Tras la votación del prerreferéndum contra la Ley Integral para las Personas Trans, Rivera fue el único departamento en el que se llegó al 25% de los votos necesarios para alcanzar el referéndum, lo que marca una tendencia histórica en el departamento.

Saúl Aristimuño, diputado frenteamplista por Rivera, dijo en diálogo con Sala de Redacción que se sintió “entristecido” por el número de adhesiones que tuvo el prerreferéndum del 4 de agosto. “Para Rivera es un triste privilegio que en instancias como estas, donde se pretenden derogar derechos adquiridos, se alcance una votación tan grande”,  manifestó el legislador.

Entre los factores que pudieron haber incidido en el alto número de votantes en relación al resto de los departamentos, el diputado consideró la fuerte presencia de iglesias evangélicas en Rivera, donde los fieles duplican el promedio nacional. En los últimos años, estas instituciones se han caracterizado por su oposición a la agenda de derechos. Según el legislador frenteamplista, desde estas instituciones se difundió información falsa sobre la normativa y lo ejemplificó con la idea errónea que se difundió de que los menores podrían hormonizarse a su voluntad, sin el consentimiento de mayores de edad. “Si un menor pretende realizar un tratamiento de hormonización y sus tutores no están de acuerdo, la Justicia definirá la situación”, aclaró el diputado. Además, contó que habló con muchas personas que manejaban nociones equivocadas como esa.

Aunque sin mencionarlo directamente, Aristimuño no olvidó al diputado del Partido Nacional por Rivera, Gerardo Amarilla: “El factor político también tuvo participación, un comité permaneció abierto durante la jornada electoral y ofreció transporte a quienes pretendían votar”. Amarilla es evangélico y en 2015 tuvo la intención de formar una bancada evangélica en el Parlamento. Para el legislador del FA, el trabajo del nacionalista por sumar votantes a la iniciativa dio resultados. Por otra parte, Aristimuño consideró la influencia de Brasil, país limítrofe: “No es solo la evangélica, la influencia brasileña también permea en la sociedad riverense. [El actual presidente, Jair] Bolsonaro votó muy bien en Santana do Livramento”.

Acuerdo

Alejandra Spinetti, integrante de la Unión Trans del Uruguay (Utru), coincidió con Aristimuño y manifestó que la cantidad de adeptos a iglesias evangélicas neopentecostales en Rivera y la influencia de Brasil son las principales explicaciones para que la iniciativa alcanzara los votos de 25% del padrón electoral en el departamento. Spinetti dijo que las iglesias evangélicas “promueven el odio hacia la comunidad LGTB” y “piensan a través de un binarismo, donde lo que está por fuera de lo predican es malo”.

“En Brasil venían apareciendo muchos movimientos de ultraderecha que se unieron en la figura de Jair Bolsonaro”, identificó la integrante de Utru, que catalogó al presidente brasileño como “discriminador y violento”. Al respecto, recordó que el ex diputado de ese país, Jean Willys, tuvo que exiliarse en Alemania por las amenazas de muerte que recibió tras la asunción al poder del actual mandatario.

En el mismo sentido, Spinetti dijo que “Rivera es el único departamento en el que gobierna el Partido Colorado”, particularmente el sector “más tradicional y conservador”. “También es un departamento con una fuerte presencia militar, debe ser el en que hay más militares”, continuó, y señaló que ese oficio lleva a las personas que lo desempeñan a apoyar ideas más conservadoras a causa de la “obediencia debida”.

Pensando en el futuro, la militante cree que “es necesario realizar un desembarco cultural en Rivera”, con el fin de que “la población logre identificar situaciones de violencia hacia todas las minorías, no solo respecto a la comunidad LGTB”. “Esto debe ser hecho por intermedio de instituciones estatales, en conjunto con organizaciones de la sociedad civil”, aseguró Spinetti.

Desde lo local

Sebastián Güida, responsable del colectivo Riversidad en el departamento, tuvo una mirada más optimista y señaló que “fue positivo que haya ido a votar solo el 25%”, ya que pensaba que el prerreferéndum iba a recibir más votos. “Nos alegramos por el 75% que no fue a votar”, agregó.

Según dijo, cuando en el departamento del norte se juntaban firmas para que se aprobara el prerreferéndum, mucha gente que se arrimaba a mesas que se disponían en las plazas “no sabía qué estaban firmando”. “La mayoría no tenía claro qué significa ser trans, pensaban que era un sinónimo de homosexual”, indicó. Para Güida, la circulación de información falsa colaboró con el rechazo a la ley trans y “muchas veces esos contenidos llegan a personas que no tienen capacidad crítica” y “toman como cierto cualquier cosa que escuchan en la radio o les llega por Whatsapp”.

El integrante del colectivo Riversidad criticó que los detractores de la ley tuvieron más espacio para defender su postura en los medios de comunicación locales –porque muchos pertenecen a instituciones religiosas– respecto a quienes defendían la ley, que quedaron en desventaja.

Aristimuño recordó que en el plebiscito de 1980, en el que estuvo en juego la vuelta al sistema democrático o la legitimación de la dictadura cívico-militar, la opción del “sí”, que respaldaba al gobierno de facto, tuvo un alto porcentaje de votación por parte de los riverenses. “Lo mismo sucedió con el plebiscito de 1992, donde se defendió a las empresas públicas de la privatización”, continuó, en referencia a lo bien que votó la opción privatizadora en aquella ocasión. El éxito de las posiciones conservadoras en el departamento, no es novedad.
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