La plataforma sueca Spotify se creó en 2006 como una startup y consiguió volverse mundialmente popular por sus servicios de música y podcasts digitales restringidos por derecho de autor. Las funciones básicas de Spotify son gratuitas, aunque el usuario puede pagar si desea gozar de otras funciones adicionales, entre ellas, escuchar sin conexión a internet y sin anuncios comerciales. 

El 19 de junio se hizo pública una carta de parte de Dustee Jenkins, jefa global de Asuntos Públicos de la plataforma musical, dirigida al Ministro de Educación y Cultura, Pablo Da Silveira. La empresa expresó al ministro su “profunda preocupación” ante los cambios implementados en la rendición de cuentas a la Ley de Derechos de Autor, la n° 9.739.

En la misiva, desde la plataforma destacaron su ayuda a la expansión del mercado e industria musical uruguaya y explicaron que pese a su éxito en el país, aún no consiguen obtener ganancias. En consecuencia, la demanda de un pago obligatorio adicional a los servicios de transmisión de música podría, según el comunicado, afectar notoriamente a la empresa, por lo que “si la reforma propuesta se convirtiera en ley en su forma actual, el negocio de Spotify en Uruguay podría volverse inviable”.

Ser intérprete en Uruguay 

En las modificaciones a los artículos 284 y 285 de la Ley de Derechos de Autor, la rendición de cuentas agregó Internet y las redes sociales como formatos de reproducción a un artículo que hace énfasis en que “el intérprete de una obra literaria o musical tiene el derecho de exigir una retribución por su interpretación difundida o retransmitida” ya que, cualquier obra puesta a disposición pública genera “el derecho a una justa y equitativa remuneración por su explotación”. De no llegarse a un acuerdo entre las partes, el monto de la retribución será establecido mediante un juicio. Ante el reclamo de la aplicación, la coalición resolvió mantenerse firme en su postura y seguir adelante con su aprobación.

En nuestro país, los beneficios de uso de la música en plataformas digitales pertenecientes a intérpretes, autores y productores musicales son cobrados únicamente por los últimos dos. El intérprete puede coincidir con la figura del autor de la obra o no. Existen muchos casos en que la versión más escuchada de una canción es interpretada por una persona (o grupo) que no es el autor. Un claro ejemplo puede encontrarse en los covers que realizan los artistas de música tropical uruguaya, quienes no reciben dinero por sus interpretaciones. Otro caso es el del carnaval, donde se dan interpretaciones tanto como adaptaciones.

En agosto de este año, la Sociedad Uruguaya de Intérpretes (Sudei) calificó la situación que viven los intérpretes como de una “inequidad y falta de justicia”. Por su parte, Martha Caviglia, secretaria del Consejo de Derecho de Autor en diálogo con Sala de Redacción, dijo que “Los intérpretes, así como los autores y productores de fonogramas, buscan vivir de lo que les gusta hacer. Somos conscientes de que quizás los intérpretes o ejecutantes nacionales no cuentan con la misma cantidad de reproducciones que otros artistas nacionales con más popularidad pero eso no quiere decir que no se deba consagrar su derecho a percibir una retribución por su trabajo”, aclaró.

El arte de redistribuir 

Caviglia, quien fue integrante de Asociación General de Autores del Uruguay (AGADU) y trabajó en la campaña antipiratería de la Cámara Uruguaya del Disco, hizo énfasis en que este tema ha generado muchos malentendidos y hay cosas que es necesario aclarar, porque “los artículos de la rendición de cuentas no están dirigidos específicamente hacia la plataforma de Spotify”. Sin embargo, sí fue Spotify la única plataforma digital que se manifestó públicamente ante los cambios y de ahí la amplia repercusión del tema. 

Caviglia explicó a SdR que el negocio musical está formado por tres patas: autores, productores e intérpretes. Hasta hace un tiempo, a base de acuerdos privados entre las partes, cada uno de ellos se encargaba de cobrar sus propios porcentajes. Pero cuando aparecieron plataformas digitales como Spotify, el negocio cambió y surgieron nuevas negociaciones entre las plataformas y los autores, y los intérpretes quedaron al margen. “Los artículos de la rendición de cuentas no hacen más que reivindicar el derecho a cobrar una remuneración equitativa por parte de los intérpretes en las plataformas digitales musicales”, sentenció la secretaria del Consejo de Derecho de Autor.

Lo que cambia para las plataformas digitales es que sus pagos ya no serán únicamente dirigidos hacia los autores y productores de fonogramas sino también a los intérpretes. La idea no es que las plataformas se vean sobrecargadas en sus costos sino que los mismos porcentajes que vienen pagando hasta ahora se redistribuyan. “Hay que ajustar contratos pero no únicamente con Spotify, sino con todas las plataformas”. Para Caviglia, es fundamental que esas negociaciones transcurran de forma privada, ya que para los intérpretes nacionales sería inviable hacerle un juicio a una empresa digital como lo es Spotify por los costos que eso implicaría. 

