Ya se presumía que al intendente de Lavalleja lo definiría el Partido Nacional, sin embargo la disputa interna fue reñida: la competencia por la intendencia convirtió en rivales a agrupaciones del mismo partido político, lo cual fue una significativa singularidad del departamento. El intendente electo, Mario García, recién reconocería su triunfo luego de que fueran escrutados el 59% de los votos, en el entorno de las 23 horas, tras una larga espera.

Un delfín político

En el Centro de Minas, en la sede de la lista 404 de la candidata Carol Aviaga, una hora y media después de que se cerraran los circuitos, había dos grupos de gente sobre la verada a ambos lados de un medio tanque: no eran mucho más que 15 personas. Desde la puerta, una voz salió al cruce y dijo:

-¿A quién buscan?

Enseguida Aviaga estuvo dispuesta a dar la entrevista. La candidata, que nació en Barriga Negra, es madre de dos hijos, enfermera e instrumentista, milita hace tiempo y, según dice, por convicciones y no por intereses personales. La primera vez que estuvo en un comité fue en el año 94, empezó como delegada de circuito en una mesa, fue directora general de Servicios Sociales de la Intendencia, más tarde también fue senadora. A simple vista, una mujer segura de sí misma, acostumbrada a las cámaras y los periodistas: inmediatamente se preparó y se puso en pose para grabar, porque la entrevista era audiovisual.

En ese momento había aproximadamente 20 personas dentro de la sede, iban contados 1.073 votos de 50 mil habilitados en la ciudad.

Favorito en las encuestas

Mario García nació en Minas en 1969. Se recibió a los 23 años como abogado y milita desde su juventud. Es políticamente correcto, elocuente, ante todo, cordial, político de vocación y dos veces diputado.

-Tranquilízate, todavía falta mucho- le dijo su mujer.

Él sonreía truncamente ante los periodistas. Eran las 21.20 horas en la sede ubicada en la esquina de Aníbal del Campo y 18 de julio, donde se encontraba con aproximadamente unos 60 militantes, esperando los resultados.

-Silencio, silencio, silencio- pidió el candidato, con el tono de un maestro de escuela.

La habitación estaba dividida en dos sectores mediante una mesa, detrás la señora de García liderando el seguimiento del conteo de votos. García se acercó a mirar cómo estaban trabajando en la mesa y, delatando sus nervios, se acercó un poco más. Luego miró su celular.

Algunos hablaban entre ellos, otros pedían silencio, mientras un grupo amontonado miraba la tele viendo los últimos datos de la Corte Electoral. También había gente en la vereda de la sede. Los niños -ellos estaban en otra sintonía- sólo preguntaban “¿cuánto falta para que termine esto?”.

Mario García ya no estaba. ¿Podría haberse escabullido a otra habitación, sin ruido, sin aglomeración? Estaba, como más tarde se supo, en la casa de su madre, no muy lejos, esperando los resultados más tranquilo.

Los autos, con las iniciales del candidato en color azul pegadas por todas partes o con los números de las listas de sus sectores, pasaban y doblaban en la esquina, tocando bocina; algunos frenaban para saludar, otros simplemente miraban y seguían.

-Fuera, fuera, vaya- gritó alguien, con tono de asco, al pasar un auto con referencias a la lista 404 de Carol Aviaga.

Quien deja atrás diez años de legado

Cinco minutos pasadas las 22 horas, todo indicaba que García ganaría pero nadie festejaba todavía y el protagonista no aparecía. En la sede de la intendenta Adriana Peña el ambiente era caótico: algunas personas de pie y conversando, otras mirando la tele, finalmente muchos sentados a lo largo de una mesa compartiendo una cazuela.

-¿Querés comer? Ahí hay cubiertos. Les dijo la intendenta a dos periodistas, aunque ellos solo querían hacer una entrevista. Inmediatamente Peña empezó a buscar un lugar donde pudieran hacer las preguntas más tranquilos.

¿Qué le aconsejaría al futuro intendente?

