En un país donde el fast fashion domina el mercado, la moda sostenible comienza a encontrar su lugar a través de iniciativas locales. Diseñadores emergentes y marcas pequeñas intentan redefinir el consumo responsable, a pesar de los desafíos económicos y culturales que enfrentan. Según un estudio reciente de la organización argentina Fundar nuestro país ocupa el tercer puesto entre los países latinoamericanos con la ropa más cara, por debajo de Argentina y Perú respectivamente. Uruguay tiene precios un 8,9% por encima de la media.

Pero, ¿qué es el fast fashion? Según la periodista, creadora de contenido y productora de moda, Renata Correa, estas dos palabras, que traducidas al español significan moda rápida, para el planeta significan destrucción. Dos caras de una moneda que efectos negativos a nivel social, económico y ambiental. Es un modelo de diseño, manufactura y mercadeo que se centra en la producción y distribución de altos volúmenes de prendas de vestir, usando “tendencias” y materiales de baja calidad para asegurar un bajo costo y hacerlas alcanzables a todo tipo de público.

El mercado fast fashion en Uruguay está presente hace más de 15 años. En los inicios Zara e Indian Emporium eran de las pocas firmas que trabajan según ese concepto y tenían actividad en el país, pero hoy en día hay más de siete marcas internacionales con más de 15 locales. Un informe publicado en enero de 2022 por Uruguay XXI (la agencia responsable de la promoción de exportaciones, inversiones e imagen del país), estipula que Indian Emporium mantiene el liderazgo en el rubro de vestimenta del sector Retail, (que engloba a las empresas especializadas en la comercialización masiva de productos o servicios uniformes a grandes cantidades de clientes), especializados en indumentaria y calzado con el 21% de las ventas totales. La empresa uruguaya sigue superando a las empresas internacionales que han ingresado al país en los últimos años como Renner, que se encuentra en el segundo lugar con el 5% y Zara con el 3%. En el primer trimestre de 2021 la rentabilidad de las empresas del sector vestimenta y calzado fue negativa, con el 78% de las empresas registrando una baja en la rentabilidad y el 23% con mejora en el período. Sin embargo, las expectativas de rentabilidad futura son positivas, con el 91% de las empresas proyectando mejoras para los próximos años.

Por otro lado, según otra publicación de la misma agencia, Uruguay es el país con mayores ventas de retail per cápita de América Latina, y según el Global Retail Development Index, el país se posicionó como el segundo mejor destino para el sector retail de los países en desarrollo, y como el primero de Latinoamérica. Esto no hace más que afirmar la preferencia por parte de los uruguayos de consumir prendas fast fashion de multinacionales a precios accesibles.

La información como prenda esencial

Renata Correa, colaboradora de la ONG de moda sostenible Universo Mola, perteneciente a la Fundación Entre Soles y Lunas, destaca la importancia de la información en el mundo de la moda. “Lo primero y principal para abordar temas de sostenibilidad es siempre estar informada”, dice a Sala de Redacción, enfatizando cómo el conocimiento impulsa su trabajo a nivel regional en toda Latinoamérica, pero investigando mucho sobre este dinámico mundo a escala global. Para Correa, la comunicación sobre moda sostenible debe ser clara, accesible y libre de los técnicismos que a menudo alejan a quienes no están familiarizados con el tema​.

En Uruguay, el impacto de las marcas de moda sostenible sigue siendo limitado. A pesar de que existen ejemplos como Rotunda, Manos del Uruguay o Mutma, “la mayoría de las marcas son pequeñas empresas, lideradas por jóvenes que no generan un impacto real en la economía”, explica Correa. Las dificultades para competir con el fast fashion se deben en gran parte a las diferencias en escala de producción: mientras que la moda rápida produce en masa, las marcas sostenibles optan por procesos más lentos y con mayor conciencia ambiental​, además de que lo hacen para sustentarse y no tanto para generar puestos de trabajo.

