—¿Te cuento algo? Renuncié a mi trabajo hace una semana. Hace tiempo que estaba pensando en dejarlo. Dije: “Listo, esto no es lo mío” —confiesa Lorena en una nebulosa de incienso, sahumerios, jabones artesanales y perfumes femeninos de mediana edad.

Se define como terapeuta holística. Hace registros akáshicos, reiki, tarot, oráculo, numerología y masajes. No nació con el don, más bien lo estudió, aunque sospecha que ya lo tenía latente. Lorena entiende que la feria Montevideo Místico fue lo que la sacó al mundo, y que este tipo de espacios ayudan a que sus colegas den a conocer su trabajo.

—Yo siempre le digo a todo el mundo que los terapeutas surgimos de un dolor muy profundo. Yo empecé a buscar ayuda para mí cuando perdí a mi abuelo, que era como mi sostén. Ahí vi que lo que a mí me servía, yo también lo podía hacer para ayudar a otras personas. Es un viaje de ida. 

Tanto Lorena como Karina  —su vecina de stand de Montevideo Místico, que se dedica a la lectura de runas— coinciden en que terminan agotadas al cierre del evento. Tuvieron que aprender a empatizar con el cliente, dar la información y luego retirarse sin “quedar enganchadas” con el dolor de las personas o los problemas kármicos heredados de sus antepasados. 

—Particularmente hoy me pasó con un señor que me dijo que había perdido a dos hijos. La gente busca una terapia alternativa porque están buscando una respuesta, una solución, otro camino para andar —explica Lorena.

—Acá la gente viene a veces muy desesperada —continúa Karina, mientras guarda unas piedras con símbolos nórdicos—. La parte espiritual del ser humano tuvo una evolución muy grande en los últimos diez años, y hoy las personas buscan respuestas que pueden estar muy relacionadas a lo emocional o lo espiritual. A veces se las podemos dar, pero sobre todo marcando que tienen que acudir primero a lo que corresponde, los médicos y la salud. Sí ayudamos a que a nivel emocional puedan estar más estables.

¿Es religión?

La feria Montevideo Místico tuvo sus inicios en el 2013, y año a año recibe el crecimiento exponencial de interesados en las mancias. Antes se hacía dos veces al año, ahora se hace casi todos los meses. La cantidad de stands depende de la locación. Cuando se hace en el Latu son unos 200; en el hotel Dazzler de Punta Carretas son más de 80. Cuenta con el apoyo de la Intendencia de Montevideo en el marco del programa Mypes, para promover el trabajo de los emprendedores. Santiago Pintos, fundador y organizador del evento, dice a Sala de Redacción que el aumento de público se dio principalmente a raíz de la emergencia sanitaria por Covid–19, y que los emprendimientos son terapias complementarias que no pretenden estar por encima de los métodos científicos. 

Había una necesidad de conocer más, de entrar en un mundo más holístico, de encontrar respuestas a determinadas situaciones o de buscar alternativas para diferentes conflictos. Quizás por la situación que se estaba viviendo. Eso generó un crecimiento exponencial tanto a nivel del público que lo visita como de los propios expositores, que buscaban un espacio donde poder exhibir todo lo que generan observa el organizador. 

Pero, ¿qué situación “se estaba viviendo” durante la pandemia? En conversación con Sala de Redacción, el antropólogo y docente Nicolás Guigou plantea que durante la emergencia sanitaria el ser humano “tuvo que enfrentarse a sí mismo”. Según entiende, no se trató solamente de situaciones de desesperación, sino también de “necesidades simbólicas de los humanos que estas sociedades no satisfacen”. En un momento en el que el hombre no sabía si sobreviviría a la pandemia, se dio “una crisis de los marcos clínicos clásicos terapéuticos”, tierra fértil para un boom del esoterismo.