Caviglia aclaró que hoy en día, la plataforma funciona con normalidad y los intérpretes entienden que son socios en este negocio y que para que les vaya bien a ambos, es necesario llegar a un acuerdo. “La idea no es perjudicar a ninguna de las partes, sino que cada uno cobre lo que corresponde. En Europa, esto es algo que ya está contemplado y no ha habido ningún tipo de inconveniente, las empresas digitales funcionan con normalidad y tienen grandes rangos de audiencia”.

Hablemos de podcasts

Un podcast es un contenido de audio que puede estar disponible mediante un archivo o streaming. En general, los creadores de podcast suelen abordar un tema específico y consiguen generar un público fiel que puede escuchar el producto cuando desee y desde cualquier dispositivo. 

Martín A. Pérez, más conocido como Magnus, fue uno de los primeros en adentrarse en el mundo de los podcast en nuestro país. Su podcast “Perdidos en el éter”, dedicado a los cómics y temas afines, cumplió 20 años en junio de este año. Magnus, explicó a Sala de Redacción que al momento de crearlo Spotify todavía no existía. En un principio, comenzó como un segmento de radio, después fue un programa completo en una radio comunitaria y luego de unos años abandonó la radio para subir su contenido a internet. Para ese entonces, la palabra podcast tampoco existía como tal.

Magnus empezó cargando su contenido en iVoox, una plataforma de contenido de audios española. Por aquellos días, Spotify todavía brindaba únicamente servicio de música. Fue después de unos años que la plataforma habilitó la opción del podcast. ¨Hoy en día es facilísimo tener un podcast en Spotify; antes, había que dar unas cuantas vueltas”, rememoró el podcaster.

Consultado sobre los cambios de la retención de cuentas y la amenaza de Spotify respecto a irse del país, Magnus expresó que no cree que la empresa se vaya y que está de acuerdo con los nuevos artículos. Aseguró que no necesariamente todo su público se encuentra en Spotify y que existen un sin fin de plataformas como Youtube, Apple Podcast y más, en donde puede subir su contenido. “Si se van de Uruguay la gente le va a encontrar la vuelta para escucharnos como se ha hecho toda la vida, incluso cuando las plataformas todavía no operaban acá”, vaticinó.

Rodrigo Álvarez es el host de uno de los podcast más escuchado del país, con más de 5 millones de reproducciones y TOP10 de audiencia en Chile y Argentina. Neurona Financiera es un espacio en donde habla de finanzas personales, inversión y de cómo dominar el dinero. 

En diálogo con SdR, Álvarez explicó que crear un podcast es un proceso sencillo que puede ser tan complejo como uno mismo lo desee, pero está lejos de ser algo técnicamente complicado. Lo que sí se torna un poco más difícil para él es la dinámica de pensar las temáticas para cada uno de los episodios de su producto, que sale a diario todos los miércoles. “Lidiar con la creatividad es quizás de lo más complejo. De hecho, las estadísticas dicen que la mayoría de los podcast no supera los primeros episodios porque al principio no te escucha nadie y eso puede ser demasiado frustrante”, expresó. 

“Si Spotify se va de Uruguay, quizás me afectaría en lo que respecta a mi canal de esa plataforma pero también es cierto que de ser así, va a haber una migración de las personas hacia otros espacios digitales”, comentó Álvarez. 

Ni Magnus ni Álvarez cobran dinero por parte de la plataforma Spotify. “Yo no cobro un peso por cada reproducción del podcast”, declaró Álvarez, quien vive a base de un trabajo en relación de dependencia y cuenta con un par de emprendimientos en paralelo. “Lamentablemente nosotros no tenemos un público tan grande como para que Spotify nos preste atención y nos dé una remuneración. Ninguno de los podcasters uruguayos del entorno que conozco puede vivir directamente de lo que le paga Spotify. Todos tenemos otros kioscos”, contó Magnus.

Copyright

No es la primera vez que una carta de estas características llega a un país de la región. El año pasado, le tocó a Joel Talavera, director de la Dirección Nacional de Propiedad Intelectual de la República del Paraguay. 

El documento que recibió ese país parece casi un copie y pegue del que llegó a Uruguay, con frases idénticas. Dustee Jenkins también expresó allí la preocupación por un proyecto de ley paraguayo que busca cambiar el artículo 123 de la ley de Derechos de Autor y Derechos Conexos (N° 1328/98). El mismo establecía una tarifa adicional de 10 por ciento a la plataforma, además de lo pagado a los artistas por sus reproducciones y al Ministerio de Hacienda. El fin es que la organización de gestión colectiva de artistas intérpretes o ejecutantes de música de Paraguay también sea contemplada y reciba parte de su pago.

La plataforma volvió a reiterar su preocupación este año y al igual que en Uruguay, expresó que el servicio en Paraguay “todavía no es una entidad rentable”. La presión llevó a que el proyecto de ley en Paraguay no continúe. 

En tanto en Uruguay, tras la aprobación de la rendición de cuentas, Spotify no ha vuelto a expresarse públicamente. La empresa no cuenta con oficinas en nuestro país.

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