Los científicos uruguayos estudian los efectos médicos que la covid-19 deja en la sociedad y especialmente en quienes contrajeron el virus. Así lo informó el doctor Henry Cohen, uno de los coordinadores del Grupo Asesor Científico Honorario (GACH), en la Comisión Especial del Senado que estudia la situación de emergencia generada por el virus. En la sesión de la comisión realizada el 20 de abril, Cohen habló de los “efectos post covid”, que derivan de la producción de lesiones que se instalan en distintos órganos y desarrollan enfermedades de curso crónico con impacto funcional, que están bajo estudio científico. También se refirió a los “efectos no covid”, es decir, las consecuencias generadas por las restricciones para acceder a los servicios asistenciales en el tratamiento de otras enfermedades. 

De acuerdo a lo que explicó Cohen, dentro del efecto post covid están las lesiones provocadas por la misma enfermedad. Según el doctor, estas “constituyen un síndrome –o sea, un conjunto de síntomas y signos– que agrupa, por ejemplo, dolores de cabeza tipo migraña, fatiga, falta de fuerza, depresión psíquica, síntomas sensoriales e insomnio”. El integrante del GACH agregó que “es un cuadro que se observa fundamentalmente en quienes tuvieron covid-19 con síntomas y también se puede ver luego de otras enfermedades infecciosas. Quizás el más conocido es la neumonitis crónica post covid”. Y agregó: “También hay déficit funcional definitivo a nivel pulmonar, probablemente tenga relación muy específica con el propio virus SARS-CoV-2”, detalló. Asimismo, en ese grupo también se puede incluir “la fibrosis pulmonar que se vincula a alteraciones trombóticas” y hay otros síntomas neurológicos y lesiones en la etapa aguda que surgen de “estudios de autopsias que así lo demuestran”, según dijo.

Por su parte, entre los “efectos no covid” ubicó “al rango de complicaciones vinculadas a la disminución de la consulta médica”. A ello agregó que en Uruguay “hay entre 45.000 y 50.000 pacientes con indicación quirúrgica que han sido postergados” y también están evaluando el impacto sobre la salud mental, sobre todo en pacientes que son ancianos institucionalizados. 

Recomendaciones de la Cátedra de Neumología 

La doctora Mónica Kierszenbaum, profesora agregada de la Cátedra de Neumología de la Facultad de Medicina de la Universidad de la República y la doctora Jimena Núñez, presidenta de la Sociedad Uruguaya de Neumología, explicaron a Sala de Redacción que, si bien el estudio y conocimiento de los efectos de la enfermedad en fase aguda ha crecido en forma exponencial en el último año, no ha ocurrido lo mismo con el conocimiento de la trayectoria evolutiva de la enfermedad luego de superada dicha fase. Para las doctoras, es importante identificar a los pacientes que padecen manifestaciones a largo plazo porque estas pueden “afectar su calidad de vida, impedir el retorno a las actividades de su vida diaria y, en algunos casos, condicionar el daño orgánico irreversible”.

Consultadas sobre los efectos producidos por la covid-19, las especialistas manifestaron que “estas afectaciones pueden ser leves, moderadas o severas y afectar el pulmón u otros órganos como el corazón, riñones, hígado, cerebro y músculos”. Agregaron que también “debemos considerar aquellos daños producidos por internaciones prolongadas, como la inmovilidad y la necesidad de cuidados intensivos de alta complejidad, que inciden en una recuperación más lenta y con secuelas potenciales”.

Las neumólogas indicaron que, según los estudios realizados, los efectos posteriores más habituales son la fatiga y la disnea, en ese orden”. Para aclarar mejor las palabras del doctor Cohen con respecto al déficit funcional definitivo, las doctoras explicaron que “el desarrollo de fibrosis pulmonar es el sustrato estructural que resulta de una cicatrización anormal como respuesta a la agresión del pulmón por el virus, lo que hace que no se produzca un intercambio gaseoso adecuado. El paciente requiere tratamiento con oxígeno suplementario para poder realizar las actividades de la vida diaria, en algunos casos la limitación es tan severa que lleva al fracaso total de su función respiratoria y a la muerte”.

En cuanto a las recomendaciones que realiza la cátedra, señalaron que existe “un grupo menor de pacientes que desarrolla complicaciones pulmonares post covid-19, que pueden ser intersticiales, vasculares, miopáticas o bronquiales, lo que plantea un nuevo reto a los neumólogos”. En este sentido, plantearon que “el desafío es la necesidad de identificar a tiempo este subgrupo de pacientes, enrolarlos en un seguimiento clínico, funcional e imagenológico individualizado, que nos permita ofrecerles las mejores opciones diagnósticas y terapéuticas de modo de minimizar el daño a corto, mediano y largo plazo”. Dado el impacto potencial que estas secuelas respiratorias tienen en la calidad de vida de los pacientes, al retornar a sus actividades habituales en algunos casos se pueden generar “daños orgánicos irreversibles”, explicaron.