—Vos como ser humano venís con un aparato psíquico, biológico, anterior a tu sociedad, pero experimentás percepciones o situaciones para las que tu sociedad no te da un marco conceptual explicativo. Entonces ahí vienen todas estas otras corrientes que ahora afloran por la crisis de la racionalidad. Es una época ambivalente. Toda esta búsqueda de sentido a través de la magia, de los hechizos y rituales, tiene que ver con eso —expone el antropólogo.

En particular, Guigou se refiere a la sociedad uruguaya como “desencantada” por su nivel de secularización, un tema que enmarca en sus estudios de la “antropología batllista”. Uruguay se muestra como una excepción al resto de sociedades del mundo: “Ese es el bloque de racionalidad, los uruguayos piensan que son súper racionales pero estamos todos locos. 80 por ciento de la población con problemas psiquiátricos, una tasa altísima de suicidios. Es una sociedad patologizada”. Sin embargo, el antropólogo percibe que “nuestro modelo agnóstico ateo está cayendo” porque “está lleno” de uruguayos que no se identifican con ninguna religión pero ocasionalmente toman prácticas relacionadas con la espiritualidad.

—No es religión. Viene de una corriente de la parte energética, de energía de luz. Es algo de… No sé, como un Dios, un general —asegura Paola.

A pocos metros se puede ver a través de unas puertas entrecerradas un grupo de personas tendidas en el suelo con sus cabezas orientadas en círculo. Ella está parada en un stand con forma de carpa, mientras aguarda a que vuelva su compañero Jorge, quien trabaja con el péndulo, reiki, armonización de chakras a partir del sonido vibracional del cuenco tibetano, y mucho más.

El mercado

En un stand próximo a la plaza de comidas, Mariana, Hortencia y Lorelei invitan a hacer un experimento. En medio del pasillo, colocan una silla y sientan a un masajista con una túnica tradicional india, que hacía solo minutos estaba trabajando en otro stand lindante. Luego, proponen a dos visitantes de la feria que se sitúen lado a lado del masajista, entrelacen sus manos con los dedos índices extendidos y los coloquen debajo de las rodillas del conejillo de indias. Mariana y Hortencia hacen lo mismo pero por debajo de las axilas, mientras Lorelei registra el momento grabando con su celular. A la cuenta de tres, los cuatro voluntarios deben levantar al masajista. A duras penas lo logran. Luego, las tres dinamizadoras del experimento alientan a que todos se coloquen un collar al que llaman “accesorio”. Aseguran que funciona con “tecnología cuántica” y que posee una infinidad de propiedades que benefician la salud de quienes lo usen. Además, dicen contar con el aval de médicos de alto grado que “estudiaron medicina normal”, pero que optaron por la medicina alternativa complementaria. Repiten el experimento, y todos juntos logran elevar al masajista sin ningún problema.

—¡No sabés! Recién vino una señora, yo pensé que se iba a caer ahí. Le dije que por favor se sentara un rato. Le pusimos un accesorio en la espalda y otro en las piernas. Al rato estaba rosadita, divina. Me decía ¡yo no me quiero ir de acá! —relata Mariana.

—¡A las risas con nosotras! Le cambió la cara —confirma Hortencia, emocionada.

Gabriela Etcheverry es docente grado 4 de la Facultad de Psicología, diplomada en Psicología Social. Si bien no es cercana a los temas del esoterismo y las mancias, tiene algunas hipótesis en cuanto a la proliferación de estos emprendimientos, y las comparte con Sala de Redacción. Piensa que, por un lado, los procesos colectivos y comunitarios “vienen muy desfavorecidos”, y por otro, estamos en una etapa “del capitalismo más exacerbado”, que crea en las personas la necesidad de resolver rápidamente sus conflictos en pos de la productividad.  

 ¿Qué mejor para esta contemporaneidad que acceder a una solución que rápidamente aborde mi problema? Estos ofrecimientos de lo místico son un producto que apunta a satisfacer esa necesidad. Se acoplan a las lógicas del mercado que te empujan a resolver todo rápido. Apuntan contra la angustia que uno pueda tener respecto del futuro, contra la ansiedad que uno pueda tener por la incertidumbre en la que vivimos. Antes uno tramitaba sus preocupaciones de otra forma. Hoy en día, esos tiempos para la conversación con las vecinas o las amigas están muy disminuidos —analiza la docente. 

