“Guerra interminable”. Caos eterno. Una disputa territorial y religiosa que data del siglo XIX que ha variado su intensidad pero nunca alcanzó la bandera blanca. El 7 de octubre, durante una fiesta judía sagrada, un grupo de terroristas de Hamás arremetió contra el pueblo israelí cercano a la franja de Gaza y mató a más de 1.200 civiles en su primer día. A raíz de ello, Israel, a través del presidente Isaac Herzog, dio inicio a un nuevo foco de la guerra que no cesa y está en un momento de máxima tensión.

Carlos Luján, politólogo experto en política internacional, afirmó a Sala de Redacción que la guerra entre Israel y Palestina está sumergida en un círculo vicioso desde hace muchos años, y se remontó a la división de territorios propuesta por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en 1948. A su entender, eso imposibilita llegar a un acuerdo ya que “es inviable expulsar a miles de personas de cualquiera de los dos territorios”, a lo que se suma la diferencia radical entre religiones. Luján expresó que se convirtió en un “círculo vicioso de violencia, de radicalización”, producto de que los tambores de la guerra suenan a más no poder.

En diálogo con Sala de Redacción, Hernán Olmedo, magíster y docente de la Facultad de Ciencias Sociales, quien investiga las causas y factores condicionales de los conflictos, clasificó la guerra como un conflicto extraestatal: “Una guerra que es liberada por un estado o eventualmente una alianza de estados contra un actor con poder de fuerza independiente pero que no es un estado”, una situación que la diferenció con la guerra entre Rusia y Ucrania. Además, aseguró que “combinan factores estructurales y coyunturales” de larga data, los primeros originados por el antisemitismo tras el período posterior a la Primera Guerra Mundial, mientras que los coyunturales son circunstancias actuales que influyen en el conflicto.

“Es un momento de sembrar más que de cosechar. Por supuesto que los mandamientos al alto al fuego, a la paz y de diálogo son bienvenidos, pero estamos en un momento en la dirección contraria. Hay que tratar de que las guerras no sean eternas”, sostuvo el politólogo Luján, quien lo comparó con la situación entre Ucrania y Rusia que llevan años enfrentados.

Tanto la actitud de la Unión Europea como la de la ONU fueron destacadas por Luján, en virtud de advertir que los recursos alimenticios, de salud y energéticos tienen un tope, por lo que entrar en este terreno sería como poner una olla a presión. Además, enfatizó en que ONU plantea que no todo está dentro de la legalidad internacional.

El peligro de la regionalización

Clima de tensión, bombardeos e información diaria sobre rehenes son las novedades con las que amanecen los principales portales de noticias a lo largo del mundo. Luján hizo énfasis en “las reacciones en la región y en el mundo árabe en su conjunto”. Indicó que los ataques en Gaza traen consigo una reacción del grupo libanés Hezbolá en el norte de Israel. Lo mismo en Irán, una respuesta desde Siria producto del incentivo de Hamás, quien “busca una rebelión en Cisjordania (una de las regiones palestinas), que le permita una lucha por el poder con Al Fatah para controlar esos territorios y luego, probablemente, una reacción a nivel de las poblaciones de los diferentes países árabes o musulmanes”, determinó Luján.

“Pinta para guerra interminable, pone en riesgo a la regionalización”, señaló Luján, y apuntó que ello le hará mucho daño a israelíes y a palestinos, al tiempo que los conflictos cercanos pueden explotar y otros países podrían interceder, algo que catalogó como “terrible”. Líbano, Egipto en tierras cercanas a Gaza, o la irrupción de Irán pueden generar una “destrucción total” en el mundo árabe.

Irán es uno de los países periféricos del conflicto más señalados por la prensa internacional. Profesa la religión del Islam y es considerado como el principal país que podría estar por detrás de Hamás, al menos como sustento económico y armamentístico. Luján no descartó que tanto Hamás, como la Yihad Islámica Palestina, ambos movimientos con base en Gaza, así como el movimiento libanés Hezbolá, sean grupos apoyados por Irán, pero reconoció que estos dos últimos poseen un rol secundario en comparación a Hamás: “hay quienes manejan que mientras estos Hamás tiene 100 rehenes, los otros grupos tienen entre 20 y 30 personas secuestradas”. Uno de los motivos en que Luján se ampara para descartar el posible rol principal de Irán, es por las declaraciones de uno de los líderes de Hamás, en las que aseguró que solo seis personas de alta dirigencia estaban al tanto del ataque del 7 de octubre. “Palestina podría recibir apoyo iraní en términos de inteligencia o de intercambios de rehenes”, concluyó el politólogo.

Acerca de la reactivación del foco luego del primer bombardeo en Israel, Luján explicó que la fuerza desmedida utilizada tiene un motivo: “Probablemente haya un cálculo estratégico de que esta violencia en niveles muy altos puede generar reacciones sobredimensionadas de parte de Israel, como forma de que otros actores en la región terminen involucrados”. 

