“Ya está vieja”, valoró el presidente del PIT-CNT, Marcelo Abdala, en el acto organizado por la propia central para el Día del Trabajador del año pasado. Se refería a la ley de ocho horas de 1915 y lo dijo para promover la reducción de la jornada de trabajo sin afectar el salario. Incluso remitió a que debería hacerse por ley y que “la bandera del movimiento obrero” reclamará por la necesidad de los tiempos que corren.  

Hace un año, las reacciones políticas del gobierno de coalición habían sido distintas: el 1° de mayo de 2023, el entonces ministro de Trabajo Pablo Mieres, en respuesta a la consigna proclamada por el PIT-CNT, había explicado que la reducción del horario laboral no era parte de la agenda del gobierno. Sin embargo, Mieres había agregado: ‘’no significa que en la negociación colectiva, en los distintos sectores de actividad, pueda acordarse la posibilidad de modificaciones”. Pero el candidato a presidente con mayor intención de voto de la coalición, Álvaro Delgado, ya no opina igual que Mieres. A casi dos meses de las elecciones nacionales, dijo en rueda de prensa que está “abierto a discutir cualquier tema en materia de trabajo”. Si bien el candidato no ahondó sobre la reducción de la jornada laboral, hizo referencia a la intención de modernizar las relaciones laborales: “habría que hablar de la redistribución del tiempo de trabajo”, por ejemplo, aumentar la carga horaria de una jornada para liberar otra. 

La ubicación de Uruguay en el mundo 

Esta discusión no es nueva a nivel nacional y además está en agenda en varios países. En el lanzamiento de campaña por la reducción de la jornada laboral, se difundió un análisis de la experiencia en Corea del Sur de 2004 y su reducción a 40 horas semanales, en Francia del año 2000, que fue a 35 horas, y en Chile de 2023, con reducción a 40. El informe fue presentado por los investigadores del Instituto de Economía de la Facultad de Ciencias Económicas y de Administración, Federico Araya y Pablo Blanchard.

En un Uruguay de hace más de 100 años, durante la segunda presidencia de José Batlle Ordoñez (1911-1915), fue que se aprobó el proyecto de limitación de la jornada laboral, empujado por movimientos sociales comprometidos a reducir las 11 o 15 horas de trabajo diarias. Mientras en Uruguay se discutían las ocho horas, en otras partes del mundo los trabajadores eran apaleados, reprimidos y asesinados por el solo reclamo de este derecho. En el transcurso de los años se dieron todo tipo de avances tecnológicos, desde la primera computadora hasta sistemas de inteligencia artificial generativa, pero en materia legal sigue vigente en Uruguay la ley del año 1915, que regula hitos tan lejanos como la industrialización del trabajo. 

El informe de Araya y Blanchard además incluyó cifras desprendidas de la Encuesta Continua de Hogares del Instituto Nacional de Estadística del año 2023. Estas indican que la población activa asciende a 1.700.000 personas y más de 700 mil trabajadores tienen jornadas de 40 horas semanales o más. Además, 308 mil trabajan entre 41 y 47 horas, 200 mil tienen un régimen de 48 horas semanales y 200 mil trabajadores exceden las 48 horas. Estos datos evidencian que las jornadas laborales son diversas y que sectores como el gas, la metalúrgica y la bebida consiguieron mediante acuerdos de negociación colectiva una reducción de la jornada laboral, por lo que un cambio en la ley no tendría un gran impacto en la economía general de estos sectores. Esto también demuestra que hay ramas con débil o inexistente actividad sindical, que están protegidos por la ley de 1915, pero no han conseguido ninguna mejora desde entonces.

La opinión de la ciencia

El desafío está en discutir y llegar a un acuerdo entre los actores involucrados: trabajadores, empleadores y sistema político. Los principales desencuentros se dan por la disyuntiva de hacer el cambio a través de una ley o por medio de las negociaciones colectivas. A su vez, se discute si el Estado debería acompañar económicamente esta modificación en determinados sectores o no y en cuáles, por ejemplo, las pequeñas y medianas empresas. La principal preocupación tiene que ver con la defensa de otras variables como el salario, la productividad y los costos de producción.

