La senadora frenteamplista Amanda Della Ventura, en conjunto con la Red Uruguaya contra la Violencia Doméstica y Sexual, presentaron en agosto un proyecto de ley que propone la imprescriptibilidad de los delitos sexuales contra niños, niñas y adolescentes. Estos delitos conforman una realidad cruda y pocas veces visible. Las denuncias van en aumento y cuestionan nuestro accionar como integrantes de una sociedad machista y patriarcal en la que aún se señala a la víctima como culpable. Las cifras escandalizan: en 2019 el Sistema Integral de Protección a la Infancia y a la Adolescencia contra la Violencia (SIPIAV) registró más de 1.100 casos de abuso sexual, es decir, más de 2 por día.  

Los números son un reflejo. Reducirlos es responsabilidad de la ciudadanía en su conjunto y para ello hay que fomentar políticas públicas integrales para la prevención, diagnóstico y atención de la violencia doméstica y sexual, con la incorporación de una perspectiva de género y de derechos, promover cambios culturales y construir infancias libres. Sobre esto habló con Sala de Redacción la educadora sexual y co-coordinadora de la Red Uruguaya contra la Violencia Doméstica y Sexual, Clyde Lacasa.

– El proyecto surgió desde el sector de la Vertiente Artiguista del Frente Amplio en conjunto con la red, ¿quién lo impulsó inicialmente?

– Inicialmente se presentó en la Ley 19.580. Los proyectos de ley pasan de comisión en comisión y de un plenario a otro del Parlamento, en muchas de esas idas a el artículo se traspapeló y finalmente la ley se aprobó sin la precisión para las situaciones de abuso sexual. Fue frustrante para todos los que trabajamos en este tema, pero teníamos la ley que significaba un gran avance, una Ley Integral de Violencia Basada en Género que faltaba sólo en Uruguay. Logramos tenerla pero ese artículo no lo pudimos trabajar. Cuando se discutió la Ley de Urgente Consideración (LUC), la red pidió una entrevista y nos invitaron a intercambiar junto con otras organizaciones y propusimos nuevamente la no prescripción de los delitos de abuso sexual en la infancia y adolescencia. Nos dijeron que no era el momento de presentar eso, y respondimos: “bueno, trabajaremos después de que salga la LUC con alguna comisión o con algún senador o diputado para que lo pueda presentar”. Ese día nos encontramos con la senadora Della Ventura y nos dijo que podíamos trabajarlo. Después que se aprobó la LUC, ella nos invitó a tener una reunión con su asesor, que nos pidió que le pasáramos lo que proponíamos en ese artículo que mágicamente desapareció. El lo tomó, hizo algunas referencias muy puntuales y después Amanda Della Ventura lo presentó en la comisión del Parlamento del Frente Amplio (FA) y acá estamos, a la espera. 

– ¿Por qué es importante que este proyecto se apruebe?

– Las situaciones de abuso sexual es un tema que la sociedad viene viviendo hace muchos años. ¿Qué ha pasado en estos tiempos? Antes era un tema de familia y “hacia afuera no se saca”. Esto siempre pasó, no es que lo inventamos ahora ni hace unos años atrás, el tema es cómo se manejaba: de la puerta de la casa hacia adentro. Y con comentarios como: “Esto siempre pasa”, “lo malinterprestaste”. Entonces quedaba ahí, en las cuatro paredes de la casa. Muchas mujeres crecieron dentro de ese formato, el sagrado inviolable del hogar. A medida que las mujeres empezamos a trabajar el tema de la violencia en la pareja y en el matrimonio, los abusos empezaron a salir a la luz, y conjuntamente con esos otros tipos de violencia, no sólo hacia la mujer sino también hacia los niños. Tratamos de trabajar con las políticas públicas que se concretaron. La primera ley fue la Ley 17.514 (2002), sobre la violencia doméstica. Esta ley ponía en el tapete que las mujeres sufríamos violencia en el hogar y que las niñas y adolescentes también. Empezamos a trabajar con todas las dificultades que traía esta nueva ley que sacaba los trapitos al sol. Al principio hubo varios problemas con la creación de los juzgados, después con los jueces, había que ver que estuviesen capacitados para trabajar ese tema porque siempre se ponía en tela de juicio lo que decía la víctima. Cuando las organizaciones, allá por 1995, empezaron a trabajar puntualmente situaciones de maltrato y abuso, era increíble porque se pensaban como casos aislados. La misma política pública hace que las familias cuando están atravesando estas situaciones pidan ayuda. Evidentemente del 95 hasta ahora ha mejorado y esperemos que no se vuelva para atrás con algunos cambios que se están dando.

A medida que las mujeres empezamos a trabajar el tema de la violencia en la pareja y en el matrimonio, los abusos empezaron a salir a la luz, y conjuntamente con esos otros tipos de violencia, no sólo hacia la mujer sino también hacia los niños.

Clyde Lacasa

El abuso sexual genera un daño psicológico muy grave, y uno cuando trabaja estas cosas, las trabaja para mirar hacia adelante y no centrar la vida de ese niño o de ese adolescente en la situación de abuso sexual y nada más. El tema fundamental acá es que a veces se trabaja en su momento, cuando ocurre, y otras veces los niños no hablan de esas situaciones porque el entorno no es favorecedor o la persona que abusa lo manipula, lo amenaza, le hace creer cosas que no son; aparte estas personas son siempre significativas. Muchos niños no quieren exponer lo que les pasa, los amenazan con que nadie les va a creer: “Si yo voy preso, tu mamá también porque ella sabe lo que estoy haciendo”. A veces encontrás niños fuertes que pueden tener un entorno favorecedor y que se sienten seguros de poder hablar y a veces no. Estos niños, niñas y adolescentes crecen con estos impactos en su vida, impactos psicológicos, impactos en su cuerpo que marcan la psiquis. Parte del proceso de sanación es que se haga justicia. Uno a veces piensa: “Bueno, va al psicólogo y lo trabaja, lo elabora” y está bien, pero el círculo se cierra cuando la persona logra que se haga justicia.

