Aguada, una de las instituciones deportivas más populares uruguayas se juega en la rama femenina este sábado 10 de junio la posibilidad de ganar algo histórico para Uruguay. La Liga Sudamericana es un anhelo de todo el pueblo rojiverde, que cada vez se entusiasma más con lo que transmite este equipo femenino.

Este año, la directiva aumentó la apuesta: en 2022 había ido fuerte por la Liga Femenina, pero no la consiguió, por lo que en 2023 se reforzó más y trajo extranjeras de alta jerarquía para dar pelea también en el plano internacional.

Dirigidas por Nicolás Altalef y con un gran staff de profesionales, el equipo de la avenida San Martín irá a Santiago del Estero en búsqueda del gran sueño continental, para disputar primero las semifinales contra Búcaros de Bucaramanga, y por el otro lado estarán los locales Quimsa e Indeportes de Antioquia, quienes serían potenciales rivales el domingo, en caso de de ganar las semis.   

Previo al torneo, Sala de Redacción entrevistó a Florencia Fernández, la capitana del equipo aguatero desde 2022, cuando se incorporó a ese plantel. La alera, de 25 años de edad, se inició como jugadora en Malvín. Su caso refleja lo que hacen muchas jugadoras porque, además de perseguir sus sueños y su pasión por el deporte, estudia y trabaja en otro rubro. En su caso, estudia fisioterapia y combina su trabajo como jugadora de básquet con su empleo de administrativa y se encarga de llevar a chicos a Estados Unidos a hacer deportes en la academia Player Pro Global, que consigue becas para jóvenes de Uruguay y otros países de Latinoamérica. En eso aporta su propia experiencia, porque cuando tenía 19 años se fue sola a universidades de Estados Unidos.

Fernández está muy conforme con las oportunidades que le dio Aguada. Además de ser capitana, su rol ha ido cambiando: en 2022 tuvo mucho protagonismo en el equipo, y este año, al alargarse el plantel con más jugadoras de calidad, su rol pasa por el lado del liderazgo y de ingresar a cancha cuando las cosas vienen difíciles.

—¿Cómo fueron tus inicios en el básquetbol?

—Mi abuelo fue entrenador de básquet, nací y ya estaba el básquet en mi familia. Empecé a los siete años en el Club Malvín, aunque anteriormente había jugado al fútbol, ya que en mi escuela no teníamos cancha de básquet y por eso, debido a mi pasión por practicar deportes, jugaba al fútbol, pero nunca competí a alto nivel. En realidad, había empezado a los cuatro a jugar básquet, iba a la placita en la rambla con mi abuelo a tirar al aro; ese es mi primer recuerdo con una pelota de básquet.

—Luego tuviste experiencias en universidades de Estados Unidos. ¿Qué te dejaron? ¿Cómo llevás la academia que has formado para que muchos chicos puedan jugar y practicar allá?

—Me fui sola, fue todo nuevo. Un martes me fui yo, al otro día se fue mi hermana. Fue un deseo que vi que se podía hacer realidad, pero no era común acá en Uruguay. En ese momento solo dos jugadoras se habían ido; acá no se sabía nada de ese tema, ni por dónde arrancar. Lo hice todo por mi cuenta y, por suerte, aparte de las experiencias, hoy en día laburo de eso, juntando las experiencias que he tenido allá. Trabajo en Play Pro Global, soy la encargada del área de básquet, entre otros deportes.

—¿En qué consiste, concretamente?

—Llevo chicos a estudiar y hacer deporte a Estados Unidos mediante becas universitarias. Aparte, también hacemos los campus de capacitaciones y mejora de técnica para jóvenes con Matías Gallo [clínico de básquet uruguayo] con quien trabajamos en conjunto en estos planes. Haberme metido en ese mundo me abrió muchas puertas. Fue una experiencia que disfruté un montón, pero también la sufrí, porque extrañaba mucho a mi familia. Hoy que lo veo con otra cabeza y otra edad, no me arrepiento de nada, fue hermoso todo lo vivido, la cultura y cómo me cambió la cabeza en lo deportivo, en Estados Unidos tienen otra visión.

Aguada

—¿Cómo llegaste a Aguada y cómo dimensionás haber llegado a un club tan popular en el básquetbol uruguayo?

—Me costó un montón la decisión de irme de Malvín, era mi casa, pero fue premeditado. Lo hablé con mi familia, gente del club y hasta mi DT allá [Juan Pablo Serdio]. Aparte Aguada no era un fuerte aspirante al título, como terminó siendo la temporada pasada. Nicolás [Altalef] el DT, recién volvía de Chile. No esperábamos lo que terminó siendo, pero en la primera llamada con Nico, yo le dije que quería ganar. Yo soy muy competitiva, ni sabíamos quién iba a venir. Nos fuimos construyendo durante el torneo y empezamos a armar ese equipo que fue ganando lugar en la liga. Empezamos a ganar, tuvimos un año increíble. No le pasa a todos los equipos y en eso tiene mucho que ver el DT, al cual estoy super agradecida, porque nunca había tenido las oportunidades que tengo acá. Nunca se habían fijado en mí de esa manera, por eso, tanto al club como a él, le estoy eternamente agradecida, siento que pude desarrollarme más como profesional.