Luján destacó el “fuerte peligro de la regionalización”. Posicionó a Israel como una potencia nuclear, por lo que debe mediar el excesivo uso de su fuerza. Por otra parte, expertos plantearon a la BBC que en Irán los científicos han alcanzado 60% de uranio enriquecido, algo que el politólogo catalogó como “dato no menor”, porque se estima que en un mes podrían llegar a niveles sobre el 80%, lo que bastaría para conseguir entre tres y cuatro bombas nucleares, lo que podría “ser un desastre” y “terminar con la región devastada”. 

La activación de focos en Oriente Medio, que podría causar la explosión de decenas de bombas nucleares en una región riquísima en petróleo, podría generar desde una crisis económica. energética, humana o movimientos migratorios masivos. “Es difícil imaginarlo, por eso no podemos resignarnos a una guerra interminable. Sería un horror desentenderse de esto y verlo como algo lejano”, reiteró Olmedo.

Sobre las formas de evitar la “guerra interminable”, Luján afirmó que “habría que velar por un cumplimiento estricto del derecho humanitario internacional”, un conjunto de normas que trata de limitar los efectos de los conflictos armados para proteger a las personas que no participan o que ya no participan en los combates. Limita los medios y métodos de hacer la guerra.

Acerca del desenlace de la guerra, Olmedo manifestó que es muy difícil predecir si este es el inicio de una Tercera Guerra Mundial, pero manifestó que estadísticamente hay un porcentaje bajo de que suceda: “Esos fenómenos son atípicos. En los últimos 200 años tenemos más de 600 guerras, de las cuales dos son consideradas mundiales. Es poco probable”. Además, explicó que no nos encontramos en orden estructural propenso al inicio de conflictos de gran calado, porque considera que debe tener entre seis y siete potencias mundiales con alianzas antagónicas. A pesar de esto, reconoció que no lo puede descartar: “El aleteo de una mariposa puede provocar un tsunami del otro lado del mundo”, advirtió, para manifestar que una de las características que tienen los fenómenos complejos son que los “pequeños cambios pueden generar grandes desencadenantes”. 

Antecedentes históricos

El Estado de Palestina está dividido en dos territorios: uno pequeño, que es la Franja de Gaza, con unos dos millones de habitantes, y otro más grande, Cisjordania, con tres millones de habitantes. Hamás es el grupo que controla las tierras en Gaza, mientras que Al Fatah es quien manda desde hace muchas décadas en Cisjordania. Mientras Hamás es islamista, Al Fatah es laico. La lucha de poderes dentro de Palestina es clave para entender el conflicto, el oportunismo de ataque y la influencia de Israel dentro de la misma. Hamás tiene una puja con Al Fatah, que por un lado es la Autoridad Nacional Palestina, y por otro está la presencia de colonos israelíes, que ha estado en un proceso de expansión fuerte en los últimos tiempos.

El politólogo Luján explicó los motivos por los que el grupo Hamás atacó a Israel y encendió la mecha el 7 de octubre, cuando dejó casi 1.200 muertos. Puntualizó que hay tres causantes principales: acercamiento entre Arabia Saudita e Israel, la debilidad percibida de Israel y la baja aprobación del gobierno de Cisjordania, al cual catalogan como corrupto.

La posición de Estados Unidos también ha incidido. Durante la presidencia de Donald Trump se firmaron los Acuerdos de Abraham, que restablecieron las relaciones entre Israel y los Emiratos Árabes Unidos, así como con otros países árabes. Con la presidencia de Joe Biden, se especula que Hamás pudo haber reactivado su enfoque en Israel debido a la posibilidad de que Arabia Saudita buscara un acuerdo con Israel. Arabia Saudita es líder en el mundo árabe, con influencia en la economía mundial y también ha sido uno de los principales financiadores de Hamás, tanto en términos logísticos como en ayuda humanitaria y económica.

La ayuda internacional y árabe, así como de la Unión Europea, es vital para la supervivencia de la Franja de Gaza, y la reacción inicial de la Comisión de Vecindad fue cortar los 700 millones de euros anuales destinados a Gaza, lo que podría haber llevado a Hamás a actuar. La Unión Europea se negó a cortarlo porque sería “tapar la olla a presión”, aseguró el politólogo uruguayo.

Según Luján, “Hamás pudo haber percibido a Israel como debilitado en este momento debido a las divisiones internas, como los juicios de corrupción que enfrentaba el primer ministro israelí y las manifestaciones ciudadanas relacionadas”. Mencionó, además la debilidad de la Autoridad Nacional Palestina que, con “tiene bajos niveles de aprobación”, hace que sea considerada como corrupta e ineficiente.

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