Por quinta vez en la historia, ya que había sido suspendido en 1868, 1887, 1904 y 1955, debido a la pandemia de covid-19 este año no se realizaron desfiles ni concursos de carnaval en Uruguay. Luego de varias especulaciones sobre el formato de concurso, suspensiones de los desfiles y posposiciones de la prueba de admisión, febrero tuvo un gusto particular y fue bastante gris. Algunos conjuntos de carnaval se las rebuscaron para armar contenidos en las redes sociales y otros estuvieron preparando algunos espectáculos especiales, sin embargo, la mayoría no pudo estrenarse por la suspensión de los espectáculos públicos decretada por el gobierno.
Para el reconocido murguista Pablo Barrios, quien en este año iba a concursar con la histórica Araca La Cana, conjunto que en febrero sufrió el fallecimiento de su emblemático fundador, José Catusa Silva, la suspensión fue “lamentable”. “Me quita principalmente una pasión, algo que uno hace porque le gusta, además de que te pagan por eso. Yo pierdo una fuente de ingresos muy importante. Para los que hacemos carnaval es algo similar a un vicio, algo que –como dice la canción [de Falta y Resto]- uno espera hasta el otro carnaval. Entonces, la frustración es muy grande”, afirmó Barrios a Sala de Redacción.
Su colega, Chabela Ramírez, integrante de la comparsa Valores, expresó a Sala de Redacción que la situación de pandemia “se vive con tristeza, pero con mucha expectativa. Este cambio social que se ha dado a través de una forma diferente de vivir nos va a cambiar absolutamente la vida y la percepción del arte, de cómo se ve el escenario cuando no hay espectadores”. Además, relató una experiencia particular que vivió este verano, cuando en la Plaza Cagancha se colocaron bombitas de luz de colores, como siempre se hace para recibir a la fiesta popular: “Sentí una especie de resentimiento e impotencia, uno no se pone a pensar. ¿A quiénes están esperando? Capaz que la intención fue preciosa, pero a mí, igual que a otras personas, seguro que les cayó rarísimo ver la plaza tan iluminada para nada”, declaró entre risas.
Por su parte, el puestista en escena Mariano Solarich opinó que la suspensión del carnaval fue una pérdida importante para la ciudadanía. En diálogo con Sala de Redacción, Solarich comentó que el carnaval le aporta un aparato crítico a la ciudad, también con belleza estética y artística. “Mucha gente se ve reflejada en lo que pasa arriba del escenario, en un montón de ideas y discursos que les gustaría tener pero no tienen, o no tienen el lugar o la forma de expresarlas. Se pierde un importante espacio de expresión y también el punto de fuga que precisan todos los pueblos y ciudades para expresarse y burlarse de uno mismo”, concluyó.
Una pasión y un ingreso
Consultados sobre si esta situación tuvo más efectos económicos o afectivos, Ramírez declaró que le afectó en las dos dimensiones por igual. “Para los componentes, el candombe es más una cuestión afectiva que económica. Lo que se gana en una comparsa es muy poco”, destacó. Mientras tanto, Solarich ratificó lo dicho por Ramírez y expresó que “a simple vista, la que se puede ver más rápido es la pérdida económica”. “A todos nos afecta económicamente por la importante fuente de ingresos que es el carnaval. Algunos la tienen como una suma más y otros como su única fuente. La mayoría de los que hacen carnaval lo hacen por pasión. Es muy difícil hacer carnaval si no tenés pasión porque no aguantás todas las noches o la pasás mal”, relató.
En cuanto al apoyo económico, la Intendencia de Montevideo (IM) intentó paliar la falta de ingresos con el Fondo Cachila Silva, un subsidio para quienes se inscribieron a la prueba de admisión del Carnaval 2021. Barrios consideró que el apoyo “no fue suficiente, equitativo, ni justo”, mientras que Ramírez y Solarich celebraron la medida. Este último definió el logro impulsado por el Sindicato de Carnavaleros (Sucau) como “histórico”, y destacó que “viendo algunas posibilidades de que se suspenda el carnaval, se le planteó que el dinero que la IM invierte en el carnaval vaya para el Fondo Cachila Silva y así paliar la situación de los trabajadores del carnaval”.
Según Solarich, el planteo fue muy bien recibido por la Intendencia, que después creó este mecanismo. “Teniendo en cuenta lo que se trabaja para carnaval, el monto de diez mil pesos no ayuda a salvar a nadie, pero ante la nada, es algo y lo celebramos muchísimo. Además de que nos ayudó a fortalecer el vínculo con la IM y Directores Asociados de Espectáculos Carnavalescos Populares del Uruguay (DAECPU), organización con la que ahora tenemos mucho más diálogo que en nuestros primeros años”, manifestó el integrante de Sucau.
Lo que vendrá
Al igual que el resto de los carnavaleros, los tres entrevistados se mantienen expectantes con lo que pueda pasar a futuro con la fiesta popular. Al respecto, Solarich afirmó que Sucau se ha reunido con la IM para ir tramando distintas posibilidades, pero con el desarrollo que ha tenido la pandemia en los últimos meses “es todo muy incierto, puede que haya carnaval y que esté todo divino o puede que no, o que haya un carnaval netamente televisivo”, apuntó.
Sobre la posibilidad de una vuelta a la presencialidad en caso de que la situación sanitaria mejore, los tres coincidieron en que sería muy especial. “Por un lado, se ha creado un estado generalizado de miedo y desconfianza y, por otro, somos animales de costumbres y seres gregarios, necesitamos estar juntos. Con el protocolo, con todo lo que se necesite. Ojalá pueda llegar a ver nuevamente el abrazo carnavalero”, declaró Ramírez.
Barrios destacó la importancia de que los carnavaleros puedan estar de vuelta en contacto con la gente: “Me pasa cuando leo publicaciones y comentarios en las redes sociales sobre varios de los espectáculos que he participado [en las murgas Asaltantes con Patente, A Contramano y Diablos Verdes]. La gente lo comenta y está deseosa de ver eso. Añora y sufre tanto como nosotros, pero más desde el lado de espectador y público carnavalero e hincha”.
Por otro lado, Solarich piensa que no hay que acostumbrarse a la ausencia de carnaval, sino tomarla como una pérdida para la ciudadanía. “Si se vuelve a tener carnaval presencial, va a ser una ganancia, porque las expresiones artísticas que tengan la libertad de expresar lo que quieran ayudan muchísimo, sea más cerca de mi gusto y cercanía ideológica o menos. Cada ciudad, cada pueblo y cada país necesitan tener este tipo de celebraciones donde cada uno pueda expresarse libremente a lo largo del año. Le hace bien a la ciudadanía. Siempre que sea constructivo, con respeto, con sátira, ironía y gracia, pero con respeto”, finalizó.