Belén Vaz, diseñadora, productora de moda, y directora creativa, también señala que el acceso a textiles y la producción en Uruguay son costosos, lo que dificulta la implementación de prácticas sostenibles. “Producir en Uruguay es caro, comprar en Uruguay es caro, hacer en Uruguay es caro”, comenta a SdR, apuntando a las barreras económicas como uno de los principales desafíos​.

Vaz también observa que, aunque las alternativas sostenibles están ganando terreno, su impacto en la economía uruguaya aún es muy reducido. Pero -remarca Correa- la sostenibilidad en la moda no se trata de competir con las grandes empresas, sino de promover un consumo consciente y responsable.

Tecnología y sostenibilidad,  ¿las aliadas de las futuras generaciones?

Si bien la tecnología puede parecer contradictoria con la sostenibilidad, ofrece soluciones innovadoras. La colaboradora de Universo Mola comenta que existen softwares que permiten medir y cortar la tela de manera precisa para evitar el desperdicio, así como plataformas de e-commerce que escanean el cuerpo de los consumidores para producir ropa a medida. “La tecnología nos acerca un paso más hacia un futuro más sostenible”, afirma.​ Sin embargo, Vaz se muestra cautelosa pues para ella, si bien la tecnología puede facilitar atajos, como la investigación de ciertos materiales textiles, al mismo tiempo puede ser “enemiga de la sostenibilidad” si se emplea en exceso en los procesos de producción creativos y de alteración de textiles. Aunque reconoce el valor de herramientas que optimizan recursos, sostiene que un uso desmedido puede incrementar el impacto negativo en el ambiente​.

Las nuevas generaciones son las que más están integrando prácticas sostenibles en su vida diaria. Según Correa, “el mercado está más abierto, dispuesto a aprender y repensar las formas de consumir”, a pesar de las dificultades que imponen los costos de Uruguay. Vaz también ha notado un cambio en las tendencias de consumo entre los jóvenes uruguayos, quienes cada vez más optan por alternativas como la moda vintage o la economía circular. Aunque es optimista, reconoce que estas tendencias pueden ser pasajeras y plantea interrogantes sobre su durabilidad. “Siento que es algo que estamos adoptando de otros países, pero no sé cuánto tiempo esta práctica se va a mantener”​, confiesa.

Otro de los grandes desafíos, tanto para diseñadores como para consumidores, es romper con el estigma de que lo sostenible es aburrido o costoso. “Es difícil romper ese preconcepto”, admite Correa, quien destaca la importancia de educar al consumidor para que comprenda el valor detrás de cada prenda. “No siempre es caro, sino que es justo”, subraya, aludiendo a la necesidad de cambiar la percepción del costo real de las prendas sostenibles​. Por su parte, Vaz señala que la accesibilidad sigue siendo una barrera significativa. Las marcas sostenibles a menudo tienen un público objetivo reducido, y poseen clientes de un perfil muy específico, algo que la directora creativa define como genial. No obstante, muchas veces ese público no puede comprar estas marcas y ayudar a que estas alternativas puedan autogestionarse. La cadena de sustentabilidad no termina de funcionar y hace que el cliente opte por la marca de fast fashion. A esto se suma el hecho de que muchas marcas todavía no comunican de manera efectiva sus propuestas de valor: “falta mucho storytelling, diferenciarse en qué te ofrece la prenda y qué hace a la marca sustentable”, afirma Vaz. La falta de calidad en algunas alternativas también afecta la confianza del consumidor​.

La moda sostenible en Uruguay avanza lentamente, pero con paso firme. Aunque aún no puede competir con el fast fashion en términos de escala, la creciente conciencia de los consumidores, junto con los esfuerzos de pequeños emprendedores y diseñadores, está pavimentando el camino hacia un consumo más responsable y consciente. Aún queda mucho por hacer para romper los estigmas y mejorar la accesibilidad, pero el cambio de mentalidad en las generaciones jóvenes augura un futuro prometedor.

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