Según la Coordinadora Popular y Solidaria de Ollas, la cantidad de gente que recurre a las ollas y merenderos ha aumentado. Hacia fines de abril, la Coordinadora detalló que se entregaban 185 mil porciones semanales, que son 30 mil porciones más que en diciembre. Con el invierno y las bajas temperaturas, estiman que el número siguió en aumento.

Finalizada la emergencia sanitaria, las ollas populares se mantuvieron en todo el país y brindan alimento a personas que, en la mayoría de los casos, dependen de esta iniciativa para no pasar hambre. Mientras tanto, el Ministerio de Desarrollo Social (Mides) ha anunciado que reforzará el apoyo a las ollas populares y merenderos. A través de la organización Uruguay Adelante, destinará 67,5 millones de pesos y el Instituto Nacional de Alimentación (INDA) brindará 295.000 kilos de alimentos secos en todos los departamentos del interior.

El ministro de Desarrollo Social, Martín Lema, ha negado en rueda de prensa el aumento de la demanda de las ollas. “Según información presentada por Uruguay Adelante, hablan de un descenso, tanto en la cantidad de iniciativas como en las porciones suministradas, que quiere decir que baja la demanda”, sostuvo. 

Además, el 10 de junio, el Mides firmó un convenio para tener datos de la situación alimentaria del país. El Instituto Nacional de Estadística (INE) realizará por primera vez una encuesta acerca de la seguridad alimentaria. Según el ministro Lema, esto “va a permitir tener un panorama de la situación alimentaria de nuestro país con mucha mayor profundidad”. 

Sin embargo, la diputada del Frente Amplio e integrante del Partido Comunista, Micaela Melgar, destacó a Sala de Redacción que “los números no son buenos” y se trata de una “emergencia alimentaria” que el gobierno debe asumir y buscar alternativas a partir de las necesidades. La diputada explicó que esto últimamente se ha visto reflejado en la educación, a través del hambre que sufren los alumnos y es denunciado por los docentes. 

Según Melgar, la organización Uruguay Adelante, que logró un acuerdo con el Mides en 2021 para asistir a las ollas y merenderos con gastos públicos, ha sido “desfavorable en la gestión de la comida”. A modo de ejemplo, recordó que la organización distribuye gallinas en lugar de pollos, y que no dispone de algunos ingredientes como la pulpa de tomate.  “La situación de las ollas es difícil de sustentar” porque “cada vez hay más gente”, agregó. 

Dentro de las ollas

La olla popular de la Plaza Juan Ramón Gómez, en Palermo, comenzó en marzo de 2020 tres veces por semana, pero actualmente se realiza únicamente los sábados. Antonio Ruchey, uno de los organizadores de la olla, declaró a Sala de Redacción que se necesitaba el triple de alimento, por lo que “era más complicado”. Ruchey aseguró que la mayoría de colaboradores son jóvenes y con ganas de ayudar, pero igualmente “es algo que a la larga cansa: toda la semana cocinar, estar acá, ir a buscar alimento”. 

La primera olla en la Plaza Juan Ramón Gómez fue el 29 de marzo de 2020 y hasta ahora van realizando más de 230 ollas. “Éramos cuatro amigos en seguro de paro, se había quedado todo quieto y decidimos ayudar de alguna manera y teníamos el espacio en mi casa, una olla grande también, y empezamos a pedir alimentos a los vecinos; así surgió, medio espontáneo”. 

Ruchey informó que se cocinan dos grandes ollas que equivalen a 160 porciones: “La gente que va es un poco menos, pero hay gente que pide dos o tres porciones”.  En este caso, reciben verduras de la Red de Alimentos Compartidos (Redalco) una vez por semana, a través de convenio con el Instituto Nacional de Alimentación (INDA) y la intendencia ayuda con insumos secos” cada cuatro semanas. Además, cuentan con las donaciones de vecinos, sindicatos e incluso colegios y liceos que se organizan para colaborar. 

Aunque las ollas reciben gran cantidad de personas durante todo el año, Ruchey aseguró que en el invierno “la gente se sensibiliza más, trata de ayudar con el tema del abrigo, ve la situación de la calle”. Durante el frío, las ollas se aseguran de que los platos sean más nutritivos: “El típico guiso con bastante verdura, carne si hay, legumbres, lentejas, le ponemos de todo”, detalló. Además, se realizan pedidos solidarios de ropa, calzado, mantas y otras prendas para llevar a cabo la campaña de abrigo. “El año pasado hicimos recorridas nocturnas por los barrios Ciudad Vieja, Cordón, Centro, Palermo. A eso de las nueve de la noche íbamos con café, chocolate, alguna torta”, recordó. 

La labor de las ollas no se ha detenido nunca desde el inicio de la pandemia. A pesar de que muchas de ellas surgieron por una emergencia sanitaria, continúan incansablemente en su tercer año de organización. En el caso de Ruchey, “al principio fue más complicado armar la olla y conseguir las cosas, una vez que está armado eso, la cosa se hace más fácil y más dinámica”. “Con poco, uno puede ayudar”, finalizó.

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