de Vecinos Unidos, agrega que la gente tiene miedo de hablar porque muchos de los que roban son conocidos “que tienen problemas con las drogas y los vecinos no quieren conflictos o que tomen venganza con ellos”. Además, opinó que “no basta con que pase solo un patrullero una vez al día, se necesita guardia dentro de Pajas Blancas y un móvil que circule dentro del barrio”. 

Antes de la pandemia, la garita policial del barrio estaba en función pero hoy en día se encuentra abandonada. Intentaron saquearla, rompieron todos los vidrios de las ventanas y sus paredes están grafiteadas. Para María la garita debería seguir funcionando: “no sólo sirve para la guardia policial sino que a los vecinos nos sería útil para trámites de denuncias, para sacar la partida de nacimiento o la cédula. Nos facilitaría muchas cosas”. Sobre este aspecto, González manifestó que instalar nuevamente la garita es perjudicial dado que con una subcomisaría se pone personal fijo que no patrulla: “termina siendo algo que la vecindad no valora porque el policía está allí quieto, en vez de estar patrullando”. Se está trabajando en mejorar ese aspecto, resumió el director. 

Por su parte Cairo mencionó que lo que falta son espacios culturales para que la comunidad pueda seguir funcionando y donde los jóvenes puedan hacer diferentes actividades. La diputada aseguró que esto serviría como forma de prevenir las drogas, y por ende, la seguridad dentro del balneario: “hay gurises que los conocemos de toda la vida, que terminaron enfermos con la droga y terminaron cometiendo actos que ni siquiera lo podés pensar… son gurises a los que viste crecer”. 

Tras estos reclamos, González declaró que “para las zonas tres y cuatro se compraron 2100 cámaras para que se pueda disuadir, esclarecer o reprimir el delito”. “La excelencia está lejos, precisamos más móviles y más personal. Lentamente las comisarías tienen cada vez más personal, más móviles y motos que nos están permitiendo un mayor patrullaje. Pero claramente todavía no estamos para nada conformes y esperamos tener una presencia mayor en la zona”, finalizó.

*En esta nota se usaron nombres ficticios para preservar la identidad de los vecinos que dieron testimonio. 

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