Los síntomas del climaterio son tomados como manifestaciones aisladas y, por lo general, esto provoca que la mujer que consulta termina siendo derivada al psiquiatra por el insomnio, al gastroenterólogo para el tránsito lento y al traumatólogo que le indica colágeno: “la mujer no sabe lo que necesita y lo que le pasa y los médicos ven cada uno por su ojal”, expresó la especialista Stephanie Viroga en diálogo con Sala de Redacción (SdR). Viroga, ginecóloga y presidenta de la Sociedad Uruguaya de Endocrinología Ginecológica y Menopausia, definió al climaterio como “toda la etapa que rodea a la menopausia”, este período abarca desde la perimenopausia que comienza aproximadamente a los 40 años –excepto en menopausias precoces–, hasta la posmenopausia, que se da alrededor de los 50 años en la mayoría de los casos. 

La profesional explicó que la diferencia entre los términos menopausia y climaterio es “conceptual y fisiológica” y que la noción de “menopausia” es utilizada socialmente como algo “peyorativo” y definitorio, aunque corresponde únicamente a la fecha de la última menstruación. Por el contrario, aseguró que es el climaterio lo que “amerita un tratamiento” y sobre lo que se debe actuar. Una de las problemáticas a la que se enfrentan las pacientes es que los especialistas “traten a la mujer por partes”, tomando los síntomas de manera aislada sin contemplar que el climaterio tiene muchas manifestaciones que refieren al “síndrome climatérico”.

Viroga expresó que lo importante es “empoderar a las mujeres que estén cursando esa etapa” para que soliciten asistencia y conozcan lo que les pasa. De esa manera pueden encontrar a alguien que sepa cómo tratarlo. Declaró que “si a esa misma mujer le hiciéramos una terapia hormonal para el climaterio, le sacamos todos los síntomas” y, de esa forma, se evitaría el peregrinaje por diferentes profesionales de la salud. Según la especialista es necesaria una “interpretación más holística e integral de la medicina”.

Iliana da Silva, periodista, divulgadora y activista por los derechos de las mujeres, declaró a SdR que la desinformación funciona como otro de los 34 síntomas y que los profesionales de la salud no tienen las herramientas para acompañar o responder a las necesidades de quienes atraviesan esta etapa. Según demostró un estudio de la Sociedad Británica de Menopausia (BMS) más del 75% de las mujeres experimentan los síntomas del climaterio. Sin embargo, Elektra Health, una compañía digital que tiene como objetivo romper el tabú de la menopausia, declaró que menos del 20% de los programas de obstetricia y ginecología capacitan a los profesionales para acompañar esta etapa. Esto suscita en que sólo una de cada cinco mujeres recibe el diagnóstico de “menopausia” por parte de sus prestadores de salud, por lo que no perciben el tratamiento que corresponde al “síndrome climatérico”.

“La ciencia nos discrimina”     

La ginecóloga aseguró que es algo reciente aprender sobre qué pasa después de dejar de menstruar y que “parte de la evolución humana es que ahora las mujeres siguen viviendo más allá de sus ovarios” a pesar de que el climaterio no se contempla dentro de la currícula de la formación en ginecología. Viroga enfatizó en el hecho de que esta carrera se enfoca en el embarazo y deja por fuera la preadolescencia y el climaterio. 


En el mismo sentido, Iliana Da Silva resaltó la importancia de hablar de “toda la geografía de la mujer” en las distintas etapas de su vida y declaró que viene de una generación que sostiene muchos mitos y que no interactúa sobre los cambios que transita el cuerpo. La periodista manifestó que ella transitó los síntomas “en soledad” y destacó la importancia de vincularse entre mujeres. 

Al transitar esta etapa solicitó ayuda a su ginecólogo pero se enfrentó a que no tenía las herramientas para acompañarla. Señaló que en las consultas médicas nunca le preguntaron su edad, ni si menstruaba o no: “fui yo la que tuvo que decirle que creía que estaba atravesando la menopausia”, relató, y aseguró que “la ciencia también nos discrimina, porque no hay estudios sobre cómo aliviar los síntomas” en este período. 

“Menos escritorio y más territorio”

El climaterio está contemplado en el artículo 2 de la Ley de Salud Sexual y Reproductiva, donde establece como objetivo “promover climaterios saludables desde la educación para la salud”. Respecto a esto, Viroga sostuvo que “promover no significa nada” y que falta “mucho marco político en términos de salud”. Además, afirmó que debería haber una “exigencia” a las instituciones para que se ocupen del climaterio y que para promover una vida saludable “debería cambiar el sistema de salud entero”.

La OMS estableció la necesidad de que las mujeres que están entrando en el síndrome climatérico, tengan “acceso a servicios sanitarios de calidad y a comunidades y sistemas que les puedan dar respaldo”. En diálogo con SDR la socióloga especializada en salud, Marcia Barbero, fue por la misma línea; señaló que hay que “desmitificar” la idea de que “contar con información significa que la persona va a actuar”. Además, hizo referencia a la forma en la que repercute la desigualdad socioeconómica y sostuvo la necesidad de considerar el factor de la salud desde una perspectiva “multidimensional”, es decir, tener en cuenta la dimensión social, política, económica y por ende contextual en la que está inmersa la mujer que atraviesa este período de su vida. 

