En la previa del Censo de Población, Hogares y Viviendas 2023 -que inicia el 29 de abril- diferentes colectivos indígenas se unieron por una meta en común: romper con la invisibilización de la identidad indígena y animar a la gente a investigar sobre su ancestría.

La campaña de autorreconocimiento que están llevando a cabo recorre los distintos lugares del país con charlas, talleres en escuelas y actividades culturales. Además, está acompañada de una fuerte campaña en redes sociales.

En diálogo con Sala de Redacción, Martín Delgado, dirigente del Consejo de la Nación Charrúa (CONACHA), observa que la población es cada vez más receptiva frente al tema y que las personas con ancestría indígena “tienen menos miedo de reconocerse públicamente”.

Reescribir la historia

“Tengo 48 años y recién a los 42 pude reconocerme como una persona de un pueblo originario. Nunca me imaginé la existencia de indígenas en el Uruguay porque esa fue la educación que tuve”, cuenta a Sala de Redacción Javier Delgado, representante uruguayo del Fondo para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de América Latina y el Caribe (FILAC). 

Él, como muchos, creció con un relato de la identidad nacional uruguaya que no incluye el mestizaje indígena. Frases que escuchamos en la escuela como “el último charrúa” son parte de un discurso que no está “para nada sustanciado por los datos”, explicó por su parte el director del Departamento de Antropología Biológica de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación (FHCE), Gonzalo Figueiro.

Figueiro fue parte de una serie de estudios con ADN mitocondrial, encabezados por la investigadora Mónica Sans, que arrojaron luz sobre la existencia de ancestría indígena en el país: encontraron que un 34% de los uruguayos tiene esa ascendencia por línea materna en su ADN. Esto significa que la cifra promedio es de uno en tres. Además, en algunas zonas del país la cifra sube drásticamente, como es el caso de Tacuarembó y Artigas con un 62% y 70% respectivamente.

Los primeros análisis de Sans se remontan a la década de 1980, cuando la investigadora se interesó por la gran cantidad de nacimientos en el Hospital de Clínicas con mancha mongólica, es decir, una marca en la piel que aparece en recién nacidos que tienen ancestría asiática, indígena y africana. “No era coherente con el discurso de la constitución de la población uruguaya que estuviese naciendo tanta gente con mancha mongólica en el principal hospital del país”, comenta Figueiro. Desde entonces, los estudios ya empezaban a indicar que había un aporte de esa población mucho más alto que lo sugerido por el relato oficial.

Para el antropólogo, es muy llamativo que, aunque las investigaciones ya tengan varias décadas, cada vez que habla sobre esos hallazgos la gente “queda boquiabierta”. “Es algo que nosotros venimos diciendo desde hace muchísimo tiempo”, concluye. 

Autoidentificación en el censo

Las preguntas referentes a ancestría indígena del censo 2023 serán las mismas que incluyó el censo de 2011. “¿Cree tener ascendencia…?”, que se completa con una de las siguientes categorías: afro o negra, asiática, indígena, blanca u otra. Y “¿Cuál considera la principal?”, en caso de haber escogido más de una. 

Los datos del 2011 arrojaron que un 4,9% de la población uruguaya creía tener ancestría indígena. Sin embargo, este porcentaje se aleja de forma considerable del 34% que develaron las investigaciones de la FHCE.  Frente a esto, Javier Delgado comenta que “nunca un censo poblacional refleja la total realidad”; no solo porque las personas no conocen su ascendencia, sino también porque “muchas veces los censistas no realizan las preguntas y las personas no las piden”.

Tras estas circunstancias, los colectivos consultados en esta nota invitan a que las personas a que averigüen sobre su identidad y que conozcan las preguntas sobre sus antepasados. Para el representante del FILAC, la campaña también ayuda a que los censistas sepan que “si no hacen las preguntas, se las van a pedir”.

Por otra parte, los colectivos resaltan otra dimensión importante de la autoidentificación en el próximo censo: el Convenio 169 de la OIT sobre pueblos indígenas y tribales, incluido en la Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los pueblos indígenas. Uruguay es uno de los pocos países de Latinoamérica que sigue sin ratificar el convenio aprobado en 1989. Esta decisión está fundamentada en que, al entender de las autoridades, el país no tiene una masa crítica de indígenas para ser atendida. Al día de hoy las comunidades originarias intentan ratificar el Convenio 169 en el Parlamento, a través de la Comisión de Trabajo y Seguridad Social. 

Stella Vidal, representante del grupo “Inambí Sequer”, explicó a Sala de Redacción que “con un mayor peso porcentual de la población indígena se podría acceder a derechos para la protección y el fortalecimiento” de esa comunidad. Y que el aumento de la cifra contribuiría a un “acercamiento paulatino” hacia la realidad mestiza uruguaya. En la misma línea, Javier Delgado enfatiza en que el próximo censo es un “momento clave” para fortalecer la identidad y terminar con “la mentira del país sin indios”. 

Los colectivos esperan con gran convencimiento que el porcentaje de ancestría indígena aumente y recalcan que esto puede ser fundamental en la obtención de políticas públicas y en la ratificación del Convenio 169. Martín Delgado del CONACHA declara que la nueva cifra también “va a forzar al Estado a empezar a saldar debes históricos como el reconocimiento oficial del genocidio y un pedido de perdón público por parte de las autoridades nacionales”.

