En el marco de la nueva normalidad, con distancia sostenida, tapabocas y alfombras sanitarias, pero con la alegría de volver a verse y mirarse a los ojos, miles de niños y adolescentes regresaron a sus aulas. Sala de Redacción dialogó con docentes de educación inicial, primaria, liceos y escuelas técnicas de diferentes departamentos para conocer cómo ha sido la experiencia de volver a las aulas.
En mayo el gobierno anunció en conferencia de prensa un regreso voluntario a las actividades educativas presenciales en todo el país. Para ello, se pautaron tres etapas con sus respectivas fechas: el 1 de junio para la educación rural, estudiantes de particular vulnerabilidad educativa y social de la educación media, escuelas especiales y el último año de bachillerato en secundaria y UTU, en todo el país, excepto Montevideo y Área Metropolitana. La segunda etapa para el reinicio se pautó para el 15 del mismo mes, cuando excepto en Montevideo y el Área Metropolitana volvieron los centros de educación inicial, todas las escuelas, liceos y escuelas técnicas, tanto a nivel medio como terciario, y el último año de formación en educación en todo el país. Por último, el 29 de junio regresará la educación primaria, secundaria y técnica pública y privada que queda por retomar la actividad.
Inicial y primaria
Jackeline es maestra de un colegio privado y de una escuela pública en Montevideo. En el colegio trabaja con nivel inicial y en la escuela con un segundo año. Cuando las autoridades plantearon el regreso estuvo “muy de acuerdo, ya que el trabajo por videoconferencia es agotador, además, es frío y no se percibe la recepción de los alumnos”. Para la maestra, más allá de recibir fotos o mensajes que indiquen el cumplimiento de las tareas, quedan sin saberse muchos detalles sobre su proceso de realización. En cuanto a la asistencia en los centros en los que trabaja, dijo que fue muy baja en los primeros días del retorno. “En un grupo de 29 alumnos están concurriendo cinco; debido a que es voluntario y por diferentes motivos, muchos padres han preferido que no asistan”.
Por ello, además de asistir al aula, continúa subiendo actividades a las diferentes plataformas para que la mayoría no se pierda los contenidos de los cursos. “No es para nada lo mismo que estar en la clase entre compañeros. El trabajo online es muy demandante y difícil, nosotros nunca dejamos de trabajar, hacemos todo doble y es realmente muy intenso, estresante y agotador”, contó la maestra. Al respecto, consideró que “la vuelta es positiva, ya que la presencialidad es fundamental para instancias de trabajo, interacción y seguimiento”, espera que todo se acomode y que la asistencia crezca en la medida de lo posible.
Romina tiene a cargo un grupo de 27 niños en un jardín de infantes del departamento de Canelones; para ella el regreso es positivo porque “se hacía difícil estar en contacto con las familias debido a la falta de internet en muchos hogares”. “Estábamos muy ansiosos de volver a vernos”, admitió.
La docente calificó a la asistencia en estos primeros días como “media” y entendió que “los docentes en la actualidad se encuentran con un desafío que no esperaban: asegurar que los procesos de aprendizaje continúen, contener a las familias y sostener los lazos para que lo anterior sea posible”. Si bien esto implica trabajo y esfuerzo, lo hacen porque “los alumnos merecen una educación equitativa y de calidad”, dijo, y agregó que cuando se definió el regreso no se pensó tanto en los docentes y sus trabajos sino en los niños y sus críticos contextos.
Gabriela enseña inglés en una escuela de Mercedes y dicta clases de segundo a sexto año y como a algunos niveles los tomó dobles, abarca un total de siete grupos. En su caso, estuvo de acuerdo con el reinicio de clases “sobre todo porque en el departamento no hay casos positivos y una vuelta segmentada y cuidada nos viene bien a todos”. En cuanto a la concurrencia de los niños, considera que es buena en su escuela, que “cuenta más o menos con 70% de asistencia”. En lo que refiere a los cursos, “desde que se suspendió la presencialidad han estado subiendo tareas a la plataforma CREA [del Plan Ceibal] y eso se continúa haciendo tanto para quienes asisten como para quienes no lo hacen, ya que los grupos se dividen en dos, por lo tanto, al aula van semana por medio”, detalló.