-A la futura intendenta- corrigió con picardía política, entonando esa “a” final con clara intención en referencia a su apoyo a Carol Aviaga- le recomendaría que terminara de lograr el desarrollo que necesitamos, que continúe trabajando en turismo que es una fuente de ingresos importante y que tenga las cuentas claras, que es la forma de mantener los sueldos al día y el desarrollo de la ciudad y del departamento.

No cantes gloria hasta el fin de la victoria

A las 22.40, 1.800 votos de ventaja separaban a García de Aviaga, según el medio local Minas Cable Visión. La interna se estaba por definir. Y a la sede de García empezaba a llegar cada vez más gente. A las 23.06 los delegados ya eran recibidos con aplausos, al grito de “¡vamos!” y bocinazos. Los militantes ya se apoderaban de las calles. La victoria era inminente.

Dos minutos después, desde la otra esquina de Aníbal del Campo se aproximaba a pie García, ya como intendente electo, y al divisarlo desde lo lejos, todos los militantes que estaban allí salieron a su encuentro: “¡Se siente, se siente, Mario intendente!”. La algarabía dominaba el ambiente; se dieron los primeros abrazos.

-¡Mario!- le gritaban de un lado y otro.

-¿Qué dice amigo?- le dijo García a un niño de 12 o 13 años que lo abrazó.

En el aire el cántico de “olé, olé, olé, olé, Mario, Mario”, y más abrazos para el intendente electo. En medio de la multitud la prensa lo interceptó para hacerle una pregunta e inmediatamente cambió de postura, frunció el ceño, y serio respondió:

-Ahora voy a hablar en la plaza.

El arte de la discordia y la concordia

La llovizna no daba tregua. A eso de las 12 de la noche empezó a llegar la gente que venía en una caravana a pie desde 25 de Mayo hacia la primera diagonal de la plaza Libertad. En un acto de coordinación perfecta, fueron hasta la mitad y doblaron en perpendicular hacia el estrado que Minas Cable Visión había estado preparando para el discurso. Era algo planificado. En la plaza los festejos de los blancos se mezclaron con los festejos del cumpleaños del Club Atlético Peñarol, y los fuegos artificiales que los hinchas tenían preparados.

El intendente electo, aunque saludaba a sus compañeros militantes con una sonrisa, sonreía con mesura, hasta con cierta tribulación. Tal vez por lo que luego en su discurso expresaría, tal vez por la responsabilidad que su cargo le exigiría. Subió al estrado para dar su discurso acompañado de su esposa y en primer lugar llamó a sus correligionarios de las respectivas listas. La primera en subir al escenario fue Ana Ugolini de la lista 880, representante del sartorismo, luego a Andrea Aviaga de la lista 204, más tarde Dolores García Pintos de la lista 22, también lo hicieron Hernam Vergara y la diputada Alexandra Inzaurralde, de la Lista 59; finalmente su “padre político”, su “gran amigo” y “maestro”, Alejandro Giorello Varela.

-Me siento muy orgulloso del programa de gobierno que le hemos ofrecido y que es el contrato que hemos suscrito con todo el pueblo de Lavalleja; pero me siento mucho más orgulloso de la campaña electoral que hemos desarrollado a lo largo de estos 18 meses. Este gran equipo se ha preocupado solamente por intentar ser un poquito mejor: hemos mirado a lo alto, hemos siempre intentado discutir ideas. Muchas veces en el fragor de la campaña electoral nos tentamos con entrar en algunos temas que realmente no le hacen bien a la actividad política, entonces hoy quería acá adelante de todos ustedes agradecerles enormemente la forma en la cual se han conducido durante esta campaña, y agradecerles enormemente la confianza que han depositado en este equipo y en mi persona. Han sido meses duros, pero no por ello nosotros íbamos a cambiar el rumbo.

En el centro de campaña de Aviaga estaba la mamá de uno de los dos jóvenes que, hace ya un año y dos meses, perdieron la vida en un siniestro de tránsito en las afueras de Minas. Mario García fue acusado públicamente por la madre de la víctima de encubrir los hechos y proteger a uno de los responsables, debido a que era un amigo de su familia. El tema estuvo en el tapete durante la campaña, dividió la interna del Partido Nacional y parece haber sido el motivo de que en el discurso final García sostuviera que se entró en algunos temas que “no le hacen bien a la actividad política”.

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