Durante el primer año [2022], fue tremendo el trabajo y el esfuerzo que hicimos y pudimos llegar a pelear por el título. Después Malvín nos ganó en una quinta final, cosas del deporte. Todo el año me iba a dormir pensando en las finales y hasta me costaba a veces. Cuando perdimos, de todas formas, me fui a dormir tranquila, con la plenitud de haber dejado todo y sin ningún tipo de reproche. De esa forma lo sintió el equipo, pese al típico dolor de haber perdido. Fue de las primeras veces que no me quedé super caliente: fue super valioso el año y el crecimiento de todas. El hecho de ver a la gente, a la hinchada, alentar en básquet femenino, fue una locura. Nunca me había pasado de jugar con un estadio así de lleno, y la verdad es que está bueno que esto crezca cada vez más.

El hecho de ver a la gente, a la hinchada, alentar en básquet femenino, fue una locura. Nunca me había pasado de jugar con un estadio así de lleno, y la verdad es que está bueno que esto crezca cada vez más.

—Ya en el primer año, fuiste designada como capitana. ¿Cómo te sentís en ese rol y como líder del equipo?

—El hecho de ser capitana nunca me había pasado, y serlo tras llegar a un club nuevo con la dimensión de Aguada, es una locura. Apenas llegué, pasaron algunas cosas que no estuvieron buenas y yo en algunas asumí el mando y tomé la palabra, liderando al grupo de cierta manera. Allí, Nicolás vio en mí ese potencial de liderar, en parte debido a mi temperamento. Cuando me vino a decir [el técnico] para ser capitana, le dije que no tenía ningún problema y que me sentía súper capacitada, pero que lo quería hacer con el respaldo de algunas compañeras y por ello lo hacemos en conjunto con Camila Dos Santos, y ahí estuvimos nosotras dos, pero todas somos un poco líderes.

—El plantel cuenta con muchísimo talento. ¿Qué tratas de aportar con tus ingresos, que en muchos casos lo hacés como revulsivo? 

—Entrar de esa forma es un rol en el que me siento cómoda, es un arma de doble filo. A veces puede salir bien, otras te puede salir mal. Es el rol que me toca y el que Nico [Altalef] entiende que es el mejor para el equipo. Es el juego que tenía en Malvín. Las chiquilinas allá en Malvín se reían porque hubo un año que promediaba más puntos que minutos [risas]. Un poco tengo ese temperamento y esa personalidad. No te lo voy a negar, me gusta.

—El año pasado se quedaron con la “espina’’ de no salir campeón. Este año el club redobló la apuesta trayendo a más jugadoras de nivel, ¿cómo lo toman?

—El club apostó a ir por todo y por eso trajo los refuerzos; el objetivo es claro, es campeonar y, como te decía, a mí me gusta tener esa presión. Sin dudas que es muy bueno que se hayan sumado jugadoras de nivel. Somos un equipo bastante nuevo y no le ganamos a nadie. Por más que traigas a los mejores jugadores del mundo, tenés que ensamblar a todas y jugar. A veces, tener tantas figuras no sale bien, pero nuestra realidad es que hay cero problema de egos, cada una sabe para lo que está y, en base a eso, trabaja para que el equipo gane. Es lógico que los minutos de todas van a cambiar, no es lo mismo que el año pasado y cada una se tiene que adaptar. Mi rol quizá no es dentro de la cancha, sino que más bien de otro lugar. Obviamente me encanta jugar y cada vez que entre daré lo mejor, pero también hay que adaptarse a que hay otras que pueden hacerlo mejor que una, y si es por el bien del equipo, bienvenido sea.

A veces, tener tantas figuras no sale bien, pero nuestra realidad es que hay cero problema de egos, cada una sabe para lo que está y, en base a eso, trabaja para que el equipo gane.

Liga Sudamericana

—¿Qué expectativas tienen de cara a la Liga Sudamericana? Me imagino que mucha ilusión, ¿no?

—Hay una ilusión muy grande, hay mucho trabajo por parte del club, la directiva, del cuerpo técnico, de nosotras. Sabemos que no está nada fácil, el primer equipo que nos enfrentamos es bravísimo, tienen una jugadora que es gigante, [tiene una altura] que acá no existe, otra que salió campeona de todo lo que te puedas imaginar, WNBA, Euroliga, etcétera. Pero es básquet y a veces se puede sorprender, con un buen plan de juego y tengo mucha fe en nuestro cuerpo técnico para la elaboración y que invente algo para que ganemos o peleemos de igual a igual el juego [risas].

—Hace un tiempo corrió el rumor de que el final four de la Sudamericana podía ser acá en Uruguay, lo que finalmente no se concretó. ¿Tenían expectativas con respecto a jugar con su gente a cancha llena?