En diálogo con Sala de Redacción, Alejandra Picco, economista e investigadora del Instituto Cuesta Duarte, mencionó que no hay aún datos contundentes, pero la teoría determina que en algunos sectores la reducción de la jornada laboral hace que se eliminen las horas de menor rendimiento y aumente la productividad. Respecto a esto, aclaró que para no afectar el salario. Picco señaló a SdR que otra discusión es que el crecimiento de la productividad, que ha incrementado las ganancias empresariales en varios sectores importantes, no fueron trasladadas al salario real: “Ahí tenés margen para aumentar los costos salariales, aunque reduciendo la jornada no tengas un incremento de la productividad tan importante’’, remarcó. 

La economista explicó que esto se debe fundamentalmente a los importantes cambios técnicos y de la organización del trabajo, que ‘’en general se suelen ver reflejados en incrementos de productividad’’. El sector lácteo es un ejemplo en este sentido. Según la Dirección de Estadísticas Agropecuarias del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca, la producción de leche aumentó un 52% durante los últimos 15 años gracias a la robotización, los nuevos avances de la genómica (estudio del ADN), el uso de la sombra y los sistemas de pastoreo. Sin embargo, el trabajador rural recién en 2008 consiguió limitar su jornada laboral con la ley N°18.441. Al igual que el trabajo doméstico, estos sectores habían sido excluidos de la ley N°5.350 del año 1915.

Gráfica realizada por el Instituto Cuesta Duarte, 2018.

Consultada por los impactos de esta reducción, Picco resumió: “Creo que el más contundente es en el bienestar de las personas que podrán dedicarle más tiempo al ocio, al autocuidado, a lo que quieran”. La relación entre tiempo de trabajo y salud no es un descubrimiento. Guillermo Díaz, licenciado en Relaciones Laborales, argumentó en su monografía final de grado que el tiempo de trabajo extendido está estrechamente vinculado con la aparición de problemas de circulación, depresión, ansiedad e insomnio. Incluso concluyó que podría llevar a una redistribución de las tareas domésticas y de cuidado familiar: ‘’Si nada se hace al respecto, la mujer continuará teniendo que aceptar trabajos a tiempo parcial en lugar de a tiempo completo’’.

En la misma línea, Picco agregó que con la reducción de la jornada, las mujeres tendrían mayor disponibilidad de tiempo para el trabajo remunerado, lo que mejoraría el ingreso de las mujeres al mercado de trabajo y el acceso a sectores que están muy masculinizados, debido a las largas jornadas: el agro, el transporte y la construcción son algunos ejemplos. Según explicó Díaz a SdR, incluso los empresarios podrían beneficiarse. La reducción de gastos y el aumento de la productividad en varios sectores dependerán del uso estratégico de maquinaria e individuos y de actualizar el modelo de producción, para así reducir la jornada sin afectar el salario.

Contrapunto

Existe la posibilidad de que ante una reducción de la jornada laboral, el trabajador busque sumar un empleo para aumentar sus ingresos. Esto significa que este cambio no puede perder de vista las condiciones salariales y habría que analizar sector por sector. Picco explicó que para evitar que los trabajadores, en lugar de ganar en bienestar, compensen su ingreso con horas extras o con otros trabajos, hay que abogar para que la reducción de la jornada no baje los salarios, que en realidad deberían ser mejorados en determinados sectores. Como ejemplo, mencionó que de “los 25 mil pesistas, que son una cantidad importante, más del 60% trabajan más de 40 horas semanales’’. Además, agregó que “para los trabajadores de menores ingresos sería muy difícil resignar salario en pos de trabajar menos horas y ganar bienestar, porque no les cerraría la ecuación”, estimó la economista.

La jornada de ocho horas, “prestigiosa como aspiración humana y admisible como límite normal, es a todas luces violenta y desconocedora de la realidad, si ha de tomársela como canon cerrado e inflexible”, sostuvo el escritor José Enrique Rodó en 1908, en su rol de legislador. La declaración quedó en el olvido luego de aprobarse la ley N°5.350, que llevó a Uruguay a ser pionero en derecho laboral y a construir una sociedad más igualitaria, con más derechos y una economía más fuerte. “La Suiza de América” llaman a Uruguay con orgullo quienes se resguardan en el pasado porque el presente es muy distinto. Hoy, en 2024, el PIT-CNT vuelve a intentar discutir el sistema laboral uruguayo en campaña electoral, despierta diversas opiniones e instala la pregunta de cuál postura trascenderá y cuál quedará en el olvido.

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