Por esa razón, la Cátedra de  Neumología se ha propuesto identificar a los pacientes que requieren seguimiento para prevenir y tratar las secuelas pulmonares a mediano y largo plazo de la neumonía por la covid-19; además, apunta a ordenar el seguimiento clínico y paraclínico, de modo de optimizar los recursos sanitarios individualizando la conducta diagnóstica y terapéutica; también busca detectar y prevenir las complicaciones graves a largo plazo como la fibrosis pulmonar, la hipertensión pulmonar tromboembólica y la miopatía; y abordar la recuperación física a través de pautas de ejercicio y/o rehabilitación respiratoria.

En conclusión, recomiendan el seguimiento por neumólogo de los pacientes que hayan requerido internación por el virus y que tengan más posibilidades de presentar una afectación respiratoria persistente derivada de una neumonía leve o grave o de la persistencia de síntomas respiratorios más allá de cuatro semanas del inicio de los síntomas. 

“La genética carga el arma, pero tu estilo de vida aprieta el gatillo

Para abordar otras consecuencias de la pandemia en la vida de las personas, la Comisión Especial del Senado recibió también a la antropóloga Virginia Rial y a los psicólogos Roberto Balaguer y Alejandro de Barbieri. En ese sentido, de Barbieri habló del trabajo en conjunto de antropólogos y psicólogos y recordó una frase que dice: “La genética carga el arma, pero tu estilo de vida aprieta el gatillo”, y la explicó: “La genética nos condiciona, pero no nos determina. La genética es la base que todos heredamos –y tiene que ver con las enfermedades biológicas, como una diabetes o una depresión en la familia–, pero a la hora de apretar el gatillo y que esa carga genética se active influye mucho el ambiente, lo que se llama ambioma. Como uruguayos, esto nos da una oportunidad para ser resilientes en esta pandemia y trabajar la resiliencia colectiva, de ver cómo hacer para que el estrés, los duelos y las ansiedades que muchos están viviendo no se conviertan en una depresión, ya que pueden afectar la salud mental en el futuro. Por lo tanto, trabajar en el ambioma, en lo que podemos hacer como sociedad es fundamental”, enfatizó. 

El profesional explicó que los efectos que produce la pandemia tienen cuatro dimensiones: psicológica, biológica, social y existencial. “Nuestro psiquismo y nuestra biología se prepararon para el choque en 2020 y todos estábamos tolerando el impacto”, indicó, “pero al cronificarse en el tiempo, se generan trastornos mentales, depresión, estrés y ansiedad. Entonces, nuestro organismo se ve amenazado e intenta protegerse, lo que puede generar burnout, depresión, ansiedad y estrés”. De Barbieri detalló que hay señales que permiten notarlo: cansancio, fatiga, dificultad para dormir, exceso de consumo de alcohol o de otras drogas. Los psicólogos también observan falta de concentración, de atención y motivación o desgano, contó. Además, manifestó que “todo esto impacta y debilita al sistema inmune. La vacuna nos ayuda a la inmunidad biológica, pero vamos a precisar seguir dando dosis de salud mental, de salud emocional”.

Por su parte, Balaguer explicó que como sociedad “necesitamos esa sensación colectiva de eficacia, de capacidad de lograrlo, de esperanza, y eso se transmite desde las estructuras de liderazgo”, y consideró que “el sistema político es un actor clave en la salud mental a futuro”. Al respecto, habló de la necesidad de fomentar la unión de la clase política y evitar los antagonismos o divisiones, ya que “la partidización o el tribalismo generan muertes y, seguramente, más adelante pobreza, más enfermedades y más muertes”. “La politización entendida como tribalismo identitario y animosidad” hacia otros individuos “es un predictor de destrucción”, valoró. 

El psicólogo mencionó una imagen que circuló en redes sociales en la que se ve a “un tren del virus a toda velocidad que está a punto de colisionar con una ambulancia que lleva la vacunación”. “Resulta una clarísima metáfora de la situación en la que estamos hoy en Uruguay: aumento exponencial y récord mundial de casos, versus un excelente índice de vacunación. Pero esa imagen no nos muestra a los protagonistas, que están al mando de esos vehículos”, analizó. Balaguer agregó que “en el tren van unos y en el camión van otros”, lo que representa el tribalismo. Para el profesional, la existencia de “un clima de lucha política” no favorece “la resiliencia, las buenas prácticas comunitarias ni da esperanza con vistas al futuro”, sino que “exacerba las conductas de choque y riesgo”. “Si los que conducen [en referencia a los políticos] no encuentran soluciones, iremos al choque inevitablemente”, concluyó.  