—Es una lástima, la verdad, hubiese sido divino jugar acá. La hinchada de Aguada te da un plus, porque es muy pasional, es como jugar con uno más. Fue una lástima pero es tema de otras manos, otras mentes que manejan eso y toman esas decisiones que obviamente no son nuestras. La hinchada que tenemos nosotras, no la tiene ninguno de los otros clubes. En la cancha de Aguada era difícil porque FIBA [la Federación Internacional de Baloncesto, que rige el básquetbol mundial] tiene determinadas reglas que no cumplimos. Pero bueno, ahora tocará viajar nuevamente a Santiago del Estero, que nos recibieron muy bien en la ventana pasada.

—El club se ha movido muy fuerte para esa instancia definitoria y cerró con una jugadora codiciada y drafteada en WNBA como Florencia Chagas, sacudiendo el mercado, por así decirlo. ¿Cómo lo viven ustedes y aguardan su llegada al club?

—Fue todo un ida y vuelta, estaba casi cerrada para jugar por Quimsa en esta instancia definitiva que se viene y en Santiago del Estero lo daban de esa forma. Pero yo había escuchado otra cosa, desde el club estaban en otras tratativas y negociando medio que “de callado’’, después terminó pasando lo que todos sabemos: va a jugar con Aguada. Yo no la conozco a Flor  [Chagas], conozco a Luchi [Luciana, la hermana y actual jugadora de Yale], a la familia. La esperamos con los brazos abiertos. Es divino ya el hecho de que pueda entrenar acá con el plantel y sobre todo que la vean las jugadoras de formativas para que la conozcan, es una gran jugadora. Más allá de la competencia, va a ser una experiencia enriquecedora para el club. 

Sumado a que tenemos un buen plantel, con extranjeras más acopladas. Es todo una ilusión. Macarena [Durso] fue nuestra mejor jugadora en la primera fase. Yo no la conocía, pero mi hermana sí [Carolina, jugadora de Malvín] y me decía que era tremendo lo que juega, y la realidad es que cuando vino a las prácticas, ya se veía que era otro básquetbol. Además, es muy buena gente, que eso siempre es importante. La verdad que estoy muy contenta de que vuelva a estar con nosotras.También las otras que llegaron, Juli [Armesto], Stefani [Madden] y Gene [Rivera], que a ella le toca irse también. Son grandes jugadoras, pero también muy buenas personas. Se armó tremenda química, fue hermoso lo que se generó como grupo humano y entre nosotras.

—En lo que refiere al cruce con Búcaros, ¿qué fortalezas le ven a ese equipo y cómo creen que podrán neutralizarlo para llegar a la final?

—Más allá de los emparejamientos que se van a dar y de que nosotras tenemos jugadoras de gran nivel, físicamente capaz que ellas tienen un poco de ventajas, y quizá también nos superan en experiencia. Nuestra principal fortaleza deberá ser seguir al pie de la letra el plan de juego; hacéndolo, podemos llegar a tener una linda chance. Después, bueno, es básquet, esperemos estar en una buena noche, porque hay que meter la pelota dentro del aro; creo que tenemos jugadoras para ello, pero lo principal será cómo anularlas y en eso confío.

Básquet femenino y sueños

—¿Qué reflexión te merece la evolución del básquetbol femenino uruguayo y cómo ha tendido a profesionalizarse?

—Somos varias de varios equipos que ya hemos firmado contrato hace unos años. Es una alegría cómo viene creciendo el básquet femenino en general. Hoy en día, equipos como Malvín y Defensor Sporting tienen a todo su plantel pago; sacando a las sub 19 todas cobran un sueldo, aunque es entre comillas y no es real, porque ninguna vive de esto salvo algunas extranjeras. No hay comparación con el masculino claramente, pero esto viene creciendo a pasos agigantados. Capaz no lo viva yo ni mi generación, pero generaciones un poco más chicas podrán vivir de forma más digna y que cada vez sea más real la profesionalización, que realmente se tome como un trabajo, porque nosotras le dedicamos mucho. Es igual que lo que tienen los varones, sumado a que muchas de nosotras estudiamos y trabajamos, entre ocho o nueve horas por día e igual tenemos que ir a entrenar pero esto de los contratos es una realidad y ojalá siga para más.

Capaz no lo viva yo ni mi generación, pero generaciones un poco más chicas podrán vivir de forma más digna y que cada vez sea más real la profesionalización, que realmente se tome como un trabajo, porque nosotras le dedicamos mucho.

—Para cerrar, ¿tenés algún sueño, sea en tu carrera o para el básquetbol femenino?

—Me encantaría que el básquetbol femenino vaya tomando otra dimensión, que a nivel de formativas siga creciendo y que cada vez más niñas puedan y quieran jugar, que los padres las acompañen a las canchas, que las lleven y ni que hablar que se necesita del apoyo de los clubes. Aguada ha crecido un montón del año pasado a este y en ese sentido, fue impresionante. Me encantaría que eso tienda a más, porque aparte de ser un deporte divino, te da cosas, como las amistades, la cultura, el compañerismo. Es algo hermoso y ojalá todos y todas podamos tener un poquito de eso en nuestras vidas. Es un gran sueño. Ha crecido un montón desde que soy niña hasta ahora, pero aún faltan pasos por dar. Siempre son los mismos clubes, hay que seguir creciendo desde otros lugares y para eso nos necesitamos a todas.

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