También sostiene que “hay un Estado cada vez más ausente” en cuanto a las políticas de atención en salud mental, que deja vacíos para las personas con menor poder adquisitivo, y que tampoco se ocupa de garantizar los espacios de encuentro entre la gente. Además, dice sentirse “desinstrumentada” frente a estas nuevas demandas de alternativas esotéricas, y tiene la leve sospecha de que muchos de sus colegas jóvenes, ante las dificultades que encuentran para insertarse en el mercado laboral, “optan por ir agarrando esos modos, para ser funcionales a lo que el mercado pide”.

Las mujeres y la magia

Mariela es mãe de santos. Ofrece tarot, buzios, videncias, santiguados y apertura de caminos. Como practicante de la religión umbanda, piensa que la feria Montevideo Místico sirve para invitar a la gente a desprenderse de ciertos miedos o tabúes en torno a las mancias.

—Tengo una mediumnidad que es natural, yo puedo ver y decir a través de tus ángeles el comunicado que te quieran decir. El tarot te da conocimiento sobre lo que puedas venir a caminar en este mundo o lo que se te va a presentar. Los buzios son más exactos. Hablan los orixás, o sea, hablan los santos, y si vos no hacés un movimiento astral o espiritual las cosas van a suceder, aunque no te gusten. Yo lo utilizo mucho más para el tema de sanación, cuando hay personas con adicciones, a ver el porqué de esa adicción, con qué entidad trabajar para sacar a la persona. Cada orixá representa una parte del cuerpo, y eso me ayuda a decirle a la persona qué hacer —explica la mãe.

—¿Porqué la aplastante mayoría de emprendedoras de la feria, así como quienes visitan los stands, son mujeres? ¿Por qué la “mediumnidad”, la conexión con “la energía de luz”, es un poder femenino?

Bueno, somos bastante más curiosas, más sensibles. También porque la percepción, por lo general, se transmite de mujer a mujer aventura Hortencia.

El linaje se da desde el útero puntualiza Lorelei. 

El antropólogo Nicolás Guigou ve un claro lazo entre la última ola feminista y la popularización del esoterismo occidental. En las redes sociales parece darse un fenómeno amplificador de estas prácticas entre mujeres, que invita a muchas a estudiar temas vinculados a lo esotérico a pesar de “no pertenecer a un linaje familiar brujeril”. El lema de “las brujas que nunca pudiste quemar” nunca fue tan literal. Guigou lo plantea como una manera diferente de hacer política, reivindicativa de una tradición y de un saber femenino perseguido. 

—Las brujas son investigadoras —asegura el antropólogo—. Creo que dentro de estas racionalidades extrañas que ha construido la cultura patriarcal, con su división social del trabajo y una construcción de género que predica que “son menos inteligentes” y que “creen en cuestiones inofensivas como las hadas”, a las mujeres se les permitió todo un proceso de experimentación que viene del conocimiento de hierbas, de la naturaleza, de los ciclos naturales, que asumieron de una manera mucho más vehemente que el hombre. Son guardianas de ciertos conocimientos ancestrales pre cristianos.

Además, el académico apunta que la relación entre esoterismo y masculinidad se da en espacios herméticos como la masonería, el “motor de la secularización”, donde “se defiende el modelo laico para afuera, pero para adentro se practica alta magia y rituales a partir de tradiciones occidentales clásicas”. Finalmente, Guigou advierte que “en este mundo de nebulosa mística esotérica hermética, hay mucha manipulación, porque hay mucha plata”, pero el debate de la libertad religiosa es “un tema complicado” y las religiones más tradicionales tampoco escapan de ese poder manipulador.

FacebookTwitter