– ¿Qué sucede con los casos en los que la justicia “nunca llega”?

– Son la mayoría, los que no aparecen en los números, son los que se guardan en el silencio de la familia, en el silencio de las cuatro paredes que rodean al niño. Los abusos sexuales o el maltrato hacia la mujer son abusos de poder, en eso se basan para que la víctima no hable. Yo puedo hablar desde mi experiencia, por ejemplo, madres que han venido a acompañar el proceso de una situación de abuso a sus hijos. Empezás a trabajar con ellas y aparecen abusos de su infancia o adolescencia que nunca contaron, porque no lo pudieron hablar y si alguna vez lo expresaron, les dijeron que eso queda dentro de su familia o “algo habrás hecho para que esta persona se comporte de esta manera”, siempre la víctima es la culpable. Con la no prescripción, aunque los hechos hayan sido en la infancia de esa adulta o adulto, se puede exigir justicia y es ahí donde se hace el verdadero cierre del trabajo con la psiquis de la persona. 

Con la no prescripción, aunque los hechos hayan sido en la infancia de esa adulta o adulto, se puede exigir justicia y es ahí donde se hace el verdadero cierre del trabajo con la psiquis de la persona. 

Clyde Lacasa

– Cuando el delito prescribe, ¿la víctima tiene algún tipo de amparo en la ley?

– Amparo judicial, no. Puede buscar algún tipo de ayuda para transitar y cerrar este daño. A veces las mujeres lo relatan como “ay, eso pasó hace tanto tiempo” pero después vos te ponés a trabajar con ellas y te das cuenta de que muchas acciones de su vida diaria o cosas que han vivido están relacionadas al impacto que causó el abuso sexual en su momento, y mucho más cuando el abusador es el padre. Cuando está presente el pensamiento de “es mi papá y yo lo quiero” y desde ese análisis surge la interrogante: “Si es mi papá y yo lo quiero y él me quiere, si yo le digo que no ¿por qué lo hace?”.

– ¿Actualmente se brinda el apoyo necesario a las víctimas que deciden denunciar un abuso después de años?

– Se plantea la situación en Fiscalía y no quiere decir que per se esto termine en un juicio, pero sí pueden hacer un trabajo desde ese lugar para ver si se puede o no denunciar, porque a veces ya pasó el tiempo o las personas ya no están. 

– ¿Cuáles son los pasos a seguir después de realizada la denuncia?

– La víctima va a la Fiscalía, si la situación es reciente, va a forense. Si es un menor, se hace la denuncia y si tiene sociedad médica se lo deriva para que vea a un médico, en caso de que no tenga, se lo lleva al Pereira Rossell. Después empieza una acción jurídica que lleva su tiempo.

– ¿Cuál es el rol de la madre?

– Mayormente las madres apoyan y les creen a sus hijos. No es nada fácil para esa mujer, porque primero está la sociedad que le va a decir: “¿esa madre dónde estaba?, ¿cómo no se dio cuenta?”. Lo que menos vas a pensar es que te casaste con un abusador. Esa madre estaba presente como madre pero no tenía que estar investigando qué estaba pasando y me podés decir: “Bueno pero tal vez el niño presentaba algún tipo de síntomas ya sea en su carácter irascible, en la escuela o en el liceo” y sí, pero capaz que esa madre piensa que es la edad entonces busca apoyo de la maestra particular o apoyo psicológico.

– La importancia de la educación sexual integral…

– Se está trabajando en una Comisión del Parlamento el tema de la educación sexual porque la quieren restringir al ámbito familiar, sacarla de la educación. Esto sería retrasar 50 años o más. Este proyecto de ley ataca todo lo que es la prevención de situaciones de abuso sexual. Un niño o adolescente informado cuando vea que está ante una situación de posible abuso va a pedir ayuda porque va a saber que eso no es correcto y que su cuerpo nadie lo tiene que tocar. También es importante para el caso de los adolescentes: cuando una mujer dice no, es no. Sería un desastre sacar la educación sexual de las escuelas y los liceos públicos.

Sería un desastre sacar la educación sexual de las escuelas y los liceos públicos.

Clyde Lacasa

– ¿Cuántos años suele tomarse una persona para denunciar una situación de abuso?

– Puede pasar una vida y nunca decirlo, depende de la persona, de cómo lo viva. Estamos en una sociedad donde actualmente estos temas se tocan, en una sociedad globalizada donde una persona puede acceder a relatos de otros y darse cuenta de que no sólo le pasa a ella y eso abre una puerta. De todas formas, va de la mano de las características personales de cada uno. 

¿El proyecto puede considerarse como un amparo para las víctimas de violencia sexual? ¿Creen que funciona como incentivo para aquellas personas que no se animan a denunciar por miedo a la prescripción?

– Yo creo que esto habilita a que cuando la persona esté fuerte para hacer la denuncia, la haga. Se le da la oportunidad a todas aquellas víctimas que en su momento no pudieron denunciar por diferentes motivos de que se haga justicia. 

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