El diálogo con el INE

“Las preguntas referidas a ascendencia étnico racial del censo fueron discutidas con expertos internacionales y también recibiendo el aporte de colectivos sociales vinculados a la temática”, aseguró Diego Aboal, director del Instituto Nacional de Estadística (INE), en conversación con este medio. 

En oposición a esto, los colectivos indígenas plantean que su participación en la creación del cuestionario final no fue suficiente. Si bien confirman que existieron rondas de consultas, para Martín Delgado estas fueron “simulacros” para “llenarle el ojo” a las Naciones Unidas, dado que “en los hechos no incorporan nada de lo que nosotros proponemos”. 

Este fue el caso de la propuesta por parte del CONACHA de incluir una tercera pregunta en el cuestionario: “¿Se reconoce como indígena?”. Aunque esta fue parte del censo experimental realizado en 2022, finalmente no se contempló para la versión final del cuestionario del censo 2023. “Ellos alegaron que no había suficientes fondos para incluir una nueva pregunta a nivel de censo nacional y que no habían tenido tiempo para trabajarlo. Para nosotros es una excusa infundada que evidencia la mala voluntad que tienen las autoridades del INE”, explica el dirigente del CONACHA.

A su juicio, no pudo haber sido un problema de tiempo porque el censo estaba estipulado para el 2021 y a causa de la pandemia se postergó. “Tuvieron todo el período de la pandemia para trabajar internamente, es más, las rondas de consulta fueron durante 2020 y 2021”, indicó. Además, cree que las preguntas no dan cuenta de la dimensión identitaria que “es hacia donde debería ir el censo” y que el resto de América Latina sí integra. “No es lo mismo decir tengo un ascendente indígena que decir pertenezco a una comunidad indígena”, expresa.

Vidal comparte esta postura y presume que la negativa de esta tercera pregunta se relaciona a un ocultamiento del tema que existe desde el genocidio. Comenta que “prefieren” que el proceso de autoidentificación de la gente sea “lo más lento posible”, dado que la identidad nacional “es una verdad a medias y a nivel gubernamental nunca se ha decidido aclarar el tema”. “Es una política discriminatoria hacia los indígenas, que está encubierta pero que está. Esas consultas deberían ser vinculantes”, postula Martín Delgado en la misma dirección.

Frente a estos cuestionamientos, Aboal recuerda que los cuestionarios del censo nacional no pueden ser muy largos porque tiene que aplicarse a toda la población y que “siempre hay más demandas que las que uno puede atender en un cuestionario, que tiene que estar limitado a un tiempo razonable”. “Entiendo que muchas asociaciones querrían tener muchas más preguntas pero el censo tiene que ser corto porque la gente comienza a cansarse con la aplicación del formulario, lo que conspira hacia la calidad de todo el censo”, sostuvo. 

Un tema de identidad

Cada vez son más las personas que comienzan el proceso de autodescubrirse indígenas y deciden integrar comunidades o consolidar nuevas. Así, la esfera de esas poblaciones ha ido creciendo en los últimos años. “Hay gente que se va despertando y se va vinculando”, comenta Javier Delgado.

La historia de la herencia indígena es una historia fuertemente ligada al camuflaje de la identidad mestiza. Es así que, tras el genocidio los supervivientes -mayoritariamente mujeres secuestradas por colonos- aprendieron a vivir en silencio para poder sobrevivir y resguardar la descendencia. “Tenemos tatarabuelas y bisabuelas que no hablaban de su origen charrúa y que mantuvieron la cultura sin explicarla para preservar el camino de sus hijos y nietos”, explicó Vidal. Por eso, cuenta que muchas veces “hay que pedirle a nuestros mayores que nos develen nuestro origen”.

Sin embargo, existen ciertos criterios fenotípicos que pueden ser señales de esta descendencia como la mancha mongólica, el diente en pala y una forma determinante de la etnia asiática-amerindia de la huella dactilar. Otros rasgos físicos que también suelen encontrarse -pero que no son excluyentes debido a la gran mezcla étnica- son el pelo negro, los ojos rasgados y los pómulos pronunciados. 

Figueiro señala que el 34% de la población que tiene ancestría indígena tendría un bisabuelo o una bisabuela de ese origen en su familia y agrega que “cuanto más tiempo lleva tu ascendencia en el país, más probable es que haya algún indígena en tu familia”. No obstante, para el antropólogo el dato genético no es decisivo porque “la gente puede querer identificarse con él o no”.

Las comunidades indígenas se alinean con esta postura y subrayan que, si bien la determinación genética es fundamental, lo más importante al autoidentificarse es tener un sentimiento de pertenencia frente a la cultura. Así lo explica Martín Delgado: “No es solo saber que hay un antepasado en la familia, autorreconocerse indígena implica una espiritualidad y un universo simbólico vinculado a la naturaleza, las prácticas culturales y las costumbres”.

“Desde un aspecto más íntimo y sensible, ser indígena significa aceptar la discriminación vivida y el olvido social reflejado en lo que nos trasmiten en la educación formal como discurso que fundamenta un ‘país sin indios’”, concluyó Vidal.

Sol Hernández

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