“Hoy en Uruguay no sabemos si somos el mejor o el peor alumno de la clase. No sabemos cómo evaluarnos, porque unos dicen ‘sote’ y los otros ‘reprobado’. Unos van en la ambulancia, los otros en el tren. Pero en el medio de este fuego cruzado de gráficas estamos los ciudadanos que sufrimos. Miramos hacia un lado y otro, tomamos partido y quedamos divididos y, por tanto, diezmados en nuestra capacidad de interdependencia, de acción y unión, entrando peligrosamente en un ‘sálvese quien pueda’ o en una proyección de culpas constante. La falta de unión más el miedo, dice la ciencia comportamental, conduce a conductas erráticas y hasta por momentos contraproducentes para el colectivo. Se necesita un mapa de ruta para todos, y ese mapa no es un ‘suma cero’ para el sistema político, sino que es un ‘ganar-ganar’. La ciencia política también dice que la gente prefiere a los líderes que son capaces de mostrar que estamos todos en esto”, planteó Balaguer. 

Una experiencia personal

José Enrique Sienra tiene 69 años y no presentaba patologías previas cuando fue diagnosticado con covid-19, luego de tener contacto con un familiar que dio positivo. En diálogo con Sala de Redacción, Sienra explicó que sus primeros síntomas fueron los más conocidos: dolor de cabeza, fiebre alta y un intenso malestar general en todo su cuerpo. Pocos días después de ser diagnosticado con la enfermedad se incrementó su deterioro físico, por lo que fue internado en la mutualista Casa de Galicia, en un piso especial denominado “área covid”. 

Posteriormente, ingresó al Centro de Tratamiento Intensivo (CTI) por siete días y allí se le aplicó una máscara especial para insuflación de oxígeno a alta presión. “Nunca en mi vida me suministraron tantos antibióticos, dexametasona, anticoagulantes, vitaminas, inhibidores de acidez estomacal, inhaladores bronquiales para aumentar la capacidad de oxígeno y poder llegar a los niveles óptimos”, contó Sienra. Para él, fueron días “interminables, dado que en esos momentos la mente de uno viaja a mil kilómetros por hora; pasan por ella infinidad de situaciones y pensamientos que en momentos normales no”.

Emocionado, Sienra reflexionó: “Dentro del CTI viví experiencias que nunca pensé sentir. Los enfermeros que venían vestidos con trajes especiales, que parecen los de la NASA, los medicamentos que me suministraban, hicieron que mi mente cambiara”. “Emocionalmente esta enfermedad te cambia la cabeza a tal punto de llegar hasta la tristeza total. Te magnífica los sentimientos, por momentos también sufrí pánico a la muerte”, rememoró.

Al analizar los efectos posteriores a la enfermedad, relató que cuatro días después de recibir el alta médica comenzó a tener dificultad al caminar con la pierna izquierda. “Noté que no podía mover los dedos del pie izquierdo y también un dolor muy agudo en la fascia lata [un tensor en la rodilla] y cuádriceps. Esto fue empeorando y el caminar se me hacía dificultoso, ya que el pie izquierdo no daba el paso normal, tenía un paso similar al que tienen los pacientes con ACV”, contó. 

Actualmente, Sienra sigue en tratamiento para revertir estas secuelas provocadas por la covid-19. Hace aproximadamente un mes comenzó con inapetencia y náuseas, que continúan hasta el día de hoy, por lo que debe consultar con un gastroenterólogo. Sin embargo, paulatinamente recuperó el gusto y el olfato, cuya pérdida es síntoma de la enfermedad, aunque no totalmente.

Para Sienra, “nadie hoy tiene cabal conciencia de las secuelas que el virus deja, ya que no existen suficientes casos para tener una bibliografía de cada una de las enfermedades colaterales que deja”. “Esta enfermedad me ha cambiado totalmente la forma de ver la vida, la familia, los valores, la importancia de las cosas. Existe un antes y un después del coronavirus en mi vida. Tan es así que al llegar a mi hogar luego de la internación, disfruté de ver mi jardín como antes no lo hacía. Aprecié el vuelo de un colibrí de tal manera que antes no lo hubiese disfrutado tanto. En resumen, debo agregar que la enfermedad cambió totalmente mis prioridades”. 

Según Sienra, estas situaciones sirven para dar un giro de 180 grados en la vida. “Nadie nos vende un mes, un día, una hora. Hoy todo puede esperar, valoro como nunca el tiempo, que es nuestro mayor tesoro después de nuestra familia y nuestra salud”, finalizó.

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