“Es el doble de trabajo. En lo que sería la normalidad, planificamos de un día para el siguiente. En este momento lo hacemos para los que asisten a la escuela y para quienes trabajan en sus domicilios”, agregó. Independientemente del esfuerzo y las horas que implica, al igual que Jackeline, para Gabriela el trabajo online también implicó un desafío. Al respecto, rescató el compañerismo entre docentes, que continuamente se comparten lo aprendido para brindar a los niños una mejor calidad en las propuestas. La maestra valora positivamente el regreso a clases siempre que se tomen las medidas de seguridad pertinentes, ya que “significa avanzar, tomar un riesgo necesario y salir del lugar al que nos habíamos acostumbrado”.
Secundaria
Javier es docente de filosofía y trabaja en instituciones públicas y privadas del departamento de Florida. Valora positivamente que la vuelta sea voluntaria debido al contexto de emergencia sanitaria, pero, de todas formas, le pareció apresurada.
Consultado por las tareas y el nivel de reciprocidad al comunicarse con sus alumnos de forma virtual dijo que “en el ámbito privado fue alto y en el público bajo” y aclaró que sucede lo mismo con las actividades presenciales después del regreso. “Las familias no dejaron de pagar la cuota mensual a las instituciones privadas, por lo tanto, ahora quieren sacar provecho de ello; en lo público eso no sucede, pero poco a poco la asistencia se irá completando”, agregó. Además, destacó que muchos de sus estudiantes en el ámbito público “presentan dificultad para realizar las tareas, ya que no cuentan con conexión en sus casas”. “Debido a esto, los funcionarios de las instituciones refuerzan el vínculo con las familias y exhortan a que los estudiantes asistan”, añadió.
Por su parte, como docente siente que al agendar el reinicio de los cursos las autoridades no valoran el trabajo realizado: “Desde el 13 de marzo, en mi caso que tengo un total de 90 estudiantes, y estoy mandando y corrigiendo tareas todas las semanas, teniendo clases por Zoom, contestando mails y whatsapps, me implica estar 24 horas disponible en feriados, fines de semana y a toda hora”.
También en Florida, Diego da clase de biología desde tercero a sexto año en tres instituciones, públicas y privadas, con un total de ocho grupos a cargo. Considera que volver “no es la mejor decisión, pero tampoco es totalmente errada, ya que hay una diversidad amplia entre el alumnado, es decir, algunos querían volver y otros que por temas de salud y demás ni siquiera podían hacerlo”.
“Los primeros días han sido positivos. Quienes venían con una baja participación virtual regresaron con una actitud activa y espero que así se mantenga. La asistencia está en un 80% y, excepto algún día, se mantiene así”. En cuanto al retorno de forma voluntaria, opinó que “el gobierno evidentemente no pensó en el doble trabajo digital que eso le implica a los docentes”. “Lo hacemos con gusto para aquellos que no asisten, de hecho, se ponen a disposición resúmenes y clases grabadas para que sigan los contenidos a nivel domiciliario, pero si bien se logra, es mucha organización y no se consideró. A mi entender, las autoridades querían que los alumnos asistan a clases y se vinculen con nosotros”, consideró el profesor.
Katerine es adscripta en una UTU de Montevideo y docente de filosofía en un liceo de Canelones; en total tiene siete grupos a cargo, cinco quintos y dos sextos. En un principio la vuelta a clases le pareció “muy apresurada”, ya que la asistencia voluntaria es una opción positiva, pero que luego “se complica en los hechos”. Por el momento, comenzó en Canelones, con sus grupos de sexto año, y la asistencia es de un 90%.
En cuanto a su trabajo, manifestó que ha aumentado y es “muy complejo y un desafío muy grande”. Aún se encuentra re planificando y el hecho de dictar clases presenciales y virtuales a la misma vez le implica un gran esfuerzo. En la misma línea, entiende que “desde el gobierno se pensó el reencuentro en el aula sin darle demasiada importancia”. “El trabajo docente siempre está poco valorado, importa que los alumnos asistan sin atender las condiciones laborales que tenemos nosotros”, remató.