Viroga afirmó que las pacientes que pueden acceder a una consulta particular, efectivamente se aseguran más probabilidades de “vivir y habitar un climaterio saludable”. Esto implicaría tener en cuenta la barrera económica a la que se enfrentan algunas mujeres, no sólo para lograr sino para poder “sostener” una vida saludable.

Por su parte, Da Silva expresó la importancia del financiamiento a proyectos de divulgación de información sobre climaterio para lograr incluirlo en la agenda pública: “yo me peleo con todos los organismos internacionales porque no hemos logrado instalarlo en la agenda”. La periodista manifestó que los lugares de poder en general están en manos de hombres y son los tomadores de decisiones: “yo siempre digo menos escritorio, más territorio”. 

Sumado a esto, Barbero dijo que gran parte del programa de la salud está pensado para el cuerpo de la mujer como “objeto de estudio en etapa reproductiva” y que la medicina científica como institución social contribuye en “perpetuar opresiones sobre el cuerpo de las mujeres” y en la construcción de los “valores hegemónicos” de nuestra sociedad. La socióloga enfatizó en el hecho de que el cuerpo femenino —referido en este caso al cuerpo de la mujer menstruante—, sea percibido como el “instrumento” para que aumente o disminuya la natalidad de un país, como una forma de exponer lo mencionado. 

A pesar de que “somos la mitad de la población mundial”, el cuerpo por antonomasia es el  masculino, y las mujeres funcionamos como “lo otro”, señaló Barbero. A su vez, expresó que la menopausia aparece como algo “meramente de las mujeres”, por lo tanto no se investiga, y agregó que lejos de ser consideró do un proceso biológico y natural, se lo “patologiza”. La socióloga expuso como ejemplo que: cuando una mujer va al médico por un dolor en el pecho, en lugar de hacerle un electrocardiograma, le dan pase al psiquiatra. Según la profesional, con la menopausia se explicita el “escaso valor social de la vejez”, y al ser algo que afecta únicamente a las mujeres, ese valor disminuye. “Las vejeces” en nuestra sociedad contemporánea son un grupo social que “no tiene valor”, aseguró.

No es lineal
La socióloga sostuvo que en la consulta hay una “asimetría médica” que se cruza con lo económico, lo social y con la información que posee la paciente frente al profesional. La socióloga, agregó que aunque a grandes rasgos, parezca una relación “más horizontal” en los casos donde hay “menos distancia social”, la figura del médico se “impone” porque su rol sigue siendo “muy fuerte en nuestra sociedad”. Por esto, manifestó que es necesario tener en cuenta que el profesional médico, es también un “agente político capaz de influir”. En la misma línea, entiende que la medicina como institución “forma parte de nuestra sociedad y está dentro de todos los debates”, y que por lo tanto no está libre de creencias.

La comunicación salva  

Según un estudio realizado por No Pausa, una organización latinoamericana que busca visibilizar el climaterio, informar y acompañar y de la que Da Silva es directora general, una de cada cuatro mujeres cree que el climaterio “ha impactado negativamente en su salud mental y su confianza”. Una de las consecuencias más comunes es que “termina afectando su vínculo de pareja” debido a los síntomas psicoemocionales y sexuales que provocan los cambios hormonales. Concluyeron que aún se asocia la menopausia a conceptos de “finitud, vejez y fin de la sexualidad”. Esta visión impacta directamente en la calidad de vida de las mujeres y sus vínculos “laborales, personales y sociales”. 

La OMS declaró que la experiencia de las mujeres frente a la menopausia, puede estar condicionada por la percepción que se construye en el entorno cultural en el que vive en relación al envejecimiento femenino. También estableció que “la atención perimenopáusica desempeña una función importante en la promoción del envejecimiento saludable y la calidad de vida”. Por su parte, Da Silva consideró que la menopausia está asociada al “descarte” y destacó la importancia de “resignificar” el momento donde se “pierde” la capacidad de reproducirse. La periodista expresó que “se habla de cuánto nos cuesta a las mujeres menstruar pero no se habla de cuánto nos cuesta dejar de menstruar”.

Por su parte, Viroga incitó a las mujeres a ocuparse del tema “antes de que llegue la menopausia”, para que evalúen de qué forma pueden cambiar su rutina para tener descanso o momentos de ocio. Además, manifestó la importancia de que las mujeres que estén en pareja transmitan lo que les está pasando cuando “no tienen ganas de tener relaciones”, porque “sumado a los cambios de humor, el compañero no entiende lo que le pasa, y ahí se genera un quiebre”. Por otro lado, Da Silva dijo que sin la información se entra “en un espiral” en el que la mujer no se reconoce en el espejo y baja la líbido. Denominó este período “mejor hablemos” porque es un momento que afecta la vida vincular y que provoca una distancia, principalmente con la pareja.

La especialista resaltó que es fundamental que las mujeres “formen parte de redes, que tengan amigas y permanezcan socializadas”, ya que uno de los riesgos es que la mujer “se aísle”. Aseguró que en muchos casos lo que sucede es que “se apropian de los síntomas, se los ponen al hombro y dejan su vida, asumiendo que no van a tener más sexo, ni más hijos”. Para eso explicó que la aceptación es un factor clave: “es necesario aceptar que tu cuerpo va a cambiar”.

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