La covid 19 detuvo el mundo y condenó a la gran mayoría de sus habitantes al confinamiento y el uso de tapabocas. En este contexto, se ha abierto el debate sobre los cambios que la pandemia dejará en el planeta una vez que pase. Por ejemplo, uno de los temas que ha estado en discusión es la dependencia de herramientas digitales para el trabajo y el vínculo con pares.

Nicolás Guigou, antropólogo y docente de la Facultad de Información y Comunicación (FIC) dijo a Sala de Redacción que con el ingreso de la telefonía digital a Uruguay se planteó la discusión acerca de la intromisión tecnológica en la vida privada. Respecto a cómo ello varió en el contexto sanitario actual, afirmó que “esta virtualidad te lleva a entrar en la vida del otro y esto del Zoom es la violación final del ámbito privado, que ya estaba, pero solo faltaba una cámara en tu oficina vigilándote continuamente”.  En esa línea, planteó que estamos muy cerca de aceptar tener cámaras en nuestras casas y en las instituciones de las que somos parte. “En la FIC el nivel de invasividad es radical. Se pierde el derecho a la propia imagen. El que está atrás de la cámara [de videovigilancia] tomando mates y comiendo bizcochos dice: ‘Ahí se va fulanito con menganito’”, ilustró. A su entender, se entrega privacidad a favor de más seguridad y la libertad se relativiza: “Estamos en un período de gradual fascistización de la sociedad en todo el mundo y cualquier intervención totalitaria empieza por la seguridad”.

La socióloga y también docente de la FIC Helvecia Pérez dijo a Sala de Redacción que también observa este fenómeno: “Lo público y lo privado siempre fueron una combinación de momentos y situaciones, ahora se mezclan de una manera distinta”.  Además, aseguró que las medidas para prevenir el contagio del coronavirus generaron un gran cambio en el uso limitado de los espacios públicos y, al mismo tiempo, se dio una intensificación de lo privado dentro de lo público. Para Pérez, se generó una ruptura de tiempo y espacio a nivel de las dinámicas familiares, ya que se empezó a trabajar desde casa, donde también se atiende a los niños y se supervisa la educación online. “Podés estar jugando a la pelota a las tres de la tarde en el jardín, en horario laboral, o terminando un trabajo que te quedó atrasado a las tres de la madrugada. Hay una ‘normalidad’ que teníamos ‘establecida’, pero ahora está en transformación”, acotó.  

Lo de siempre

Para Guigou, los más castigados antes de la pandemia son los que también cargan con el mayor peso de sus efectos negativos, algo que para el antropólogo no resulta novedoso. Además, consideró que en ello tiene incidencia el gobierno de turno y sobre el caso uruguayo señaló: “Una tradición del herrerismo es cargar a los trabajadores, como en los 90′ con el impuesto al sueldo”, y avizoró que “seguramente, los más pobres queden desguarecidos”. Si bien valoró las diferentes formas de solidaridad por las que los más vulnerables pueden ser contenidos, como las ollas populares, lamentó que en el contexto de una pandemia ese “es un tejido difícil de mantener por la exposición al contagio, no es fácil ser solidario en esta situación”.

En la misma dirección, Pérez hizo referencia a la exclusión social y aludió a las maneras en que a nivel social se distribuyen el poder y las responsabilidades. La socióloga señaló que en tiempos de pandemia ha cobrado protagonismo el rol de los sistemas de salud de los distintos países, con la potestad de ejercer un control muy directo de los cuerpos. Por otra parte, cuestionó el poder que tienen y el rol que juegan “los números”. Al respecto, citó publicaciones de su colega Rafael Bayce, quien mostró una duda muy razonable acerca de la emergencia planteada por el virus, a partir de la hipótesis de que existe una estrategia para crear miedo social. Pérez se preguntó “hasta dónde va la realidad y hasta dónde va la ficción”, y dejó a entrever la existencia de una nueva dimensión en la concepción de la verdad.

Capitalismo omnipresente

En relación al nuevo escenario mundial que dejará la pandemia, los entrevistados reflexionaron sobre a la transformación del capitalismo, proceso que se aceleró con la expansión del coronavirus, pero que se venía desarrollando desde antes. En ese sentido, como lo viene haciendo desde hace un tiempo, Guigou habló de la transformación del capitalismo analógico hacia uno digital. Según el antropólogo, la plusvalía virtual deja en evidencia un nuevo sistema de producción intangible, donde la mano de obra ya no será necesaria para reproducir el mundo físico.

Al respecto, agregó que este nuevo capitalismo viene junto al desarrollo de la virtualización, la automatización, la robótica y la inteligencia artificial, que es “cada vez más autónoma”. Guigou señaló que la robótica propone una alternativa a la imposibilidad del desplazamiento humano y lleva a que se acentúe la automatización en la producción e incluso en la enseñanza.  Por su parte, indicó que este proceso tecnológico es liderado por grupos de élite.  

Para ilustrar el proceso de transformación del sistema capitalista, mencionó el ejemplo de “las víboras cuando cambian de piel”. Según el antropólogo, los gobiernos están disminuidos ante este fenómeno y tratan de asimilar una cantidad de flujo comunicacional que no pueden controlar.  Eso hace que intervengan grandes empresas dedicadas a la comunicación de punta en entornos digitales y entendió que la FIC debería generar un profundo debate en torno a la revolución del capitalismo comunicacional. Al respecto, se preguntó cómo es posible asegurar la democratización de la comunicación en un momento de virtualización extrema, que incluso llega al Estado, que tiene que negociar en relación de dependencia con las grandes empresas de virtualización y digitalización. Según valoró, ello ocurre también con los gobiernos progresistas, ya que “por más que seas progre y quieras controlarlo, el sistema te come”. Para el antropólogo, el capitalismo se presenta como extremadamente racional, cuando en realidad es lo contrario.

A futuro

Por su parte, Pérez observa estas mismas tendencias con respecto al desarrollo tecnológico acelerado y planteó que la democracia electoral más básica también está en suspenso. En ese sentido, agregó que las manifestaciones sociales se suspenden o se realizan de forma alternativa, como en automóviles, que son una extensión del espacio privado. La socióloga consideró que, en términos económicos, sociales y políticos, la democracia venía dejando por fuera a un grupo grande de la sociedad mundial y que, a pesar del capitalismo, la democracia representativa se identificaba como la forma más aceptada de organización política, lo que, a su entender, está cambiando. 

Para Guigou, en el siglo XXI el ser humano se extinguirá para dar paso al “homúnculo”, un nuevo ser adaptado a las nuevas circunstancias. Además, pronosticó que el capitalismo se apronta para contar con una población mucho más grande y que para 2050 no habrá comida suficiente para todas las personas. Según evaluó, ello tiene relación con la cantidad de especies animales desaparecidas y observó el fenómeno que se dio con los animales durante la cuarentena, que habitaron muchos espacios urbanos en todo el mundo. Sin embargo, pronosticó que ello no perdurará en el tiempo y que los animales dejarán de habitar esas zonas después de que la pandemia pase.

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