Condiciones laborales
Elbia Pereira, secretaria general de la Federación Uruguaya de Magisterio (FUM), habló con Sala de Redacción sobre el regreso a clases. Según consideró, “cuando se planteó que sea voluntario parecía algo razonable, ya que para las familias dejaba un margen de decisión, pero para los docentes se estaba convirtiendo en un trabajo de tiempo completo”. Al mismo tiempo, entendió que “significó un contacto diferente con los niños que por diferentes razones no podían mantener un vínculo virtual con su escuela”.
Con respecto a las escuelas rurales, que fueron las primeras en comenzar (el 22 de abril), Pereira señaló que la asistencia fue “baja en relación a lo que se esperaba: no más de un 40% los primeros días y en la actualidad no supera el 53%”. Según la integrante de la FUM, “la atención en dos modalidades es más complicada y la situación se complica aún más cuando los grupos son numerosos, ya que se divide la atención presencial y no queda tiempo para la distancia”. Además, remarcó que en muchas oportunidades los maestros se las ingenian para que las actividades lleguen a sus alumnos, algo que sin dudas significa un “complejo trabajo”.
Por otra parte, consideró que el gobierno no evaluó “la doble actividad y el estrés” que la doble actividad le implica a cada uno de los docentes, algo que va más allá del compromiso y la responsabilidad que asumió cada uno desde que se suspendió la presencialidad.
“Desde el comienzo la FUM apoyó la labor de los docentes y en el mantenimiento del servicio de la alimentación con el objetivo de llegar a todos los niños en situación de vulnerabilidad; el trabajo a distancia se apoyó con la revista Quehacer educativo, atendiendo las necesidades de cada colectivo a nivel nacional desde el punto de vista pedagógico”, concluyó.
Consultado por Sala de Redacción, Javier Iglesias, integrante del comité ejecutivo de la Federación Nacional de Profesores de Educación Secundaria (Fenapes), consideró al regreso como “una resolución sin negociación ni diálogo previo” y que el calendario que propuso el gobierno “sorprendió al Consejo de Educación Secundaria”. “Lo que sí hay es un protocolo sanitario acordado entre los sindicatos y el Codicen [Consejo Directivo Central de la Administración Nacional de Educación Pública] que establece criterios y normas que implican distancias, obligación de insumos y demás. Lo que preocupa es la falta de un protocolo pedagógico que establezca claramente cómo abordar la presencialidad en el marco de la emergencia sanitaria, dentro de la cual la asistencia estudiantil es voluntaria”, sostuvo el sindicalista.
Para Iglesias “no está claro cómo van a desarrollarse los aprendizajes, cómo se trabajará la evaluación ni cómo se tratará el problema que implica el número de estudiantes que por distintas razones no van a asistir nunca”. “Actualmente no se están dictando clases. Lo que hay son propuestas por diferentes medios de contacto que han elaborado los docentes para mantener un vínculo pedagógico, pero el sistema de educación uruguayo está diseñado para la presencialidad”, manifestó, en referencia a la situación que atraviesa el sistema educativo desde el 13 de marzo debido a la pandemia.
En suma, consideró que las incertidumbres se deberían estar resolviendo en estos días, ya que el 29 de junio se concretará el regreso general a nivel nacional: “Desde el sindicato se defiende la presencialidad como algo necesario y saludable, siempre y cuando se respete el protocolo sanitario que preserva la salud de los trabajadores y de los estudiantes”.
Cuando semanas atrás se anunció el regreso a clases, el presidente de la República, Luis Lacalle Pou, también manifestó que “el gobierno piensa, escucha, se asesora y toma decisiones”. No obstante, para los y las docentes uruguayos, dos de estos aspectos no han sido suficientemente atendidos durante las primeras etapas del retorno voluntario a las aulas, que se terminará de concretar a fin de mes.